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miércoles, abril 24, 2024
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Steve McQueen: The Man & Le Mans

Steve McQueen: The Man & Le MansDocumental escasamente espectacular y sorpresivo, en el que la figura del actor Steve McQueen inunda el metraje con un magnetismo que la narración no logra transmitir.

En 1970, Steve McQueen era una de las estrellas más rutilantes de Hollywood. El intérprete acababa de triunfar con Bullit, Los siete magníficos, El secreto de Thomas Crowny La gran evasión; y cualquier proyecto en el que ponía los ojos se convertía en una apuesta segura de cara a la taquilla. Con esa sensación de estar por encima del bien y del mal, actitud que el protagonista de Papillon solía desplegar cuando trataba con la industria del celuloide, es como arranca esta película firmada por Gabriel Clarke y John McKenna. Un camino que lleva a la pareja de documentalistas a sustentar por qué una estrella del calibre del compañero de Ali MacGraw se obsesionó con un proyecto tan rocambolesco como el de Las veinticuatro horas de Le Mans.




A través de una orquestación de testimonios de gente allegada a la estrella -en los que destacan los recuerdos de su esposa de entonces, Neile Adams McQuuen, y de su hijo mayor, Chad McQueen- más las declaraciones de algunos de los profesionales que colaboraron en el filme, The Man & Le Mans mezcla con reiteración imágenes de archivo y entrevistas, aunque lo hace de manera un tanto artificial y con déficit de ritmo audiovisual.

La pareja de directores amontona una enorme cantidad de material que, sin embargo, no contribuye a reforzar el mensaje relativo a la obsesión del actor por firmar una obra que -según recalca el guion desde el inicio- iba a ser el gran legado del “Rey del Cool”.

Lejos de construir un personaje sólido para sustentar el peso argumental con sus acciones, el filme presenta a un Steve McQueen mitificado y dado a los extremismos caprichosos: por un lado, se ve a un hombre que lo único que quiere es sacar una buena tajada de dinero con cada una de las producciones en las que se implica; y por otro está el soñador rebelde, el artista capaz de embarcarse en un proyecto que le iba a dar más quebraderos de cabeza que parné en su cuenta corriente.

Esta especie de Doctor Jeckyll & Mr. Hyde únicamente presenta una tibia unidad de comportamiento, al lucir el egocentrismo con el que el marido de Nelie Adams McQueen solía tratar a los que le rodeaban y trabajaban con él.

No obstante, y dentro de la operación por resaltar el enfermizo apego hacia las carreras y la velocidad que exhibía el intérprete de El coloso en llamas, el documental de Clarke y McKenna sí consigue acotar el tema de manera más o menos satisfactoria. Y eso a pesar de se notan demasiado las partes sobrantes, como la relativa a contextualizar la carrera de alguien tan conocido como el héroe de La huida en el decorado del Hollywood de finales de los sesenta. Unos insertos que aportan poco a la obra y trivializan el mensaje del libreto.

Sin duda, lo mejor del filme se encuentra en la exposición de algunas imágenes de archivo, no vistas anteriormente. Además de la aparición ante las cámaras -en clave confesional y nostálgica- de invitados tan esenciales para comprender la trama como el inmenso piloto David Piper y el magullado vástago de la movie star: Chad McQueen.

Jesús Martín

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