Entretenida y eficaz como peripecia romántica en el 70% de su metraje, aunque le falla el final.
Cine dentro del cine. Fórmula infalible como entretenimiento y curiosidad. Mejor aún si, como ocurre en este caso, alude de manera sesgada a acontecimientos que no son estrictamente “reales” al cien por cien pero claramente están relacionados con la manera en que el cine británico afrontó la propaganda durante la Segunda Guerra Mundial. Añadan a la propuesta que la historia se desarrolla durante los bombardeos de Londres por la Luftwaffe alemana y ya tienen todos los ingredientes necesarios para que, al menos durante una hora y media, más o menos, esta película funcione como un reloj y nos meta de lleno en esa época histórica, con una recreación del momento y el lugar que ciertamente sabe sacarle partido a sus mejores elementos. La historia de la joven que encuentra en el Londres bombardeado por los alemanes la oportunidad de trabajar como guionista para las películas de propaganda sirve eficazmente como punto de arranque para afrontar una descripción de personajes que bien podría definirse como una especie de La niña de tus ojos al estilo británico, dicho sea salvando todas las distancias que se les puedan ocurrir a los lectores entre la manera de entender estas cosas de la comedia mezclada con drama en España y con toque berlanguiano y el estilo más británico de tratar estos asuntos que podemos encontrar en películas recientes como Love Actually con momentos de peripecia de grupo que recuerdan Radio encubierta. El tema coral es la clave que mejor funciona en este largometraje, donde además Gemma Arterton saca el máximo partido a un registro diferente al más habitual en su carrera como fémina del cine de acción modo blockbuster, ejerciendo como heroína romántica de esta mezcla de comedia y drama con aplicación de la infalible fórmula de cine dentro del cine. Lo mejor de la película está sin embargo en el grupo de actores de reparto. Esa sería la parte más cercana al cine de Berlanga en su planteamiento y lógicamente es la que me resulta más atractiva como espectador. Brilla en personajes más interesantes que la trama romántica principal, especialmente por lo que se refiere a los personajes interpretados por un trío de actores infalibles: Bill Nighy interpretando a la estrella madura que se resiste a ver los estragos del tiempo en su cuerpo, su rostro y su carrera, Eddie Marsan, siempre enorme en la serie Ray Donovan, que ejerce aquí como representante del anterior, y Ellen McCrory, la tía de los Peaky Blinders, ejerciendo aquí como hermana del representante. El sarcasmo de estos personajes y la mirada socarrona a ese cine ya perdido se une a una buena reconstrucción de la época para completar lo mejor de la película.
La parte más floja de la misma es la muy convencional y bastante previsible trama romántica de trío entre Arterton, Sam Claflin y Jack Huston –desperdiciado como casi siempre- es un topicazo y se convierte sobre todo en el desenlace en un auténtico lastre con demasiada prolongación de metraje para completar el recorrido de esos personajes en un arco que no aporta más que propaganda lacrimógena para los pañuelos de papel. Por otro lado el dúo sentimental de Arterton y Claflin funciona bien como guión, pero es ñoño y la película es una de esas estructuras narrativas que parece tener tres finales y no acaba nunca en los últimos quince minutos de proyección, donde pierde todo el nervio de sarcasmo y elegancia para entregarse la tragedia facilona, donde por otra parte no llega a cumplir la calidad de propuesta de, por ejemplo, Antes de ti.
Miguel Juan Payán
Miguel Juan Payán
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