Alberto Marini debuta como director de largometrajes con esta vertiginosa pelรญcula, en la que las influencias del gore contenido de Rabia y The Walking Dead son mรกs que evidentes.
Despuรฉs de colaborar en filmes del tipo de Darkness y Dagon, el italiano Alberto Marini da el salto profesional en calidad de cineasta, para plantar en la cartelera esta pesadilla de metamorfosis heredadas de Posesiรณn infernal (Sam Raimi, 1981); aunque con explicaciones mรกs psicodรฉlicas que sobrenaturales.
Rodada en inglรฉs y con un elenco interpretativo limitado a cuatro protagonistas y a un puรฑado de secundarios, el creador transalpino narra los problemas de dos monitores de un campamento de verano, cuando ellos y las dos chicas americanas que estรกn matriculadas en los cursos de supervivencia ofertados son atacados por un extraรฑo virus, que les convierte en depredadores violentos y sin capacidad de raciocinio.
Marini acierta al concretar el tiempo en que transcurren los hechos a una sola noche, a la vez que dota de entretenimiento sanguinolento al agresivo guion que tiene entre manos. Sin rarezas insustanciales de por medio, el director italiano cuenta los acontecimientos con una simplicidad que recuerda a las producciones ochenteras, en las que lo importante era pasar un rato de miedo irreflexivo y adrenalรญtico. Una consigna que entiende a la perfecciรณn el equipo interpretativo de Summer Camp, cuyo trabajo se presta a mostrar los continuos cambios fรญsicos que asumen los personajes.
En ese sentido, el modelo Andrรฉs Velencoso, Diego Boneta, Jocelin Donahue y Maiara Walsh cumplen con los objetivos planteados, pese a que sus caracterizaciones no trasciendan mรกs allรก de los estereotipos habituales en el gรฉnero de los contagios homicidas.
Todos ellos estรกn mรกs o menos creรญbles en las costuras de unos roles que carecen de entidad, mรกs allรก de los bosques en los que se adentran y de la lucha por mantenerse a salvo de la plaga misteriosa, que convierte a los humanos en bestias ansiosas de sangre.
Sin embargo, la simplicidad reinante queda rota cuando Marini intenta aportar un poco mรกs de claridad a una trama de gritos desaforados y escasa habilidad dramรกtica. En tales tesituras, la inverosimilitud de las causas que generan la fiebre criminal parece sacada de un sueรฑo indigesto, como puesta ahรญ con el brochazo de un libreto al que รบnicamente le van las persecuciones enloquecidas y los maquillajes desasosegantes.
Semejantes lagunas en la historia hacen que la evoluciรณn de la pelรญcula quede como lastrada por un elemento artificioso, que anula muchas de las pretensiones iniciales de apostar por un gore menos macabro que el de otras producciones con similar tratamiento temรกtico.
No obstante, el desenlace a lo Chicho Ibรกรฑez Serrador levanta en algo el interรฉs perdido con la llegada del alba, y los descubrimientos rocambolescos con los que se topan los supervivientes de la noche de terror. La secuencia que precede a los tรญtulos de crรฉdito permite a Marini salvar el interรฉs de su รณpera prima; justo como es habitual en el terror palomitero (lo mejor siempre suele estar al final).
Jesรบs Martรญn
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