Es de suponer que una de las principales consecuencias de la variada distribución que hasta ahora había de los derechos cinematográficos de los personajes de Marvel era la casi nula explotación de los mismos en producciones animadas. Por el contrario, como Warner tiene la exclusividad de todos los personajes de DC, se permite estrenar cada poco tiempo un largometraje animado con alguno de los míticos superhéroes, aunque tristemente la calidad cada vez disminuye más. Sobre todo cuando los nombres de Bruce Timm o Paul Dini no aparecen, o, si lo hacen, es para desempeñar labores de poca relevancia artística.
Y es que ellos fueron los responsables de maravillas como Batman, The Animated Series, de la que se derivaron interesantes largometrajes animados, sobre todo esa estupenda película que es Batman, La Máscara del Fantasma, para muchos el mejor largo hecho nunca sobre el personaje. Pero El Hombre de Acero también fue desarrollado por la pareja de artistas, en cosas tan estimables como Superman/Doomsday, o como en su propia serie televisiva que, a diferencia de la de Batman, contó sólo con tres temporadas.
Superman-Batman; Enemigos Públicos, es otra demostración de que sin Timm ni Dini, la cosa empeora considerablemente, a pesar de que se adapte una exitosa serie de cómics de Jeph Loeb y Ed MacGuinness. Pero en donde se nota la ausencia de los mencionados es en las historias, que en las últimas producciones animadas Warner-DC son de lo más mediocre: ni las recientes Green Lantern: First Flight, Wonder Woman y Superman: Brainiac Attacks, ni ésta que hoy comento, presentan tramas mínimamente interesantes, sino que se limitan a hacer pulular a sus más destacados personajes para endosarles luchas y contiendas poco o nada relevantes.
Tenemos en esta ocasión un punto de partida atractivo, con Lex Luthor nombrado Presidente de los Estados Unidos, en uno de los giros argumentales más celebrados por los lectores de los cómics. El psicótico multimillonario emprende, desde su condición de Comandante en Jefe, una dura cruzada contra los superhéroes, en especial, y como no podía ser de otra manera, contra Superman, quien se verá acosado por varios de sus antiguos compañeros con leotardos, ahora aliados de Luthor. El Caballero Oscuro estará, como no podía ser de otra manera, del lado del kryptoniano, y sus diálogos de complicidad constituyen quizás lo más interesante de la película.
Y a partir de ahí, rienda suelta a la limitada imaginación de los guionistas. Lo que podría haberse convertido en una interesante trama, se pierde en insulsas batallas entre nuestros héroes y los que prefieren estar del lado del poderoso Presidente, todos ellos personajes menores del Universo DC, como Metallo, Capitán Átomo, Capitán Marvel o Power Girl. Peleas, eso sí, perfectamente animadas, y es que si algo hay que reconocer es que la calidad de la animación de la película es considerable, en especial los rasgos de Batman y Superman, que parecen sacados directamente de cómics míticos como El Regreso del Caballero Oscuro, la decisiva obra de Frank Miller. Pero es evidente que estos iconos populares se merecen lago más que unos dibujos bien acabados, y uno echa de menos los buenos momentos que proporcionaban Batman, The Animated Series o los largos Batman, La Máscara del Fantasma y Superman/Doomsday.
Las voces de los personajes (en su versión original, por supuesto), son las habituales de las producciones animadas de DC. Tim Daly es Superman y Kevin Conroy es Batman, mientras que el añorado guionista Bruce Timm presta su voz a Mongul. A modo de guiño a los acérrimos fans de DC, Allison Mack, la pizpireta Chloe Sullivan de la serie Smallville, se encarga de doblar a Power Girl.
Y poco más se puede decir de Superman-Batman; Enemigos Públicos. Uno siempre espera pasar buenos ratos con las aventuras de estos míticos personajes, pero parece que las dos grandes del cómic estadounidense no quieren regalarnos pelis de calidad. DC lo hacía en su momento, pero parece que se les ha acabado la inspiración, o que dependen de Bruce Timm y de Paul Dini. Marvel, por su parte, ni está ni se le espera, porque las películas animadas basadas en sus personajes se cuentan con los dedos de una mano. Lástima.