M. Night Shyamalan se nos pone en clave épica, lo que no deja de ser una novedad en su filmografía, y se lanza al asalto del cine de gran espectáculo, previsiblemente con su habitual pericia para empezar a contar historias interesantes, y confío que con mejor fortuna para rematarlas que en otras ocasiones de su filmografía, como El bosque o El incidente (siempre he pensado que es un director que pone bien la mesa, los entrantes y demás, pero patina en los postres, esto es, en los desenlaces). El caso es que esta película es la primera ocasión en la que tendremos la oportunidad de ver al director adaptando una historia de otra fuente ajena a su propia imaginación, en este caso de la serie de televisión Avatar: the Last Airbender. Huelga decir que tuvieron que quitarle lo de Avatar al título porque Cameron ya lo había pillado para su película y no era plan de suscitar confusiones en el espectador, aunque a esta producción le ha venido muy bien poder explotar el reclamo del 3D puesto de moda por la población de planeta Pandora para intimar de modo más seguro con la taquilla.
M. Night Shyamalan se nos pone en clave épica, lo que no deja de ser una novedad en su filmografía, y se lanza al asalto del cine de gran espectáculo, previsiblemente con su habitual pericia para empezar a contar historias interesantes, y confío que con mejor fortuna para rematarlas que en otras ocasiones de su filmografía, como El bosque o El incidente (siempre he pensado que es un director que pone bien la mesa, los entrantes y demás, pero patina en los postres, esto es, en los desenlaces). El caso es que esta película es la primera ocasión en la que tendremos la oportunidad de ver al director adaptando una historia de otra fuente ajena a su propia imaginación, en este caso de la serie de televisión Avatar: the Last Airbender. Huelga decir que tuvieron que quitarle lo de Avatar al título porque Cameron ya lo había pillado para su película y no era plan de suscitar confusiones en el espectador, aunque a esta producción le ha venido muy bien poder explotar el reclamo del 3D puesto de moda por la población de planeta Pandora para intimar de modo más seguro con la taquilla.
A consecuencia de todo ello se me ocurre que The Last Airbender suscita una jugosa colección de incógnitas que califican esta película como una especie de punto y a parte en la carrera del director, trabajando con material ajeno (aunque con su propio guión y bajo su propia dirección), en un territorio épico y de cine visualmente espectacular que no había explorado hasta ahora y jugando con esa arma de dos filos que es la tridimensionalidad.
La respuesta a todo ello muy pronto en nuestra cartelera.
Miguel Juan Payán
Miguel Juan Payán
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