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sábado, julio 27, 2024
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The Purge: la noche de las bestias ****

The Purge: la noche de las bestias ****


The Purge: la noche de las bestias, terror social muy astuto, bien pensado para entretener y reflexionar.

Esencialmente todos somos monstruos. Es lo que viene a demostrarnos esta película que es sin duda una de las más astutas que he visto este año, y también una de las más recomendables. Situada en un futuro que bien podría esperarnos a todos a la vuelta de la esquina, cuenta lo que ocurre cuando se institucionaliza la costumbre de dejar libre una noche al año para sacar a la mala bestia que todos llevamos dentro. Es la purga que da título a este curioso ejercicio. Un título que admite varias interpretaciones, porque hay tres purgas en la purga. La primera es la del argumento de ficción de la película: el ser humano convertido en el animal asesino que siempre hemos sido, pero por real decreto y con permiso oficial una noche al año. La segunda es la purga que sufre el acomodado matrimonio de gente “civilizada” que además de nutrirse del miedo y la inseguridad ajena generada por esa noche de bestias salvajes sueltas, pretende mantenerse al margen de todo lo terrible que les rodea. Son el típico matrimonio Barbie/Kent, ideal de la muerte, oseaporfavor Mari, acomodados, claro, con dinerito, claro, pensando en comprarse un barquito velero o sin vela pero con garaje incorporado –una gran frase, quizá la mejor de la película: ¿para qué quiere alguien un garaje en un barco?-, capaces de vivir rodeados de un polvorín de envidia pero tan esencialmente autosatisfechos y autoindulgentes que en su ceremonial repetitivo de éxito onanista cotidiano in llegan a enterarse. Son el ejemplo perfecto de aquello que dijo el pastor alemán Martin Niemöller, encarcelado por los nazis entre 1937 y 1945: “Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada».

El exorcismo de esa familia llegará por la vía de la violencia en una inolvidable noche de purga que les purgará de su estupidez social y les traerá de vuelta a esa realidad que creían haber dejado fuera, aislándose tras sus muros y sus paredes de metal. Pero de las tres purgas de la película, la mejor, la que convierte este largometraje en uno de los mejores que he visto este año, es sin duda la tercera, la que afecta al espectador, que sufre también una purga, es puesto ante el espejo de los acontecimientos que transcurren en la pantalla para que se vea a sí mismo tal como es, para que contemple la parte de bestia que todos llevamos dentro. Nuestra capa de civilización se irá desmoronando a medida que van progresando los acontecimientos y empatizamos más con esta familia asediada por la violencia, y pediremos y gozaremos cuando la violencia estalle del lado que más no conviene, como una venganza, como una purga, como si también nosotros, espectadores civilizados, estuviéramos participando en la ordalía de violencia y retribución que se pasea por la pantalla.

En esto la película es, como he dicho más arriba, muy astuta. Tan astuta como lo fueran en otras épocas títulos esenciales en esto de poner el espejo de la violencia delante del espectador para que reconozcamos a la bestia que llevamos dentro, que siempre es nuestro peor enemigo: Perros de paja (1971), de Sam Peckimpah, con la que La purga tiene mucho más en común de lo que parece, o Funny Games (1997), de Michael Haneke, aunque por su estructura argumental nos recuerde también Asalto a la comisaría del distrito 13 (1976).

Quizá muchos acaben por confundirse con esta película altamente recomendable y piensen que es una historia de ciencia ficción o de acción, pero en realidad es ante todo una historia de terror.

Terror social.

Mucho más inquietante porque es mucho más cercana. Y puede estallar en cualquier momento.

Las bestias acechan.

Miguel Juan Payán

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