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domingo, mayo 19, 2024
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Tony Curtis fallece en Las Vegas

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Tony Curtis, uno de los grandes astros del Hollywood dorado, ha falleció ayer día 29 a los 85 años en Las Vegas, y cuando veo que en algunos obituarios televisivos se empeñan en dejarle reducido a uno de los dos monstruos (el otro era Jack Lemmon) que se vistieron de chica en Con faldas y a lo loco, se me llevan los demonios. La cosa empeora, claro, cuando además percibo que no ponen secuencias de su mejor interpretación, El estrangulador de Boston, y ni siquiera me dan el gusto de poner la película épica que mejor recuerdo me dejó de su trabajo en clave heroica, Los vikingos, o en clave cómica, Operación Pacífico y La carrera del siglo, o uno de sus papeles dramáticos más conseguidos e intensos, Chantaje en Broadway, todo un anticipo de lo que años más tarde haría Oliver Stone con Charlie Sheen en Wall Street… solo que mucho más dura y nada menos que con Burt Lancaster en el papel de jefazo maldito.

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Tony Curtis, uno de los grandes astros del Hollywood dorado, ha falleció ayer día 29 a los 85 años en Las Vegas, y cuando veo que en algunos obituarios televisivos se empeñan en dejarle reducido a uno de los dos monstruos (el otro era Jack Lemmon) que se vistieron de chica en Con faldas y a lo loco, se me llevan los demonios. La cosa empeora, claro, cuando además percibo que no ponen secuencias de su mejor interpretación, El estrangulador de Boston, y ni siquiera me dan el gusto de poner la película épica que mejor recuerdo me dejó de su trabajo en clave heroica, Los vikingos, o en clave cómica, Operación Pacífico y La carrera del siglo, o uno de sus papeles dramáticos más conseguidos e intensos, Chantaje en Broadway, todo un anticipo de lo que años más tarde haría Oliver Stone con Charlie Sheen en Wall Street… solo que mucho más dura y nada menos que con Burt Lancaster en el papel de jefazo maldito.

A todas ellas, si ustedes me lo permiten, añadiría una serie de televisión que no era buena, pero sí muy divertida para chavales que andábamos peleando con la adolescencia en los años setenta, Los persuasores, que protagonizó junto a Roger Moore, y un personaje de gánster que ciertamente merece una recuperación a la voz de ya, Louis Lepke Buchalter en Lepke.

Son sólo algunos de los títulos básicos en los que participó, una lista de joyas donde también hay que tener en cuenta títulos que sí han aparecido en los informativos y las reseñas biográficas de urgencia preparadas con motivo de su muerte, como Espartaco, Trapecio, Con faldas y a lo loco

No es un mal balance para aquel chico que nació en el neoyorquino barrio del Bronx en 1925 y fue bautizado como Bernard Schwartz, y que cuando empezó a trabajar en el teatro en 1949 dudó entre ponerse el nombre artístico de James Curtis o Anthony Curtis. Finalmente bautizado para la fama como Tony Curtis, este actor que fue mucho más que el padre de Jamie Lee Curtis, la reina del grito del cine de terror de finales de los ochenta merced a su paso por La noche de Halloween y El tren del terror, y al que por supuesto los cinéfilos más veteranos reconocen como mucho más que el marido de la protagonista de Psicosis, Janet Leight.

Fue nominado al Oscar sólo en una ocasión, por interpretar a un preso racista que escapa encadenado a un negro en una de sus mejores películas, Fugitivos, uno de esos largometrajes que a su llegada a la cartelera se revelan rápidamente como el tipo de películas que pueden ayudar a cambiar cosas en la realidad, en este caso la segregación de los negros en la sociedad norteamericana de la época. Ni él ni su compañero de reparto, Sidney Poitier, que estaba nominado en la misma categoría y por la misma película, pudieron llevarse el premio, que acabó en manos de David Niven por Mesas separadas, rara elección, a pesar de lo gran actor que era Niven, teniendo en cuenta que entre los nominados estaban también Paul Newman por La gata sobre el tejado de zinc y el favorito para llevarse el premio, Spencer Tracy por El viejo y el mar. Fue ése un año raro para los premios.

Inicialmente quisieron encasillarle como galán explotando su físico, pero supo zafarse de esa etiqueta trabajándose el humor, de manera que pronto empezaron a etiquetarle como sustituto juvenil de  Cary Grant, a lo que él reaccionó saltando al drama con eficacia y demostrando que era tan difícil encasillarle como prevenir lo que iba a hacer a continuación ante una cámara. Esa característica de imprevisible era el mayor atractivo de sus personajes: uno nunca sabía por dónde iban a salir, incluso en las películas más modestas. Si algo se podía decir de Curtis ante las cámaras es que nunca aburría y tenía la misma habilidad para tomarse sus personajes en serio como para autoparodiarse si llegaba el caso, como hizo en un despropósito titulado Othello, comando negro, interpretando el papel de Yago en la que merece contarse entre una de las versiones más espantosas que han conocido las obras de William Shakespeare.

Si tuviéramos que buscarle un epitafio, el que quizá mejor le definiría está en una de sus propias declaraciones: “La comedia es la forma más honesta de ganarse la vida para un actor”.

Miguel Juan Payán

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