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sábado, abril 20, 2024
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Tora! Tora! Tora! ★★★

Tora! Tora! Tora! ★★★

Crítica de la película Tora! Tora! Tora!

El día que los japoneses despertaron al gigante dormido

Estrenada en 1970 y dirigida por Richard Fleischer, Hideo Oguni y Ryuzo Kikushima, la película nos sitúa en los días previos al 7 de diciembre de 1941, día en que los japoneses atacaron la base militar americana de Pearl Harbour. En aquellos momentos, el nivel de tensión entre E.E.U.U. y Japón estaba al límite debido al fuerte bloqueo comercial al que América había sometido al país nipón en el Pacífico.

Los japoneses, que buscaban romper ese bloqueo para tener así acceso directo a fuentes de combustible (petróleo), querían apoderarse de las islas de Borneo y Sumatra para conseguirlo. Pero claro, la flota americana del Pacífico se lo impedía… Y así fue como al almirante japonés Isaroku Yamamoto (Soh Yamamura) estableció la necesidad de atacar la base de Pearl Harbour.

La película nos muestra por parte de los dos bandos los hechos que precedieron al ataque, reproduciendo fielmente tanto la meticulosidad de los japoneses a la hora de preparar el ataque como el caos reinante en la jerarquía militar americana y el escepticismo de los altos oficiales sobre la posibilidad de un ataque por parte de Japón.

Lo primero que destaca en esta producción americano-japonesa (20th Century-Fox) es la honestidad con la que se demuestran los errores cometidos en ambos bandos, sin caer en la típica exaltación americana de la que muchas veces son víctimas en sus films bélicos. Sin ir más lejos, Pearl Harbour de Michael Bay (2001).

Esto es gracias al increíble trabajo de documentación histórica que se hizo para contar los hechos con la mayor objetividad posible, con un guión de Larry Forrester, Hideo Oguni y Ryuzo Kikushima que tenía más de 650 páginas para una película de 143 minutos.

Es muy interesante la propuesta que nos hacen en esta cinta, contando los acontecimientos que suceden de manera simultánea en los dos bandos sin posicionarse en ningún momento a favor de uno u otro bando. En este sentido es imposible no encontrar similitudes con lo que muchos años después (2006) hiciera Clint Eastwood con dos películas que contaban lo ocurrido en la batalla de Iwo Jima, una por cada punto de vista: Banderas de nuestros padres (bando americano) y Cartas desde Iwo Jima (bando japonés).

Siendo hoy considerada un clásico, en el momento de su estreno el público americano quedó muy descontento con la manera en la que había sido representada la Marina Americana: incapaces de prever el ataque cuando el alto mando restó importancia a las “advertencias” que habían conseguido descifrar de las comunicaciones japonesas gracias a la máquina “Purple” (inspirada en la máquina de cifrar alemana conocida como “Enigma”) y, por tanto, no estar debidamente preparados en el momento del ataque.

Quizás por este motivo la película fue un fracaso comercial en Estados Unidos, donde recaudó tan sólo 14 de los 25 millones de dólares que costó su presupuesto. Por el contrario, fue todo un éxito en Japón, logrando llegar a una recaudación total de 29 millones.

Lo que mucha gente no sabe de esta película es que, inicialmente, las escenas japonesas las iba a dirigir Akira Kurosawa quien, gracias a un engaño de la productora (20th Century-Fox), entró en el proyecto pensando que las escenas americanas las iba a dirigir el mismísimo David Lean. Cuando, habiendo ya rodado varias escenas, Kurosawa se enteró de esta sucia maniobra de la productora para tenerle en el proyecto, se agarró un enfado de aúpa, instando a diferentes marcas comerciales japoneses a no invertir en las futuras producciones de Fox para ver si así le echaban del proyecto. Finalmente la productora rescindió a regañadientes su contrato con Kurosawa pero se dice que la película todavía conserva algunos minutos del maestro. Fue entonces cuando contrataron a Hideo Oguni y Ryuzo Kikushima para las escenas japonesas, quienes además de dirigir, también trabajaron en el guión.

Tora! Tora! Tora! ★★★

Buena prueba de que en este proyecto había talento son las magníficas escenas de todo el ataque a Pearl Harbour rodadas de manera excelente, con unos efectos visuales impresionantes (recordad, año 1970), con explosiones espectaculares en las que vemos saltar todo por los aires y unos extras jugándose la vida ya que, por aquel entonces, no podían simularse las cosas por computadora como se haría hoy en día.

Lógicamente, la mayoría de cosas que se destruyen son maquetas pero eso no le resta peligro al asunto. Por ejemplo, hay una escena en la que un avión estalla en uno de los hangares de un portaaviones (no recuerdo el nombre del mismo) y somos testigos de cómo la gente huye temiendo por su vida. Bien, esta escena no fue preparada, fue un accidente real ya que la maqueta del avión debía estallar de manera controlada con un detonador pero, al empezar a grabar, el avión se desplazó en dirección opuesta a su objetivo, dirigiéndose a otro grupo de aviones también con explosivos y el equipo técnico tuvo que detonar el avión antes de tiempo, poniendo en peligro a todos los especialistas que se encontraban en escena pero evitando así una tragedia mayor. Es decir, que en esa escena, cuando vemos a los especialistas correr temiendo por sus vidas, no era broma.

Otra curiosidad de la película es que la mayoría de los aviones japoneses (modelo Zero) son en realidad aviones americanos (modelo Texan) reconvertidos ya que eran similares y que, cuando comenzó la producción del film en 1966, Japón no tenía aviones de combate en óptimas condiciones para volar. Muchos de estos aviones reconvertidos se utilizaron posteriormente en otros films como por ejemplo: La batalla de Midway (1976), El último de la cuenta atrás (1980) o en la mismísima Pearl Harbour (2001).

Una de las cosas sobre las que más se ha hablado en estos años es sobre el significado del título: TORA! TORA! TORA!. Hay dos posibles acepciones para la palabra TORA según como la analicemos: En su sentido literal significa “Tigre” pero, si la dividimos, “To” es la primera sílaba de “Totsugeki” (atacar) y “Ra” es la primera sílaba de  “Raigeki” (torpedo), por lo que juntas podría significar algo similar a ”Ataque de Torpedos”.

Tora! Tora! Tora! ★★★

La solución podría estar en cuándo es utilizada esa señal por los japoneses, justo al avistar la bahía de Pearl Harbor, descubriendo que todos los aviones americanos estaban en tierra y la flota amarrada en el puerto. Es entonces, aún sin haber lanzado aún ningún torpedo, cuando gritan la ya célebre señal TORA! TORA! TORA!, confirmando al alto mando japonés por radio que el ataque había logrado ser por sorpresa. Por este motivo, es más que seguro que la palabra TORA significa en realidad Tigre, haciendo referencia a una de las cualidades de estos animales que es su capacidad para atacar a sus presas de manera sigilosa, casi siempre por sorpresa.

La música corre a cargo de Jerry Goldsmith (El planeta de los simios, Papillon, La profecía, Alien el octavo pasajero, Acorralado…) quien a través de melodías muy elegantes consigue generar tensión a lo largo de toda la película hasta llegar al momento del ataque, en el cuál desaparece la música y asistimos a un espectáculo visual y sonoro de un bombardeo sin necesidad de pomposas fanfarrias que busquen emocionarnos o dar una épica que no existiera en pantalla… En esta película las imágenes son lo suficientemente potentes como para no necesitar ningún adorno musical, tan sólo es necesario que nos muestren ese bombardeo, con toda la bahía saltando por los aires mientras los americanos corren de un lado a otro con cara de: ¿Pero qué narices está pasando aquí?

El elenco de actores es bastante extenso, lo cual podría haber supuesto un problema al tener que dar protagonismo a tantos personajes pero lo cierto es que dan a cada uno el tiempo suficiente para presentarles y darles el peso necesario durante toda la trama. Destaco sobre todo el papel de James Whitmore (vicealmirante William F. Halsey), al que muchos de vosotros conoceréis por su papel de Brooks en Cadena Perpetua en la que hacía de bibliotecario. Es el que a mi entender tiene las mejores frases durante toda la película, como por ejemplo cuando, después del ataque, está en un buque mirando la bahía destruida: “Presentía algo así, le advertí a Kimmel que era una temeridad mantener unidades de la flota en este estanque… Lo que pienso ni siquiera me atrevo a decirlo… Algún día se sabrá la razón”.

En definitiva, tenemos una de las mejores películas bélicas que de manera honesta, objetiva y precursora a su tiempo nos cuenta los acontecimientos que acabaron provocando la entrada de los E.E.U.U. en la Segunda Guerra Mundial a través de los dos puntos de vista del conflicto: el americano y el japonés. Contando con unas actuaciones sensacionales, unas escenas de acción de las de antaño y unas imágenes aéreas muy bien filmadas para la época, puedo asegurar que es la mejor película sobre el ataque a Pearl Harbour en la historia del cine.

Rubén Arenal

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Tora! Tora! Tora! ★★★

Rubén Arenal
Nací en Cantabria en 1987 y uno de los primeros recuerdos de mi infancia es estar con cuatro años en la sala de cine viendo La bella y la Bestia (1991) con mi padre. Pasaron los años hasta que una noche vi en televisión Lawrence de Arabia y recuerdo que tras ver la película quedé extasiado. Desde entonces, el cine dejó de ser un entretenimiento y se convirtió en una herramienta con la que aprender y crecer como persona, ya que considero que una película tiene la capacidad de arañarte por dentro y dejarte cicatrices: algunas son superficiales y se curan con facilidad y, otras, te acompañan de por vida. Después de tantas “cicatrices”, decidí escribir sobre cine para contar mis experiencias tras ver una película y mostrar las “cicatrices” que me han dejado las mismas.

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