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miércoles, abril 24, 2024
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Torrente 4, Lethal Crisis ***

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Ya imagino que muchos críticos pondrán a caer de un burro la cuarta (y esperada por el público) entrega de Torrente atacando su sentido del humor gamberro, guarro y salvaje, políticamente incorrecto, sucio y descerebrado. Hablarán de mala película cuando su mayor pecado es que es una película que atrae al público en masa a los cines. Pero, además, cuando una película se denomina a sí misma la cumbre del cine chusco, lo que no se puede hacer es criticarla por ser… chusca, la verdad. Suena ridículo criticar algo por ser justo lo que promete ser.

Es una costumbre común, atacar lo que tiene éxito. Hace no mucho una película que ni ofendía ni hacía daño a nadie, pero que fue un enorme éxito comercial, como 3 metros sobre el cielo, se convirtió en el blanco de críticas iracundas por osar atreverse a arrasar en la taquilla con una historia de amor adolescente. Y española. Era como un pecado. Un delito terrible e imperdonable que hace que muchos críticos se lancen al cuello en busca de sangre. Como si triunfar en la taquilla siendo española no fuese lo suficientemente complicado como para encima poner aún más piedras por el camino.

Es una pena, pero lo que cuando es extranjero consideramos intrascendente, inofensivo y hasta simpático, cuando es nuestro se convierte en pecado y algo digno de llevar a juicio o similar. Es algo que ni comprendo ni comparto. No se puede andar destripando cualquier cosa que suene a éxito (ni defendiendo, ojo), cuando la producción es correcta y competente, o incluso espectacular en los medios empleados, y cuando, sobre todo, cumple con su objetivo primario. Cuando se va a ver Torrente 4 la principal pregunta es, ¿cumple con su cometido? Es una comedia, ¿hace reír? La respuesta es sí, y mucho.

Pero mucho, mucho. Torrente 4 son poco menos de dos horas de carcajadas compartidas una detrás de otra, donde lo sucedido en las anteriores entregas se lleva un paso más allá del mal gusto, lo cutre y lo cerdo. Con un par. Y con resultados que se ven y se sienten en la platea con unas carcajadas que, siempre, son mejor en compañía. La película parece siempre empeñada en forzar la historia un poco más, en llevar a los personajes un poco más lejos, obteniendo una de las películas gamberras más divertidas que hemos visto en años, y una de las más divertidas de la saga de Torrente.

Santiago Segura sabe cómo mover a sus personajes por los ambientes más deprimentes y decadentes que se le pasan por la cabeza. Sea un sex shop, un lupanar o la cárcel. Entiende y comprende a la perfección qué es lo que busca y espera el público de ésta película y se lo da sin reparos. Y encima en contundente 3D, que seguramente podría habérselo ahorrado. Seamos serios, no es que sea necesario para narrar la historia. Pero cuando aparece lo hace de forma bastante espectacular, asquerosa… divertida.

Trailer:

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Además, como siempre, Segura sabe rodearse de un grupo de actores que le sirven de colchón de apoyo a la hora de llevar el peso de la película. Gente que incluso no es actor o actriz profesional y que aparece en pantalla con una espontaneidad maravillosa, incluso sin saber muy bien qué hacer o qué pinta allí. Más allá de los cameos, ojo. Aportan frescura y un sentido del humor muchas veces hilarante personajes como Cañita Brava (y sus eternas 6000 pesetas de whisky…) o el Dioni son buenos ejemplos.

Ya cuando se trata de actores de verdad el resultado puede ser simplemente genial, como en el caso de Tony LeBlanc, eterno y único, o en el de Yon González, salido de El Internado para hacer un combo entre freak, macarra, Bruce Lee y mandril que no tiene precio y que trae recuerdos de los mejores momentos del Cuco de Gabino Diego en Torrente 2, uno de los personajes más queridos de la saga. Quizá el mayor debe sea el de Kiko Rivera, no porque él lo haga mal (repito, no es actor profesional), sino porque su personaje es el menos divertido y entrañable de la película.

Además Segura sabe hacer que el inicio de la película nos gane, desde sus veinte primeros segundos a lo largo de toda la escena inicial, recuperamos al Torrente más animal y guarro posible. Aquí en una boda liándolo de todas las maneras posibles habidas y por haber. Son unos minutos de proyección en los que las risas van en aumento. Una situación imposible detrás de otra, un momento vergonzoso tras otro… En esta saga eso significa reírte continuamente y además saber que lo estás haciendo de ti mismo, de lo peor de nosotros mismos.

Tras ese principio arrollador el ritmo decae un poco y hasta la llegada a la cárcel las cosas se tranquilizan demasiado, por desgracia. Es quizá la mayor deuda del director, guionista y actor con el espectador, esa pequeña laguna que no consigue hacernos reír tanto como debería (sobre todo a partir de la presentación nocturna de Madrid). Ni siquiera los cameos salvan esa pequeña laguna que ya aparecía en momentos de las tres anteriores películas y que es cuando Torrente cae en lo malo. Es guarra, pero no divertida, y eso es más difícil de llevar.

Ahora, si ustedes tienen intención de ver una comedia con buen gusto y elegante, se han equivocado mucho… pero mucho, mucho. El que va a ver Torrente sabe lo que le espera. Humor chusco, sal gruesa. Efectiva y salvaje sobre todo en compañía. Con un nivel de producción, en serio, que no parece de este país (ojo a la escena final en Plenilunio o a la persecución con la Guardia Civil), no sólo por el uso del 3D, con unos cameos muchas veces hilarantes y con más cara que espalda. Torrente vuelve por la puerta grande y lo hace más cerdo que nunca. Ni engaña ni estafa a nadie. Y funciona. Un placer culpable, sí, pero uno de los buenos.

Reírse de uno mismo siempre es sano, señores.

Jesús Usero

VIDEOCLIP:

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