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martes, mayo 7, 2024
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Transgression **

Transgression

Me joroba bastante decir esto, porque como sabrán quienes me hayan leído en otras ocasiones, creo que el cine de género es una de las herramientas esenciales para levantar el cine español hasta un nivel verdaderamente industrial. Y por tratarse además en este caso de una co-producción, otra práctica  que considero saludable e incluso esencial para nuestra cinematografía. Pero Trangresssion me ha parecido un fallido intento de plantear un argumento de intriga en el que se echa en falta la tensión y otras características presentes en estructuras argumentales similares, como por ejemplo, y sin ánimo de comparar, Funny Games, La habitación del pánico, o por quedarnos en la producción nacional, la interesante Secuestrados, de Miguel Ángel Vivas.

Está claro que las comparaciones además de odiosas, falsean el criterio de evaluación pretendiendo trazar parentescos entre proyectos que no tienen nada que ver entre sí, de distintos realizadores y con objetivos diferentes, pero no es menos cierto que citar títulos precedentes de temática similar puede servir para que el lector se ubique mejor e incluso comparando llegue a sus propias conclusiones, decidiendo si lo que yo cuento aquí se ajusta más o menos no tanto a la verdad como a una similar evaluación por parte del lector/espectador. Porque los críticos también podemos equivocarnos, o simplemente no andar muy finos cuando juzgamos una película mirándola por el filtro de nuestras filias y nuestras fobias. En este caso ya he dicho que acudía al pase favorablemente predispuesto a disfrutar de una intriga dirigida por realizador español, de género, en régimen de coproducción, y además con un reparto que inicialmente me apetecía ver funcionando juntos. Lamentablemente creo que los resultados obtenidos no son los más deseables.

El reto era grande, porque se trata de narrar una fábula de intriga en un espacio cerrado, sin exteriores –medida astuta para reducir presupuesto- y jugando sobre todo con la interpretación de los actores, más que con las escenas de acción trepidante. Pero en ese esquema, como digo muy  exigente, el guión no acaba de encontrar puntos fuertes de desarrollo para engancharnos en su juego de intrigas cruzadas, secretos insinuados, relaciones en conflicto. El resultado es por un lado reiterativo. Carlos Bardem, que por lo demás está impecable, como siempre, se pasa la primera parte de la película repitiendo varias veces la frase “vas a matarlo”. Le falta ritmo. Por ejemplo el personaje de Michael Ironside, también impecable en lo suyo, capaz de darle entidad a un personaje bastante tópico, consigue desatarse con gran esfuerzo, pero automáticamente es descubierto y vuelve a ser atado, la planificación de las secuencias de golpes, torturas, castigo, acción, persecución, etcétera tiende a ser plana, sin relieve, visualmente no tanto sencilla como francamente inexpresiva. Ambas cosas hacen que el desarrollo de la intriga divague, sea indeciso, sin tensión, por ejemplo en momentos que por otra parte parecen algo “pegados” a la trama, y poco creíbles en el marco de la situación que se nos propone, como ese “encuentro” entre Yon González y María Grazia Cucinotta, que realmente no acabamos de creernos tal como nos lo están contando, a pesar del indudable atractivo de la italiana, quizá porque su arrollador físico barre con todo y necesita subir unos grados más las escenas de corte sexual, o en caso contrario debería haber conducido a otra decisión a la hora de completar el reparto. Ojo que no quiero decir que la actriz tenga la culpa del mal funcionamiento de esta máquina de intriga mal engrasada, falta de ritmo, falta de frases de diálogo que realmente mantengan la atención del espectador. Ni mucho menos. Simplemente digo que aprecio cierta contradicción. Cucinotta es un Ferrari, potente, y el planteamiento de su indudable capacidad para convertirse en el epicentro de toda la trama, tal y como exige el guión, se complica por intentar al mismo tiempo utilizar su atractivo físico con figura de maggiorata en una clave de cine para público general, “blanco”, en el que las escenas de contenido sexual se solucionan con una elipsis –como la del encuentro con Ironside, en definitiva su marido- o se miran desde una distancia fría que hurta el contenido de atractivo erótico a la trama. No digo que tengan que subir el tono y poner a los personajes a fornicar como conejos, pero no fichas a alguien como esta actriz para luego cortarte. O lo que es lo mismo: no se matan moscas a cañonazos.

Dicho lo anterior, y para rematar este comentario, simplemente decir que las escenas de acción, en su planificación, tampoco llegan a crear la tensión debida. Hay varios ejemplos, como la escena de tortura del dueño de la casa o el momento en que un personaje le clava a otro un cuchillo en la pierna… No funcionan.

Miguel Juan Payán

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