Crítica de Trece vidas
Crítica de la película Trece vidas
Más que interesante relato de aventuras basado en hechos reales.
Una producción que llega a Prime Video y que deja el buen sabor de un relato de aventuras clásico y con un toque dramático, al estar inspirado en un hecho real, pero que hace unos años, no demasiados, podríamos ver en salas de cine sin problemas, y seguramente llenándolas. Ron Howard al frente de un reparto más que interesante son quienes configuran esta historia de supervivencia y superación, de ingenio y debates morales, de lealtad y confianza… Un relato humano sobre nuestra propia condición cuando nos vemos sometidos a las circunstancias más extremas y que, en los tiempos que corren, es perfecto para recordarnos que, a veces, el ser humano puede sorprendernos de la forma más maravillosa que existe. Por ejemplo, para salvar trece vidas.
Todos recordamos la historia del equipo de fútbol tailandés atrapado por accidente en unas cuevas inundadas, del que no se sabía si estaban o no con vida cuando desaparecieron a finales de junio de 2018. Un equipo formado por personas de 17 nacionalidades intentó por todos los medios encontrar a los chicos, doce jugadores y un entrenador, saber si seguían con vida y, finalmente, rescatarlos de ser posible. AL frente un equipo de buceadores liderado por Rick Stanton y John Volanthen, quienes encontraron finalmente a los chicos con vida e idearon el plan para sacarlos de la cueva, uno tan audaz y arriesgado que muchos pensaban que no funcionaría. Pero no parecía existir otra opción y el tiempo corría en su contra…
Si conocen la historia ya saben cómo termina, y si no seguro que se llevan una sorpresa al revisar el relato de la mano de Howard y su equipo de actores, liderados por Viggo Mortensen y Colin Farrell como Stanton y Volanthen respectivamente. Ellos dos son el alma de la película y reflejan en sus rostros lo que va sucediendo plano a plano, sobre todo por sus distintas personalidades que parecen chocar a veces, pero que siempre encajan. Los dos actores están sobrios, comedidos, elegantes y con un aire de maravillosa madurez, auxiliados además por nombres como los de Joel Edgerton, Paul Gleeson o Tom Bateman, cada uno con su momento de lucimiento y con sus imprescindibles aportaciones al relato.
Es cierto que ese relato se alarga demasiado hasta las casi dos horas y media, y que podía haber sido recortado, pero también es cierto que Howard está en su salsa, con su puntito de melodrama, pero habitualmente con una sobriedad narrativa que roza el documental. Hay poco espacio para los excesos y se agradece, porque los viajes acuáticos a la cueva son asfixiantes, claustrofóbicos y tensos, lo que hace que el relato funcione aún mejor. Desde esa imagen de Edgerton planteándose si lo que hizo fue lo correcto, al momento del descubrimiento de los niños… todo está medido y encaja. Es una película vibrante y poderosa, muy interesante en estos tiempos que corren, y que se disfruta de principio a fin.
Jesús Usero
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