Crítica de Veneciafrenia
Crítica de la película Veneciafrenia
Giallo y slasher se dan la mano en la última película de Álex de la Iglesia.
Una película que venía de una acogida tibia en Sitges que me hace preguntarme si hemos visto los mismos giallos o slashers antes de enfrentarnos a Veneciafrenia. La clave en la película está en el virtuosismo del director y de su forma de contar la película, realmente ligado a una fuerza maravillosa de la naturaleza detrás de las cámaras, a un reparto medido y con mucho talento y carisma, y a unas set pieces de terror que nos recuerdan a los maestros del género italianos, mucho más que a la contrapartida norteamericana del slasher. Incluso con gotas de grand guignol que vienen de la mano de ese teatro enorme en el que se convierte la ciudad.
Con los habitantes de Venecia algo hartos de la presencia de turistas en la ciudad destrozándolo todo, especialmente a los que vienen en los cruceros, un grupo de amigos españoles va a pasar unos días en la ciudad italiana disfrutando como nunca antes. Hasta que uno de ellos desaparece y el resto, liderados por su hermana, deciden encontrarlo, con la ayuda de la policía italiana y un peculiar habitante de la zona. Diferenciar entonces lo que ha sido real de lo imaginado, cuando un grotesco asesino recorre las calles de la ciudad, será una de las claves para sobrevivir a una pesadilla carnavalesca. Un relato sin complejos, divertido y directo, que apenas dura ochenta minutos y que funciona por su sencillez.
Hay un comentario de fondo al hecho de que el turismo está destruyendo la bella ciudad (toda la película está rodada allí) y hay también un punto en común con algo habitual en el cine de De la Iglesia, como es la máscara para esconder la personalidad real o, incluso, para mostrar quienes somos en el teatro de la vida. Pero son pinceladas que acompañan a las inventivas muertes y al virtuoso uso de la cámara. Acompañado todo de la presencia de nombres como Ingrid García Jonsson y Silvia Alonso por parte del reparto español, y Enrico Lo Verso, Cosimo Fusco, Caterina Murino y Armando De Razza en el lado italiano. Nombres de peso que aportan mucho a la historia con su mera presencia.
Sí, el guión no es lo más inspirado del relato, quizá, pero no es el desastre que había leído en alguna parte. Es directo, es contundente por momentos y deja que todo repose en la narrativa del cineasta que componen algunos de los momentos más interesantes visualmente de su carrera, entorno a la belleza de la ciudad de Venecia, pero también a lo misterioso, peligroso y lóbrego de alguno de sus rincones. Transmite tensión, sangre y humor, y hace que esos ochenta minutos pasen volando. No va a ser recordada como la mejor película en la carrera de su director, pero sí como un entretenimiento de primer orden, homenaje a un género que parece olvidado por muchos, por desgracia.
Jesús Usero
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