Mastodóntica, épica, emocionante e imprevisible. La película más espectacular de la historia del subgénero llega para confirmar lo que ya sabíamos: los verdaderos héroes de Marvel son los hermanos Russo.
Muchos aduladores del indie y que consideran el cine espectáculo poco menos que un ente demoníaco que fríe neuronas y usurpa esos templos de la cultura que ellos solo consideran dignos del cine de arte y ensayo dirán que con 300 millones de presupuesto, semejante plantel de estrellas y el mejor equipo de efectos visuales posible cualquiera podría realizar una gran película. No podrían estar más equivocados, y sino que se lo digan a la competencia directa de Marvel en este oficio de elaborar enormes epopeyas superheróicas. Los Russo afrontan con Infinity War, la primera parte del colosal cierre de la historia de este grupo de héroes, una titánica empresa en la que todo podría haber salido mal: desde la posible saturación y mal reparto de minutos de los héroes en pantalla, al caos tonal, narrativo y estructural, la construcción de un villano formulaico que no esté a la altura de las expectativas, que durante la proyección el sentimiento de decepción tras diez años de espera se instalara en el espectador o haberlo delegado todo al espíritu lúdico sin necesidad de dejar ningún poso dramático. Las posibilidades de fiasco eran infinitas, pero los hermanos han sabido sortear todas y cada una de ellas.
Los directores de Capitán América: El soldado de invierno y Capitán América: Civil War y los guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely ya habían demostrado en sus anteriores colaboraciones que son expertos en esto de gestionar plantillas de superhéroes y repartir minutos de juego. Todos y cada uno de los Vengadores tienen sus momentos épicos y de lucimiento que se quedan grabados en la retina de los marvelitas y de los aficionados al buen cine de entretenimiento; aunque por los escenarios en los que se sitúa la historia algunos tienen más protagonismo que otros. No hay que olvidar que se trata de una película de Vengadores con esteroides, al más puro estilo de los grandes eventos de los cómics. Por mucho que los directores hayan negado por activa y por pasiva que se trate de una película en dos partes, será imposible entender Infinity War sin Vengadores 4, de la misma manera que es imposible entenderla sin las 18 películas que le preceden. Es un homenaje a los fans que han pasado por taquilla y disfrutado con esta mega narrativa por fascículos que ha creado Marvel; un penúltimo capítulo de temporada del serial cinematográfico más grande de todos los tiempos que deja un cliffhanger infartante que hará que las legiones de seguidores teoricen durante meses. Por todo eso, no es un film en el que sea necesario elaborar arcos dramáticos para cada héroe (para eso ya están sus películas individuales), sino que su éxito reside en las interacciones entre ellos, en la capacidad de construir instantes memorables y definitorios para cada uno en el poco tiempo del que disponen (la entrada del Capi y su cara a cara con Thanos, la decisión de Gamora, la llegada de Thor, la muerte de determinados personajes… son innumerables y emocionantes créanme), en conseguir que el antagonista tenga la suficiente enjundia y que la aventura y la acción no decaigan. Si echan en falta mayor protagonismo de un personaje o la aparición en escena de otros, recuerden que todavía quedan 3 horas para que esta aventura eche el cierre.
La clave de los derroteros por los que va a discurrir el resto de la película reside en la primera escena. Los directores son lo suficientemente inteligentes para dejar fuera de la ecuación todo aquello que no funcionó en Thor: Ragnarok, como Korg y Valquiria, y en Guardianes de la Galaxia Vol. 2, imprimiéndole un tono más dramático y épico con algunos chistes, sí, pero que funcionan y no entorpecen los momentos cumbre. Empieza por todo lo alto, tomando decisiones arriesgadas y dejando claro que, además de la acción, la emoción también nos va a envolver y que Thanos es el verdadero protagonista. En ese sentido, me parece un acierto que la película sea completamente diferente a las dos anteriores propuestas de los Russo, cambiando el thriller político por una mayor presencia de aventuras cósmicas. La película tiene tres líneas argumentales que directa o indirectamente terminan confluyendo y que giran en torno a Thanos. La unión entre los personajes no se nota forzada y no se recurre a la acumulación, sino que en cada una de esas tres líneas narrativas dos personajes llevan la voz cantante y a partir de ellos se concentran el resto. Por un lado tenemos la protagonizada por Visión y Bruja Escarlata en la Tierra, a la que se le unen el resto del grupo del Capitán América, que es la más sobria y cercana a las dos anteriores películas de los directores; por el otro, la comandada por Iron Man y Doctor Strange con Spider-Man en el espacio, más enfocada a la aventura y con el característico cinismo e ironía de ambos personajes junto a un Peter Parker más maduro; y por último, la de Thor y los Guardianes de la Galaxia, con un tono más desenfadado y en la que prima un humor más absurdo. Eso sí, los Russo le quitan el disfraz de payaso a Thor y le devuelven el de héroe épico mientras que por el camino recuperan a los Guardianes de la primera entrega. Y parecía imposible…
El resultado es un perfecto reparto de minutaje repleto de ritmo (solo hay algunos bajones en la primera mitad) con un gran trabajo de montaje y de guion, que presenta acertados cambios de tono dependiendo de dónde se desarrolle la acción, y un villano en el que, al ser el único personaje que no conocemos, la película confía todo el trasfondo dramático a través de su relación con Gamora y el destino que cree que tiene que cumplir. Imponente y despiadado Josh Brolin como Thanos, al que el CGI no le resta ni un solo ápice de expresión facial gracias a la captura de movimiento, permitiéndole construir un antagonista que por momentos logramos entender y comprender sus motivaciones (atención al plano final, es increíble lo que han evolucionado los Russo como directores) y que ha pasado a ocupar el segundo lugar en el podio de los mejores villanos del cine de superhéroes solo por detrás del Joker de Heath Ledger.
En definitiva, en cuanto a espectáculos de acción y aventuras superheróicos Marvel vuelve a demostrar que no tiene rival y suben las apuestas respecto a Vengadores, El soldado de invierno y Civil War que, hasta el momento y para un servidor, constituían sus mejores películas. Por poner un solo pero quizá esperaba más de la Orden Negra y que la batalla del clímax final fuera más larga e intensa, al estilo de la del aeropuerto de Civil War o la de la primera de Vengadores, pero lo cierto es que el jugar con la acción en tres escenarios distintos termina equilibrando la balanza. La segunda mitad de la película, plagada de acción, sorpresas y apariciones inesperadas, es lo más espectacular e intenso que he visto en mucho tiempo, con la batalla de Wakanda y todo lo que acontece en el espacio (como un cruce entre El Retorno del Rey y El Imperio Contraataca, ese es el nivel) que deriva en un final que echa por tierra cualquier quiniela que hayamos podido hacer sobre muertes de personajes y que obliga a uno a abandonar la sala ojiplático ante el impacto emocional y las agallas que han tenido con semejante resolución. No permitáis que os cuenten nada. No dejéis que os la estropeen. El cine como espectáculo tiene sentido gracias a películas como ésta.
Alejandro Gómez
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VENGADORES: LA GUERRA DEL INFINITO XXXXX