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martes, abril 16, 2024
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A la deriva ★★★

A la deriva ★★★Baltasar Kormákur (Everest) dirige esta película basada en hechos reales, sobre la lucha por la supervivencia de una pareja de náufragos.

En la filmografía de Baltasar Kormákur existe una fuerte relación con respecto a las hazañas emprendidas por personajes aventureros, normalmente obsesionados con vencer las condiciones extremas que les impone la naturaleza. Everest, en 2015, mostraba cómo un grupo de escaladores debía afrontar su posible muerte, en una subida montañosa que se cobró la vida de la mayoría de los participantes. Y similares motores existenciales son los que se pueden localizar en A la deriva.

Nuevamente, una historia real inspira al cineasta islandés, para componer una película en la que la angustia por no perecer ante las adversidades se convierte en la principal protagonista.

El libro autobiográfico de Tami Ashcraft sirve de fiel guía argumental al responsable de Medidas extremas, para recrear la terrible experiencia sufrida por un par de jóvenes, mientras pretendían cubrir la distancia entre Tahití y San Diego, a bordo de un costoso yate.

El guion comienza con una chica herida, mientras las olas aporrean con violencia el costado de la nave en la que se encuentra. A partir de aquí, un flashback sitúa al espectador tiempo atrás, cuando la misma joven llega a Tahití. La muchacha, que se llama Tami, es una norteamericana con ganas de ver mundo; y, con el fin de pagarse su estancia, acepta un trabajo en el puerto de la localidad. Allí conoce a Richard Sharp: un navegante inglés, con el que la estadounidense comienza a desarrollar una apasionada relación amorosa.

Un día, unos amigos piden a Richard que lleve el barco que estos poseen a San Diego, a cambio de una suma de 10.000 dólares y dos billetes de vuelta. Tami y el marino británico aceptan el encargo, y se preparan para la complicada travesía. Lo que no saben es que será un viaje determinante en sus respectivas vidas.
Kormákur escenifica la trágica aventura experimentada por Richard y Tami con continuos flashbacks, que no logran activar el cansino ritmo por el que transita la película. La sucesión de paisajes increíbles y puestas de sol a mar abierto tampoco minimizan la sensación de anquilosamiento de un guion demasiado reiterativo y ralentizado.

Pese a desplegar una técnica fotográfica que recuerda a la usada por Nestor Almendros para retratar los idílicos escenarios de El lago azul, la relación amorosa entre Tami y Richard resulta un tanto ligera y artificial; por lo que es incapaz de desencadenar la reacción sentimental que el drama debería generar. Un problema que no queda simulado ni con el exceso de energía interpretativa ejecutado por Shailene Woodley.

Este defecto de forma y contenido desde el punto de vista argumental hace que la parte de la supervivencia de los náufragos se perciba como congelada en el tiempo, aunque Kormákur pretenda potenciar el interés con flashbacks relativos a escenas de declaraciones amatorias, y nostálgicos besos sobre la arena de playas solitarias.

Aunque también existe una explicación plausible para el ritmo machacante y entrecortado del filme: mirado desde la perspectiva de la angustia en pos de la supervivencia, esos efectos de agotamiento casan bien con la ansiedad de los personajes por ser rescatados de la situación límite en la que estos se encuentran.

Jesús Martín

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