Crítica de Black Phone
Crítica de la película Black Phone
Una de las películas de terror del año.
Un maravilloso viaje en torno a la idea de que los verdaderos monstruos somos nosotros mismos, tan aterrador como esperanzador al mismo tiempo, basado en un relato de Joe Hill (ya saben, el hijo de Stephen King, pero además un muy buen escritor de género), y con la dirección de Scott Derrickson, quien tras su paso por Marvel y después de abandonar Doctor Strange 2, rodó esta pequeña película de terror junto a Ethan Hawke, protagonista de Sinister. Sinister tiene todo mi cariño porque es un fantástico festival de sustos, pero podemos señalar que Black Phone es mejor en todos y cada uno de los aspectos que rodean la película. Menos efectista, más aterradora y con más personalidad. Por no hablar de su joven y brillante reparto.
En una pequeña zona de Denver de clase obrera en 1978, han desaparecido ya varios niños, secuestrados por una siniestra figura de la que nadie parece saber nada y al que la policía es incapaz de encontrar. Dos hermanos con un padre abusivo, viven en esa zona. Cuando él sea secuestrado por el temible personaje que aterroriza la zona, su hermana empezará a tener sueños en torno a su hermano desaparecido, mientras que en su cautiverio, encerrado en una habitación insonorizada, el niño recibirá llamadas de un misterioso teléfono negro que quizá sean de ayuda para escapar de su prisión. Una trama aparentemente sencilla que evoluciona maravillosamente en apenas 100 minutos mezclando esos elementos sobrenaturales con el terror de un secuestrador y asesino de jóvenes.
Mason Thames y Madeleine McGraw interpretan a los dos hermanos y son dos portentos. Porque te los tienes que creer y no pueden exagerar ni forzar. Porque su relación fraternal es maravillosa. Porque lo que trabajan con Jeremy Davies, su padre en la ficción, es creíble y único (Esa relación de un hombre violento que ama a sus hijos pero no sabe hacerlo. En dos escenas cómo definen la complejidad, los abusos, el miedo… y cómo evoluciona eso, de dónde viene y por qué ese hombre y esos niños son así. Repito, en 100 minutos). La determinación de ambos, que han pasado por tanto y que no van a rendirse… Brillantes. Y la presencia de Ethan Hawke tanto a través de su voz como físicamente… Una gozada. Es terrorífico y creíble.
El miedo en esta película está en Hawke y su personaje. Los sustos aparecen en lo sobrenatural y quizá sean lo que más sobra, aunque algunos son muy efectivos (y efectistas). El cuidado guión (excepto algún detalle que encaja regular…) brilla a la hora de crear la historia (el pausado arranque y su desarrollo), sus personajes y su universo, aportando Scott Derrickson ese toque personal en torno al cine de terror que tiene que ver con esas imágenes rodadas en 8 o 16mm, esas máscaras o ese sótano y sus habitantes. La película es una pequeña joya del género actual y una de las mejores películas de terror del año. Justo lo que necesitaba la industria desde las distribuidoras más importantes.
Jesús Usero
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