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domingo, abril 28, 2024
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Conan el bárbaro ★★★★

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Crítica de la película Conan el bárbaro

La mejor adaptación de las historias de Robert E. Howard llevadas al cine, superando todas los anteriores intentos de trasladar los mundos del subgénero de Espada y Brujería a la pantalla grande o pequeña. Atendiendo a la fidelidad a la fuente original, creo que esta nueva visión del personaje de Conan es la más cercana a la idea que tenemos la mayoría sobre el personaje, tanto a través de lo que hemos leído en las novelas del mismo como, no menos importante, de las visiones de los maestros del cómic Frazetta, Barry Windsor Smith y Buscema, las versiones Marvel e incluso los cómics publicados más recientemente por la editorial Dark Horse. Además es una muy entretenida película de aventuras que no se casa con nadie y es tan bestia en algunas de sus escenas como le reclama el subgénero que aborda. Sin paños calientes.

¿Por qué la mejor adaptación? Bueno, quienes compran la revista tiene mucha más información sobre lo que ha sido y cómo se ha desarrollado el subgénero de espada y brujería en la literatura y también en el cine, además de los carteles de las películas más destacadas del mismo en opinión de quien esto escribe, pero por lo que se refiere a la película en concreto, para empezar creo que es totalmente fiel a aquello que en mi opinión es más importante a la hora de abordar este tipo de historias: son narraciones nacidas en el entorno de las revistas pulp en las que prima la acción, donde se suceden los acontecimientos, con suspensión absoluta de la credibilidad y rica mezcla de géneros basada esencialmente en un cóctel de aventuras, terror y fantasía. Por si nunca han leído este tipo de narrativa, les pondré un ejemplo que pueden entender fácilmente: Indiana Jones y el templo maldito. Es la más próxima al tipo de narración episódica, casi de serial, en la que se incorporan muchas claves del tipo de narración pulp. Otro ejemplo conocido por todos: El imperio contraataca. Conviene percatarse de algo que comparten estas dos películas con esta nueva adaptación de Conan: manejan presupuestos de serie A, pero tanto sus personajes como sus historias, son de serie B. Es importante que ese espíritu de la serie B se manifieste en la forma de contar la historia, que en modo alguno pretenderá ser “realista” ni caerá en la tentación de jugar a ser “creíble”. Nada de eso importa. La fantasía manda. Lo imposible se manifiesta como posible. Y el ritmo debe de ser frenético, encadenando una aventura detrás de otra. El ritmo del serial le debe mucho a las tiras cómicas, es cierto, pero sus raíces se hunden también en esos cuentos breves y novelas cortas que hacían las delicias de los consumidores de revistas pulp antes de que la llegada de los cómics acabara definitivamente con ellas, obligando a sus características a emigrar hacia otros géneros y manifestaciones creativas del mercado del ocio literario o audiovisual. Ese ritmo frenético se recupera en Conan y si hacen memoria formaba también parte importante de la forma de contar de Indiana Jones y el templo maldito y El imperio contraataca. De hecho, forma parte del encanto y la popularidad de ambas junto con su mezcla de géneros, incorporando terror y fantasía al género de aventuras propiamente dicho.

El segundo elemento del género de espada y brujería que refleja fielmente esta nueva versión cinematográfica de las aventuras de Conan son los paisajes en los que se desarrollan este tipo de historias, tanto en los relatos y novelas de Robert E. Howard como en las traducciones de los mismos a los cómics sobre el personaje. La película recuerda en la manera de tratar algunos de sus paisajes, como el monasterio, los palacios y las ciudades abandonadas, el trabajo de pinturas sobre cristal y trabajo pictórico con los fondos que aplicaron los clásicos del género de aventuras y capa y espada en el Hollywood de la era dorada. Hoy se ataca ese asunto con diseño por ordenador, pero una de las características de esta película es que ha intentado reducir al mínimo el trabajo con los efectos especiales diseñados por ordenador para optar por las localizaciones reales (impresionantes grutas y demás), y a la hora de crear ciudades perdidas, darles ese aire legendario esencial de pasado remoto que es el alma de los paisajes del género de Espada y Brujería.

El tercer toque de fidelidad a la fuente original está en algunos momentos que son Conan el bárbaro cien por cien, y que parecen salidos directamente de las páginas de uno de los relatos de Howard o de los dibujos y viñetas de los artistas citados antes, como la batalla con la que arranca la película, el ataque de los pictos a los niños en el bosque, la pelea con los guerreros de arena, la entrada en la fortaleza por las alcantarillas o la pelea con el kraken… Todos esos momentos y muchos otros son los que han conquistado al imaginación de los millones de seguidores de Conan el bárbaro en todo el mundo: son aventura pura y dura, acción sin contemplaciones, trepidante, contundente y eficaz, una explosiva mezcla de géneros que nos devuelve la fantasía sin enmiendas ni recalibrados de corte romántico ni pretensiones estilísticas o literarias. Su objetivo, sano e incluso diría que sagrado objetivo, es simplemente entretener. No pretende hacernos reflexionar sobre nada, ni quiere cambiarnos la vida. Estamos allí para divertirnos y evadirnos.

Habrá quien intente establecer comparaciones entre esta versión de Conan y la dirigida por John Milius con Schwarzenegger como protagonista. Gran error. En mi opinión, van por caminos totalmente distintos. Milius tomó Conan como referencia para organizar su propia versión de la mitología guerrera nórdica, reconstruyendo a su manera, y con un clarísimo tono operístico, sobre todo en la batalla final, algo así como su propia versión de la historia de los Nibelungos que Fritz Lang llevara a la pantalla en una película genial. Consecuentemente, la versión de Milius era menos fiel a la fuente original de Howard y los cómics y trabajaba el personaje de otro modo. Para saber más sobre ese asunto os remito al reportaje que le dedicamos al género de Espada y Brujería en el número de agosto de la revista. Milius quería crear, y de hecho creó, su propia versión del personaje.

Por el contrario, la nueva película de Conan ha elegido esa fidelidad a las fuentes originales que destaco en las líneas anteriores. Personalmente soy incapaz de renunciar a la versión de Milius en beneficio de ésta, y viceversa, no dejaría atrás a esta nueva película para poner en primer lugar la de Milius. La personalidad de Milius reina en aquella con gran solvencia en la dirección mientras en esta domina incansablemente el esfuerzo por trasladar a la pantalla el verdadero espíritu de las historias de Conan. Las dos opciones me valen igualmente. Son diferentes. Es bueno que sean diferentes. No hay una “mejor” que la otra precisamente porque son diferentes.

Pero, para ser más claro, la manera en la que entiendo Conan está mejor representada en ésta. La violencia del personaje desde su infancia y su barbarie casi ingenua, enfrentada a los peores defectos de la civilización, su anacrónico carácter que navega siempre a contracorriente de los tiempos, su capacidad para ser políticamente incorrecto (bendita incorrección política, por cierto), lo convierten en un icono de resistencia contra lo establecido y lo previsible. Más que un hijo del caos enfrentado al orden, que también podría ser otra interpretación del personaje, lo convierten en una reivindicación de los apetitos e instintos primarios de nuestra especie, ese nexo de unión con nuestro pasado animal, cuyo control forma parte de lo mejor y lo peor que tenemos los seres humanos.

Y todo eso y mucho más, para quien quiera bucear más en el subgénero de Espada y Brujería, está en esta nueva versión de Conan, una película que voy a ver varias veces… como la de John Milius.

Miguel Juan Payán

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Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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