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Crítica 65 ★★★

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Crítica 65 película dirigida por Scott Beck, Bryan Woods con Adam Driver, Ariana Greenblatt, Chloe Coleman

Parraque”jurásico fusionando náufragos, dinosaurios y ciencia ficción.

         Cine de aventuras sin complejos asentado en la sencillez de la propuesta y quizá en exceso autocomplaciente, pero eficaz como entretenimiento para pasar el rato. En noventa minutos podemos ver cómo Adam Driver se pasea por un resumen de las secuencias de acción de la primera película de Parque jurásico -cuando disparar contra dinosaurios en lugar de domesticarlos todavía estaba permitido-, ejerciendo como Robinson Crusoe del futuro-pasado y niñera de una niña de nueve años después de que su nave se de un piñazo de órdago contra un planeta plagado de dinosaurios hambrientos que han decidido añadir a las víctimas del siniestro a su dieta.

         El juego con la extensión del prólogo pre-título más de lo habitual señala el camino de una producción de cine de atracciones con muy esquemático desarrollo de personajes y propuestas muy básicas que se autodefine en ese plano cenital de Driver con la niña en brazos mirando la huella gigante. Toda una declaración de principios que deja muy claras las intenciones de los responsables de este largometraje: volver a un cine de entretenimiento y evasión sencillo, en modo argumental, de metraje y de limitado desarrollo de personajes que recuerda a las producciones de serie B, eso sí reforzada en este caso con un despliegue de efectos visuales que para sí habrían querido los títulos emblemáticos de la era dorada de la ciencia ficción cruzada con terror que se paseaba por la cartelera en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo.

         En apenas noventa minutos de duración, 65 es impecablemente entretenida, aunque no llegue a pasar la barrera de tensión de un capítulo televisivo de una serie de televisión que aprovecho para recomendar aquí a los amigos del cine de dinosaurios por si no la han visto: Primeval (la británica, rechacen la copia canadiense que es un reverendísimo truño).

         65 no aburre a pesar de su carácter totalmente previsible y su camino sin grandes sorpresas, porque esencialmente es una película de carrera persecución en el que todos los dinosaurios quieren merendarse a los protagonistas, enfrentados a la misión imposible y contra el tiempo para encontrar la manera de darse el piro de un planeta que parece condenado a convertirse en pulpa galáctica cuando el meteorito de turno se acerque a saludar.

         Es un cine que reniega voluntariamente de buscar identidad propia para entregarse a la recopilación de breves pinceladas pilladas al vuelo de otras cien películas precedentes. Así por ejemplo busca sus recursos de trasfondo emotivo del protagonista rescatando pelusilla del bolsillo de Interstellar de Nolan, y mezcla eso con una odisea de supervivencia bajo la sombra del modo Disney de ver estas cosas con niña huérfana intrépida a cuestas que afortunadamente no progresa en la más abominable y nauseabundamente ñoña secuencia de la película -cría de dinosaurio en peligro- y se libra contundentemente del síndrome de la mascota, momento a partir del cual la película se convierte en una tocata y fuga sustitituyendo el órgano por momentos birlados visualmente al parque jurásico de Spielberg.

Adam Driver en 65

         En su limitado contenido argumentalmente se revela así como firme partidaria de las segundas oportunidades, por partida doble, tanto por lo que respecta a la recuperación de planos de dinosaurios hambrientos de Parque jurásico y sus dos secuelas como por lo que se refiere al propio viaje que hacen los protagonistas para superar su pérdida, o al propio planeta que, a juzgar por el plano final que acompaña los títulos de crédito de cierra, encuentra otra alternativa para desarrollarse después de superar su propia crisis, limpio ya de alimañas jurásicas. Pero tampoco hay que ponerse muy serios en el análisis de estos dos últimos asuntos, porque la verdad es que no son más que escusas para poner en pantalla unas cuantas secuencias de acción encadenadas desarrollando una versión extendida a todo el metraje de la parte que se centra en el paleontólogo y los niños en Parque jurásico

         Le aplaudo a esta película su capacidad para aceptar sus limitaciones a través de su metraje. En un mundo en que cualquier película con poco más que contar como anécdota argumental que algo de similar calado al de 65 se empeña en irse a una hora cuarenta o incluso dos horas y pico (sin ir más lejos, la hipertrofiada y prescindible última entrega de la franquicia jurásica, Jurassic World: Dominion), resuelve su argumento en hora y media. No mete de propina ni un segundo más de lo que necesita su trama.

         Le aplaudo también su capacidad para no recargar con moñadas o pancartas su flojo argumento para disfrazarse de propuesta de narrativa introspectiva intelectualoide. Va a lo que va, a calzón quitado y sin engañarse ni engañar.

         Le aplaudo el trabajo funcional y muy pragmático de sus actores, y a los directores y guionistas les aplaudo que intenten devolver a la cartelera un cine que no pasará a la  historia ni revolucionará el cine, pero sí fabrica un rato entretenido al estilo de las películas de sesión continua y programa doble que nos facilitaron evasión de pasarratos sin complejos durante muchas tardes de sábado y domingo.

                                                                       Miguel Juan Payán

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Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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