Crítica Acusado película dirigida por Philip Barantini con Chaneil Kular, Lauryn Ajufo, Nitin Ganatra, Nila Aalia
Fusión de terror con aspiraciones de reflexión sociopolítica.
De qué va Acusado
Un joven es identificado erróneamente y sin fundamento ni prueba alguna como el autor de un atentado terrorista.
Crítica Acusado
El poder corruptor del miedo
Lamentablemente los acontecimientos recientes en Israel y Palestina convierten esta película en una oportuna y necesaria llamada de atención sobre el poder desequilibrante del miedo en la convivencia de nuestra sociedad, reforzando su interés de cara a una reflexión sobre la civilización y el poder de la barbarie de los incivilizados, a uno u otro lado de todas las trincheras de nuestro mundo, para corrompernos a todos y convertirnos en bárbaros.
La trama de Acusado nos pone en la piel de un inocente estigmatizado por su aspecto, origen, cultura, religión o cualquier otra variante que lo convierte en blanco de una persecución después de un atentado en suelo británico. Es así una crónica de sucesos que nos sitúa en una sociedad que intentan exorcizar sus miedos a través de la venganza, con el refuerzo de las nuevas tecnologías y más concretamente las redes sociales para perpetrar el linchamiento.
O lo que es lo mismo: cualquiera puede convertirse en un monstruo si está lo suficientemente asustado.
El poder corruptor de las palabras, acusaciones y sospechas sin fundamento, así como la capacidad para linchar a cualquiera sin pruebas, basándose solo en sospechas, constituye el punto de partida de esta fábula en la que asistimos a una tormenta perfecta en la que coinciden las peores pesadillas de todos, atentados y persecución, estigmatización y linchamiento.
El poder mortal de las palabras
En lo referido a su capacidad para exponer el problema, abrir debate y reflexión la película es muy interesante en la parte de la propuesta que podríamos calificar como político-social. Sin embargo en el momento en que la película elige cambiar de piel para convertirse en una fábula de terror es cuando se resiente en su ritmo, por entrar en un territorio muy transitado de corte genérico que tiene dificultades para sostener sin caer en los arquetipos, momentos básicos y reiteraciones propias de las historias de persecución y asalto a casa, entregándose a todos los lugares comunes mil veces repetidos con cierto agotamiento visual que de algún modo manifiesta y es eco del propio agotamiento de la propuesta de partida.
Era en el momento del estallido de la violencia cuando la película debería haber tomado como referentes antecedentes ilustres como Perros de paja (Sam Peckimpah (1971) y La caza (Thomas Vinterberg, 2012).
Opta Acusado así por agotarse en una persecución nocturna que no aporta mucho o más bien casi nada a su propuesta más interesante de partida en lugar de seguir desarrollando esta en clave de relato social para poner a su protagonista a huir y defenderse del acoso de los agresores algo que por otra parte no hace con demasiada originalidad o capacidad para sorprender visualmente, sino muy por el contrario ajustándose casi escrupulosamente a lo previsible en ese tipo de fórmula. No contribuye por otra parte a reforzar la amenaza el hecho de que sean solo dos las figuras que pretenden perpetrar el linchamiento, en lugar de una horda en toda regla como hacían presagiar los comentarios que circulan por las redes sociales previamente.
En lo más interesante del esquema hay un atisbo, lamentablemente no desarrollado, de lo fácil que resulta generar un linchamiento en las redes sociales de nuestros días, que conduce a una toma de postura sobre nuestra participación cotidiana y quizá sin darnos cuenta continuada en la perpetración de este tipo de acosos que siempre puede generar consecuencias materiales o en todo caso es una apuesta por la generación de caos y desacuerdo. Repito que la película cobra mayor actualidad de la que podría haber tenido inicialmente por los recientes acontecimientos en Israel y Gaza, y hablo desde mi perspectiva como persona que, como muchos otros, ya fue insistentemente presionada para que tomara postura poco después de que llegaran los primeros titulares de lo ocurrido, incluso sin tener la información válida y suficiente para pronunciarse sobre los mismos con coherencia y madurez.
No es esa forma de construir una sociedad, no es forma de convivir y sí es la mejor forma de provocar el caos y destruir la civilización desde la barbarie.
Te gustará si te gustó…
Aunque juega con casi las mismas cartas de la baraja de ilustres antecedentes como Perros de paja (Sam Peckimpah (1971) y La caza (Thomas Vinterberg, 2012), se queda por debajo de los mismos.
Miguel Juan Payán
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