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Crítica Los colores del incendio ★★★ (2024)

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Crítica Los colores del incendio película dirigida por Clovis Cornillac con Léa Drucker, Benoît Poelvoorde, Alice Isaaz, Clovis Cornillac, Olivier Gourmet .

Crítica de la película dirigida por Clovis Cornillac, basada en la novela homónima de Pierre Lamaitre.

De qué va Los colores del incendio

Madeleine Péricourt (Léa Drucker) es la heredera legítima de la fortuna de su abuelo millonario; sin embargo, la mujer tiene numerosos enemigos que planean su ruina. Entre los principales adversarios se encuentra el banquero Gustave Joubert (Benoît Poelvoorde): un maquiavélico y ambicioso individuo que engaña a Madeleine, con el resultado de provocar el endeudamiento de la legataria de la antigua grandeza de los Péricourt.

Crítica Los colores del incendio

Existe una atmósfera desconcertante y sainetesca, que acompaña a cada secuencia de esta cinta ambientada en la complicada época del período de entreguerras. Mientras el mundo se encaminaba al apocalipsis de la Segunda Guerra Mundial, los protagonistas de este largometraje parecen ajenos a los infiernos existenciales que tomarían cuerpo con la implantación del Tercer Reich, y el bestial genocidio perpetrado por los nazis. Un efecto de extraña artificialidad, que provoca que los actores se muevan a través de un dramatismo caricaturesco y nada convincente.

El cineasta Clovis Cornillac (quien también colabora como actor en el film) realiza un meritorio trabajo de ambientación histórica, pero fracasa a la hora de dotar de la suficiente significancia humana y sensible a los roles que deambulan por el metraje de la movie. Algo parecido le sucedió a Albert Dupontel, cuando trasladó al lenguaje de las imágenes en movimiento Nos vemos allá arriba (el primer capítulo de la saga literaria desplegada bajo el título de Los hijos del desastre, en la que Los colores del incendio se encuadra como la segunda parte). Una fórmula que resta verosimilitud a lo que ocurre en la pantalla, como si se accediera a una pantomima de signo vengativo, y no a una auténtica historia escenificada con coherencia.

Dentro de ese empeño en anular cualquier signo de tragedia, situaciones tan salvajes como el intento de suicidio del hijo de la protagonista por los abusos sexuales de un amigo de la familia quedan suspendidas en un vacío poco aleccionador; algo que también se percibe en el épico momento en que la soprano Solange Gallinato (Fanny Ardant) canta el Va Pensiero, de la ópera Nabucco de Verdi, frente a la plana mayor del Tercer Reich (Hitler incluido).

Los colores del incendio

Tales acciones, consistentes en restallar los rescoldos traumáticos del relato, consiguen transformar la película en un producto audiovisual de poca entidad humana, pese a su tono agradable y conciliador. Bajo este paraguas caricaturesco, los personajes sufren una continua rebaja en su comportamiento ante la adversidad, y conviven ocultos tras máscaras sociales que eliminan sus necesarios enlaces con la atemorizante realidad que deberían experimentar.

En ese ecosistema voluntariamente teatralizado, el guion elaborado por el novelista Pierre Lamaitre se concibe como un texto falseado convenientemente, destinado a diseñar el enrarecido ambiente de riqueza -y de ampulosidad con toques modernistas- en el que se mueven la ingenua Madeleine Péricourt y los demás tipos que la acompañan en la cinta.

Como en la novela que da pie a la película, Los colores del incendio participa de una actitud de surrealismo carente de cargas de profundidad analítica, fórmula en la que se cuela la comprensible venganza orquestada por el papel que encarna la brillante Léa Drucker. Un plan que tiene una clara inspiración en el clásico de Alejandro Dumas El conde de Monte Cristo, y cuyos trazos artísticos parecen salidos de una revista de moda de la belle époque. Todo un engranaje demasiado elitista y aburguesado, que no sirve para ilustrar los abismos de terror que preconizaban las fuerzas germanas de Adolf Hitler, tras su llegada al poder (la parte en que Madeleine juega al espionaje industrial en la Alemania de principios de los años treinta del siglo XX está grabada de una manera bastante inverosímil, y no acentúa con eficacia el miedo que sentían los residentes en la nación dominada por la esvástica).

Te gustará si te gustó…

Obviamente, los seguidores de las historias de Pierre Lemaitre y de la película Nos vemos allá arriba encontraran un agradable disfrute con la obra de Clovis Cornillac.

Jesús Martín

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Jesús Martín
Soy un auténtico apasionado de las películas que despiertan la imaginación

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