Crítica Anatema película dirigida por Jimina Sabadú y protagonizada por Leonor Watling, Pablo Derqui, Jaime Ordóñez y Manuel de Blas.
Jimina Sabadú diseña una ingeniosa puesta en escena, para provocar el terror de naturaleza ancestral y religioso.
De qué va Anatema
Juana (Leonor Watling) es una monja especializada en arquitectura, a la que le persiguen los fantasmas de un pasado plagado de seres oscuros. Sus pesadillas comenzaron cuando la mujer era una niña, mientras asistía a la comunión de su hermano Miguel. Desde entonces, la protagonista se ha mantenido alejada de la iglesia madrileña en la que se sucedieron los hechos que conmocionaron su infancia. Pero un mandato de la diócesis, relacionado con la restauración del templo infernal, obliga a Juana y a un grupo de personas a adentrarse en las macabras criptas subterráneas del lugar; donde reside un espíritu maligno deseoso de destruir a la Humanidad.
Crítica Anatema
Las películas sobre iglesias conquistadas por demonios poderosos suelen dar resultados excelentes a la hora de asustar a los incautos espectadores, que acuden a las salas a pasar miedo. Pero, en ese objetivo de sentido comercial, también cuenta la factura del producto en cuestión, muchas veces por encima de sus inclinaciones temáticas. Según esto, queda claro que en este terreno es difícil alcanzar los niveles de desasosiego y consternación que lograron títulos clásicos como El exorcista o Narciso negro.
Anatema se inscribe en el subgénero de los templos mediatizados por las intenciones delirantes de una cohorte de diablos retadores, y lo hace con un juego a medias entre la potenciación de las atmósferas siniestras y los maquillajes imposibles. Jimina Sabadú saca a pasear un muestrario de efectos especiales de pinceladas tenebristas, con el fin de provocar el impacto inmediato y simplista en momentos puntuales del film. No obstante, tanta traca infernal de laboratorio de infografía diluye la importancia de los ambientes malsanos y góticos, que se había encargado de ilustrar en la parte inicial del metraje.
Sabadú maneja de manera adecuada los prolegómenos de la pesadilla que paraliza a la protagonista (la hermana Juana), pero fracasa a la hora de elevar el mensaje a una mixtura entre el milenarismo apocalíptico y la lucha contra las posesiones asesinas.
Bajo estas coordenadas, el reparto –liderado por una convincente y comprometida Leonor Watling- cumple en sus respectivos papeles, a pesar de que las caracterizaciones quedan asfixiadas por el empeño en compaginar verosimilitud y espectacularidad.
A simple vista, Anatema entra directamente en el género del terror religioso –con la eterna dicotomía entre el Bien y el Mal como tesis fundamental-, pero pronto transita otras áreas, tales como el drama y las aventuras al estilo de Indiana Jones. Precisamente, este último aspecto es el que mejor explota Sabadú, y que le sirve para nutrir la personalidad de los roles que forman el equipo destinado a acabar con la maldición de la iglesia madrileña que alberga la extraña “madriguera” de espectros.
Pese a algunos chispazos que parecen inspirados en El día de la bestia, la película de JS describe una evolución argumental poco sorpresiva, que mezcla asuntos tan increíbles como el de la bilocalión sensorial y el de los exorcismos con vómitos pringosos.
Semejantes elementos contribuyen a rebajar la ansiada intensidad que se suele buscar en una movie como Anatema, aunque Sabadú aprueba en lo relativo a entretener al personal con un relato de ultratumba por lo menos resultón.
Te gustará si te gustó…
De El día de la bestia a El príncipe de las tinieblas y Memorias del ángel caído.
Jesús Martín
Copyright 2024 AccionCine. Se permite el uso del contenido editorial del artículo siempre y cuando se haga referencia a su fuente, además de contener el siguiente enlace: www.accioncine.es
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp o Telegram para recibir las noticias en tu móvil o únete al grupo AccionCine de Telegram para conversar de cine y hacer amigos.
Crítica Anatema