Crítica de La bestia
Crítica de la película La bestia
Entretenida y breve, tan potente visualmente como imposible en su desarrollo.
Baltasar Kormákur tiene una carrera en Hollywood y en su país de origen de lo más interesante, por ecléctica y a veces imprevisible. Series y película de toda índole que nos hacen disfrutar a veces, con un marcado componente visual, pero con guiones endebles muchas veces. Ha rodado Two Guns, Everest, A la deriva, Contraband, Las marismas, Medidas Extremas o la serie Atrapados. Y ahora nos trae La bestia, una película con un peligroso animal suelto que puede recordar estrenos recientes como Infierno bajo el agua, Rogue o incluso Megalodón. El resultado de ésta nueva La Bestia es similar a las mencionadas o al cine del director. Un potente desarrollo visual, un reparto interesante, pero un guión fallido muchas veces.
La Bestia muestra a un padre de regreso a Sudáfrica con sus hijas adolescentes, para pasar unos días con un viejo amigo, tras la muerte de su esposa y madre de las chicas, quienes además echan en cara a su padre cómo acabó todo. El amigo vive en una remota región, donde la madre se crio, y donde hay un territorio de safari que van a visitar los cuatro, aunque los cazadores furtivos han convertido la región en un peligroso territorio. Pero no será de ellos de quien tienen que preocuparse, sino de las consecuencias de sus actos, que han dejado a un león sanguinario y con ganas de venganza, dispuesto a matar a todo ser humano que se cruce en su camino.
Idris Elba, Sharlto Copley… no importa cómo de ridículo pueda ser un guión, estos dos señores te levantan cualquier historia en un momento y sin despeinarse. Su presencia es lo que da sentido a la trama. De hecho, hay un momento previo a la acción, en el que ambos hombres comparten confidencias al calor de una botella de whisky, y ahí tienes una película si dejas a los protagonistas con un par de líneas de guión más. No hace falta león suelto. El problema es que la película se empeña en traer un león que complica la situación. Excelente para el relato de aventuras, pero no para el drama humano. Porque cuando aparece el enemigo externo, la historia deja de tener mucho sentido, honestamente.
Pese a ello se mantiene firme durante su primera hora de metraje más o menos. Mientras le dura la gasolina. Hasta que llegan los últimos 20 minutos y lo que habían sido detalles no muy coherentes de guión se convierten en un sinsentido que arranca más de una risa involuntaria y que no hay por dónde cogerlo. Todo el trabajo visual de Kormákur, todo es esfuerzo porque el CGI no cante, por ser más contenido… se va al garete. Y nos quedamos con la sensación de que ha sido un viaje entretenido, disparatado, pero poco más. No la recordaremos como lo mejor o lo peor del año. Aunque algún momento si puede ser el más disparatado del año, la verdad…
Jesús Usero
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