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Crítica Detective Conan Black Iron Submarine película dirigida por Yuzuru Tachikawa
Refrescante homenaje manga a los géneros de espionaje y ciencia ficción.
En su película número 26 el icónico personaje del manga escrito y dibujado por Gosho Aoyama, estrella también del anime, no presenta agotamiento alguno de su fórmula y sigue mostrando toda la gama de variopintas maneras de abordar su disparatada propuesta -detective adulto atrapado en el cuerpo de un niño- con refrescante eficacia y convicción en sus propios códigos narrativos y genéricos.
Nacido a mediados de los noventa como manera de explotar la ola de éxito de las historias de intriga en el manga japonés, Detective Conan ha probado ser una propuesta de creciente fuerza en el contexto del manga y el anime precisamente por mantenerse fiel a su idea inicial que, de partida y para ajenos a la mitología del personaje, puede parecer forzada pero no lo es tanto en el marco de la búsqueda de originalidad y la otra vuelta de tuerca que suele caracterizar la premisas argumentales de manga y anime y aplauden sus consumidores.
Es comprensible que para un espectador ajeno al personaje y su mundo, la entrada en los mismos desde esta película por primera vez puede ser demasiado exigente y confusa, y así he de advertirlo, pero igualmente apunto que la manera en que esta película organiza su información de partida para generar una rápida familiaridad en espectadores no iniciados con la amplia -muy amplia- galería de personajes y complejas situaciones que estos viven en el marco de la intriga general de la franquicia -el enfrentamiento con los misteriosos Hombres de Negro-, permite ser optimistas en cuanto a la accesibilidad de todo lo que aquí se nos cuenta para quienes nunca hayan leído o visto nada sobre Detective Conan. Y, superado ese ligero obstáculo inicial, eficazmente solventado por la dosificada pero más que suficiente información sobre el pasado de historia y personajes que nos suministra este largometraje con breves pinceladas que en ningún momento frenan el ritmo de la trama desarrollada en el mismo, es incluso muy posible que nuevos seguidores se añadan a los muchos que ya tiene la franquicia y busquen más encuentros con la misma en el futuro.
En su conjunto, Detective Conan: Black Iron Submarine es en primer lugar fiel con sus antecedentes e igualmente fiel con el homenaje a las fórmulas clásicas de la narrativa literaria y audiovisual de intriga que la inspiraron y homenajea continuamente. Es así una digna heredera de fuentes de inspiración que se remontan a las aventuras del detective Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, homenajeado en el propio nombre del protagonista, o a uno de los primeros seriales del cine, Los vampiros (1914), aplaudida por los surrealistas y homenajeada por Olivier Assayas en su largometraje Irma Veep (1996) y en la miniserie del mismo título protagonizada por Alicia Vikander en 2022, pero al mismo tiempo no duda en hacerse eco de las peripecias del cine de espionaje más fantasioso y cercano a la ciencia ficción que puso de moda en los años sesenta y setenta el ciclo cinematográfico de 007.
El ritmo de serial garantiza para esta película, como en general para todas las aventuras previas de Detective Conan, un automático anzuelo para el público en lo referido a mantener el interés, resultando así en un espectáculo entretenido cuya propia trepidación constante impide que nos paremos a pensar en lo improbable de su propuesta argumental y trabaja con habilidad su carácter de fusión de géneros en paralelo con otra de las características notorias de la franquicia: su liberadora para situarse por encima de fronteras de género e incluso de época, que comparten tanto la propia franquicia como los argumentos de los casos que resuelve el protagonista.
Detective Conan se sitúa así en un tiempo y un mundo propio en el que no existen ni demarcaciones de género narrativo ni fronteras entre lo posible y lo imposible que limiten la imaginación de sus historias pero, y eso lo aplaudo, sigue siendo fiel en este largometraje al concepto de animación propio del momento en que nació el personaje que más allá de la sugerencia nostálgica que pueda suponer para sus más veteranos seguidores consigue combinarse con una actualización no invasiva para mantener el espíritu del concepto sin alejarse de la necesaria evolución que le ha permitido convertirse en un icono de la cultura popular para varias generaciones.
Cualquier cosa puede suceder en un manga, una serie o un largometraje de Detective Conan, y eso es lo mejor de reencontrarse con el personaje, que además mantiene su capacidad para tratar en serio y con solvencia intrincadas tramas criminales en las que la intriga y el espionaje se dan cita con la misma vitalidad que tuvieron los iniciadores cinematográficos de este tipo de historias, recordándonos planteamientos de ritmo y de historia que se remontan también al primer clásico iniciador del cine de espionaje que fue Spione (1928), dirigida por Fritz Lang.
Miguel Juan Payán
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