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Crítica Devotion
Brillante espectáculo aéreo ideado por J. D. Dillard, destinado a rendir homenaje a los pilotos que formaron el escuadrón 32.
Tras la Segunda Guerra Mundial, muchos pilotos del ejército estadounidense se sintieron decepcionados, por no haber dado el salto generacional para ofrecer su heroísmo en acciones de combate contra el Tercer Reich y sus aliados. J.D. Dillard se acerca a las vidas de un grupo de esos hombres en busca de su gloria particular, que tuvieron que lidiar con el período extraño y complicado de la denominada Guerra Fría.
La trama de Devotion arranca en 1950, cuando el experto piloto Tom Hudner (Glen Powell) es trasladado al escuadrón 32. Tom proviene de la academia de Westpoint, y se quedó a punto de participar en la Segunda Guerra Mundial. Nada más conocer su nuevo destino, el aviador traba amistad con Jesse Brown (Jonathan Majors): el único integrante negro del escuadrón. A través de la relación entre ellos, el guion descubre las incertidumbres de ambos, mientras se dirimen cuestiones tan importantes como la del racismo en el ejército de las barras y estrellas y la necesidad de encontrar un adecuado sentido a la pasión por volar de estos expertos combatientes carentes de un conflicto en el que prestar sus servicios adecuadamente.
J.D. Dillard recrea con convicción e imaginación las hazañas aéreas de los protagonistas, lo que confiere la necesaria espectacularidad a una película que exhibe a la perfección la sorprendente perspectiva que tienen los pilotos desde la cabina de un caza. Esto genera que las secuencias de los vuelos sean las más logradas, mientras que las que suceden en tierra queden un tanto deslucidas emocionalmente.
Aunque los elementos clásicos de los films de este tipo (camaradería, valor compartido, miedo a la muerte…) están presentes a lo largo del metraje, como si se tratara de una fórmula a seguir, Devotion no consigue elevar la factura artística en el diseño de los personajes, salvo en el caso del marginado Jesse Brown. Los miembros del escuadrón 32 parecen sacados de un muestrario de héroes rocosos y estereotipados, sin aportar rasgos particulares o individualizados.
En esa zozobra distintiva, el rol de Tom Hudner es el que más refleja los olvidos del libreto. Pese a ser el líder destacado del escuadrón y de la movie, este piloto queda simplemente dibujado como el prototipo perfecto del combatiente abnegado, el cual no se hace preguntas innecesarias y no vulnera ninguno de los dogmas que le transmiten desde instancias superiores.
Sin embargo, y a pesar de las ligerezas argumentales desde el aspecto humano, Devotion sí acierta en transmitir con solvencia la unión existente entre los integrantes de la unidad aérea, aunque el contexto en el que estos desarrollan sus misiones esté demasiado confuso y desdibujado.
J.D. Dillard no esconde en ningún momento su intención de acercar las virtudes de la película a las existentes en films tan valorados en las taquillas como la bilogía de Top Gun y Tras las líneas enemigas (John Moore, 2001). Una apuesta por el espectáculo que queda patente en las imágenes tomadas a alturas considerables (el enfrentamiento con el mig soviético es realmente encomiable).
Jesús Martín
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