Crítica La Ballena (The Whale) ★★★★ con Brendan Fraser

Crítica La Ballena con Brendan Fraser en una interpretación realmente impresionante

Han pasado muchos años desde que Brendan Fraser era una prometedora estrella de Hollywood con una envidiable carrera comercial, además de proyectos personales mucho más pequeños pero importantes para crítica y premios. Fraser que se lanzó al estrellato con George de la Jungla, por ejemplo, arrasó con las dos primeras entregas de La Momia y siguió haciendo éxitos de taquilla como Viaje al centro de la Tierra o la tercera entrega de La Momia. Pero su carrera en cine estaba herida por diversos motivos, incluyendo cuando anunció que en 2003 había sufrido abusos sexuales por parte del presidente de la Asociación de la prensa extranjera en Hollywood (responsables de los Globos de Oro), a lo que se sumó su divorcio, la muerte de su madre y una depresión. Su carrera empezó a desvanecerse poco a poco, tras películas como Dioses y Monstruos, El americano impasible o Crash. La televisión le ha dado un gran refugio, pero con The Whale y gracias a Darren Aronofsky, Fraser vuelve por la puerta grande.

Hay que poner en contexto todo lo sucedido, porque el actor ha sido marginado en ciertas ocasiones por Hollywood y ahora vuelve con una legendaria interpretación, la de un tipo extremadamente obeso y hundido en una depresión que decide matarse comiendo. A partir de ahí su relación con su hija, su mejor amiga o un joven que quiere redimirle, sientan las bases de una adaptación de la obra de teatro de Samuel D. Hunter, quien además ha escrito el guión. Lo que nos queda además es un relato terrible y doloroso, un viaje a las miserias del alma humana en forma de personajes rotos. Cuando Aronofsky entra en el plano personal y terrenal, lejos de ensoñaciones surrealistas, es un director fascinante, como ha demostrado en Requiem por un Sueño, El Luchador, Cisne Negro o ahora The Whale.

Una sencilla, en apariencia, historia, la de un hombre que quiere enmendar sus errores porque le queda poco tiempo. Porque está decidido a que le quede poco tiempo. Y es entonces cuando surge Brendan Fraser. Sutil, poderoso, humano, roto, inteligente, ingenuo… Empatizas con él y el personaje desde el primer minuto, lo que hace que el viaje sea todavía más intenso y hasta personal. Emotivo sin buscar la lágrima fácil. Doloroso sin recrearse en la miseria más de lo necesario. Hay que quitarse también el sombrero por el papel de la joven Sadie Sink, que viene del enorme éxito de Stranger Things y que tiene uno de los personajes más complejos y difíciles de la película. Uno que no se olvida fácilmente y que se queda grabado a fuego porque  define muchas cosas de la historia.

Más allá de una cuidada fotografía y puesta en escena, lo mínimo que le pedimos a un director de la talla de Aronofsky, la película resulta muy sencilla visualmente, desprovista de artificios pasados. Pero a veces incapaz de escapar de su lado teatral, de un encorsetamiento de imágenes que no avanzan ni se desarrollan. Uno espera más en ese aspecto de este director, como espera que la película no termine cansando visualmente al espectador, que mientras sigue siendo engullido por la historia y los personajes, pero que puede acabar agotado de una forma de narrar quizá demasiado simple. Pese a eso, En cualquier momento de duda podemos acudir al protagonista y disfrutar con su despliegue de talento. Cualquier cosa que no sea que el actor gane el Oscar (al Globo de Oro, por coherencia, ha dicho que no acudirá si le nominan), es una farsa. Lo merece no por su pasado, sino por el enorme presente y por darnos una de las interpretaciones del año.

Jesús Usero

Copyright 2022 AccionCine. Se permite el uso del contenido editorial del artículo siempre y cuando se haga referencia a su fuente, además de contener el siguiente enlace: www.accioncine.es

noreadigital.es expertos en videomarketing