Crítica La mujer rey
Cine de aventuras muy entretenido con un reparto maravilloso.
Una vuelta a cierta serie B de nuestra infancia que muchas veces parece perdida en el cine de nuestros días. Esas películas de aventuras creadas por y para entretener, y nada más. No buscaban revolucionar el mundo del cine, ni reinventar la rueda. Sólo que el espectador pasase una tarde más que agradable, con acción, aventuras, paisajes imposibles, algunas licencias de guión… La mujer rey homenajea el tono de ese cine pero lo hace con un reparto de absoluto lujo, con cierto rigor histórico, con más presupuesto que una serie B habitual (sin alcanzar las cotas de cualquier superpoducción, eso sí) y con una dirección que sabe exprimir la acción pese a las limitaciones, que las tiene.
Inspirada por hechos reales, la película nos traslada al siglo XIX en el reino Dahomey en África, donde las Agojie eran una parte del ejército imprescindible. Mujeres soldado entrenadas para la guerra y convertidas en las mejores de la región, respetadas y veneradas, con influencia en la política y la sociedad del reino. Allí encontramos a una general, Nanisca, que prepara a sus tropas para lo que está por venir, convencida de que la venta de esclavos a Europa y América no es el camino a seguir por su pueblo, aunque eso la lleve a la guerra contra otros reinos más poderosos. Un guión que viene de una idea de Maria Bello, actriz que aquí ejerce de productora, y que sabe exprimir la premisa pese a las limitaciones del mismo.
Viola Davis debería aparecer en todas las películas del universo, por decreto. No sólo es una actriz portentosa ganadora de un Oscar, nominada en más ocasiones y con un talento descomunal. Es una presencia física brutal que roba la pantalla y se convierte en cualquier personaje, sea el que sea. Como aquí su Nanisca, con ese pasado oscuro y esas ganas de venganza. A su lado hay que mencionar la labor de Lashana Lynch, brillante como Izogie, o Thuso Mbedu. También John Boyega en un curioso papel secundario como el joven rey. Es un reparto que hace que apetezca ver la película, que nos ofrece un gran rango de personajes, aunque algunos no estén del todo perfilados (los esclavistas, el hijo de una esclava, los villanos…).
Ese es su mayor delito, un guión que a veces salta de una escena a otra demasiado rápido, y otras bordea momentos ridículos (lo del brazo roto es de traca, de verdad), pero sabe sobreponerse con el ritmo de la historia y con sus personajes centrales, sobre todo gracias al reparto. Y con mucha acción. Gina Prince-Bythewood ya demostró su buen hacer en ese campo en La Vieja Guardia, y aquí repite con mucho talento y con unas coreografías brillantes, además de un gran uso del paisaje. Eso sí, la película merecía una calificación R para disfrutar de las escenas de acción con toda la violencia que merecen. El resultado es una película entretenidísima, memorable gracias a su reparto, y que nos devuelve a un tipo de cine casi olvidado… Sólo casi.
Jesús Usero
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