Crítica Misión Imposible Sentencia Mortal – Parte Uno ★★★★★ (2023)

Crítica Misión Imposible Sentencia Mortal – Parte Uno película dirigida por Christopher McQuarrie con Tom Cruise, Rebecca Ferguson, Vanessa Kirby, Hayley Altwell

Tom Cruise vuelve a superarse y la saga también. Vuelve el cine de Acción con mayúscula.

Varias cosas se demuestran con esta película. La primera es que, afortunadamente, todavía hay cineastas empeñados en proporcionar a los espectadores entretenimiento y evasión de CALIDAD, con mayúsculas, y no intervenido por la doctrina de pensamiento único de las pancartas reivindicativas de todo tipo que acosan al audiovisual de nuestros días.

La segunda es que Tom Cruise ha vuelto a dar en el blanco y puede repetir con esta película -así lo espero, sinceramente- el mensaje claro y directo para los estudios sobre cómo convencer al público para que vuelva a ir al cine, mensaje que ya lanzó hace unos meses con notable éxito con Top Gun: Maverick.

La tercera es que Ethan Hunt se confirma como la mejor, y me atrevería a decir que única opción seria y sólida para seguir enganchados al cine de espionaje y aventura, superando a las dos últimas películas de James Bond.

Pero si me apuran nada de ello es tan significativo como la capacidad de este largometraje para reinventarse y proponer si propia identidad frente a sus predecesoras, que equivale a decir que ni Cruise ni el resto de su equipo están dispuestos a rendirse o cansarse de su propia creación, al contrario de lo que ocurre con casi todas las franquicias de nuestros días, tanto en cine como en televisión. Sin traicionar sus antecedentes en la saga, se niegan a estancarse en lo ya hecho anteriormente y evolucionan, se marcan nuevos retos, van más allá, y en definitiva hacen lo que debería estar haciendo el cine de alto presupuesto de nuestros días, y no hace: sorprendernos.

Y todo eso planteando en Misión imposible – Sentencia mortal parte uno una muy bien pensada historia que mira al pasado y el origen del protagonista sin ponerse ni llorones, ni pesados, ni traicionar a su protagonista hasta convertirlo en otra cosa. Vamos que Tom Cruise y Ethan Hunt no tienen tiempo ni para morir ni para pasearse acunando conejos de peluche, solo tienen tiempo para seguir madurando su universo de ficción con solvencia y para seguir entreteniendo con un producto audiovisual elegante, impecable, infalible, de calidad, esforzado, arriesgado y deslumbrantemente espectacular.

Toda la película respira además un aire de reencuentro con el cine clásico en momentos como los de esa noche en Venecia que en mi opinión es la secuencia paradigmática capaz de definir tanto las intenciones como todo el contenido de la historia que se nos cuenta, bordando el montaje y la composición de planos y recordando el tono y el estado de ánimo que se respiraba en el prólogo de la primera película de la saga dirigida por Brian De Palma.

En general la película alcanza en numerosas secuencias cotas de planificación, montaje y puesta en escena que nos recuerdan que tras las trepidantes secuencias de acciones imposibles protagonizadas por el propio Tom Cruise y sus colegas, tras el riesgo y el más difícil todavía de las persecuciones espectaculares, hay talento cinematográfico de muchos kilates impulsado por Christopher McQuarrie, que en todo momento juega con igual eficacia tanto la baza de la acción como la de la intriga, sembrando ajustadas pinceladas de humor y autoparodia -el vehículo amarillo de fuga en la muy espectacular secuencia de persecución, el diálogo de Hunt con Benji al borde del abismo-, que se alternan con momentos dramáticos tanto más sólidos por cuanto no caen en la trampa de las exageraciones sentimentaloides o trágicas que no proceden en este tipo de propuesta que Cruise tiene tan bien calibrada y conoce lo suficientemente bien como para no cometer ese tipo de errores tan frecuentes en otras películas de nuestros días.

Eso es algo que también puede rastrearse en la solidez y máxima eficacia del diálogo con las mínimas palabras en las secuencias en que la película trasciende su identidad como espectáculo de acción para jugar con los planos cortos trazando su cerco al estado de ánimo de los personajes más con gestos que con palabras, o en todo caso diciendo mucho con muy pocas palabras. Ejemplo de ello el abordaje de los vínculos sentimentales entre Ilsa Faust y Ethan Hunt en Venecia con solo dos frases, o en el cara a cara de Hunt y Grace posterior a la noche en Venecia.

Hay un perfecto equilibrio que convierte Misión imposible – Sentencia mortal parte uno en una escuela de cómo manejar las claves del cine de acción en modo blockbuster, una guía sobre cómo no cansar al espectador con sus secuencias de acción y su ritmo de trepidación constante, algo de lo que no pueden presumir la mayor parte de las producciones de acción o superhéroes de nuestros tiempos.

Ejemplo de ello no solo es la secuencia de la persecución automovilística, que va a hacer sangre a otras propuestas recientes similares, o la secuencia del tren. En otras manos se harían interminables, en las de los artífices de esta película no solo no cansan, sino que te mantienen enganchado a lo que ocurre en la pantalla como siempre supo hacer el buen cine de acción. El gran cine de acción que hoy parecía perdido hasta que llega Tom Cruise con Top Gun: Maverick o con una entrega de Misión imposible y vuelve a poner en evidencia a sus imitadores y competidores en este tipo de propuestas.

Dos claves esenciales: montaje y puesta en escena equilibrados y personajes que están tan bien diseñados y respaldados por el guión que pueden explicar mucho de sí mismos incluso sin hablar, simplemente con un gesto y consiguen que te importe lo que les pasa porque son de una pieza; la otra protagonismo compartido con coherencia sin anular unos personajes en beneficio de otros, porque se trata de sumar, no de restar a la hora de otorgarles su importancia a cada uno de los integrantes del reparto. La riqueza de la fauna que habita esta saga y más concretamente esta película permite mayor fluidez de la propuesta de las secuencias de acción y un arco de evolución más interesante y variado en la película, que empieza a mostrar ya todo su dinamismo en un prólogo subdividido en varias fases que es casi una película en sí mismo, incluso antes de que la trama propiamente dicha comience, antes de los créditos de apertura. Toda una declaración de principios y anticipo de lo mucho bueno que nos espera después.

                                                     Miguel Juan Payán

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