Crítica de la película No matarás
Fallido thriller con buenas formas pero mal fondo.
Una apuesta por el género, algo que siempre apreciamos desde aquí, pero que en este caso es del todo fallido, pese a tener elementos interesantes. Su problema es un guión inconsistente en el mejor de los momentos, y que requiere de demasiados saltos de fe. La clave de un thriller como No Matarás es hacer al espectador partícipe de la situación que sufre el protagonista. Hacerle cercano y ver cómo poco a poco, gracias a la empatía que sentimos hacia él, nos vemos atrapados por una historia, por sus riesgos, por lo que acontece y por cómo podrá, o no, escapar de ella ese personaje. Y en ese sentido, en crear ese mundo y esa circunstancia, la película falla desde que arranca hasta su final.
La historia arranca con el fallecimiento del padre del protagonista, quien en lugar de hacer duelo y reposar lo sufrido, vuelve al trabajo de inmediato, pese a que su hermana le pide que descanse, que se tome un tiempo. Que incluso, ahora que no debe cuidar de su padre, viva al fin su vida. Pero él se niega. Hasta que conoce a una joven y descubrirá, en apenas unas horas, como el mundo puede tener para nosotros preparado el mayor y más peligroso de los viajes, si nos encontramos con la persona adecuada, o equivocada. La idea no era mala, la ejecución sí que lo es. Pero la basa prometía con un interesante punto de partida, con unos personajes curiosos que podían crecer cuando todo se torciese.
Sé que sigue teniendo detractores, pero uno de los motivos de que la película no sea un desastre completo es Mario Casas. El actor coge su personaje y lo transforma y moldea. Hasta su postura corporal cambia. Cómo se encorva, cómo se mueve, como se traba al hablar o no es capaz de mirar a los ojos de la gente. Por mucho que algunos le ataquen, y lo seguirán haciendo, Casas tiene una lista de papeles sensacionales que deberíamos aplaudir. No Matarás no falla por Mario Casas. El guión le falla al actor en este caso. Como le falla al director, por cierto. O se falla a sí mismo, porque David Victori es director y coguionista de la película a la vez.
Y Victori tiene formas de muy buen cineasta. Su forma de encuadrar, su decisión de hacer el formato, la relación de aspecto, más “cuadrada” de lo habitual para aumentar la sensación de agobio, la fotografía, o esos planos secuencia portentosos (la huida es una maravilla), son motivos de aplauso. Pero el guión no. Desde la premisa inicial (forzada, descuidada, inverosímil…) todo va a peor. Hay momentos en los que las decisiones son… cuestionables (el salto, lo que pasa después…) y otros en los que todo está demasiado cogido por los pelos. El personaje siempre toma la decisión más estúpida, una y otra vez. Llega un momento en el que los traslados en Barcelona son a la velocidad de la luz, y la resolución final no puede ser más increíble (eso en un hospital… nunca. Un hospital a la vuelta de la esquina. Y con dos pacientes…). Todo es forzado, todo suena a falso, todo es fallido en el guión. Una pena, pudo ser mucho más que eso.
Jesús Usero
Disponible en Netflix
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