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Crítica Por tus muertos película dirigida por Sayago Ayuso con José Mota, Jorge Sanz, Marta Belenguer, Carles Francino, Emilio Linder
Le falta disparate y le sobra drama tópico sobre sueños no cumplidos.
De qué va Por tus muertos
Los miembros de un grupo de rock urbano que se deshizo justo el mismo día en que iban a tocar en su primer concierto en Madrid reciben la oferta de volver a reunirse para un retorno que puede ponerles nuevamente en marcha.
Crítica Por tus muertos
A priori, Por tus muertos tiene todos los elementos para haber sido una divertida comedia gamberra sobre el mundo del rock urbano, alguna de cuyas figuras le sirven como introductores o embajadores en las entrevistas de falso documental que a modo de elemento de verosimilitud sociocultural constituyen el prólogo de esta comedia y prometen en sí mismas mucho más de lo que finalmente nos propone esta comedia agridulce sobre los sueños y el fracaso.
La resurrección del grupo que da título a la película es el punto de arranque de una fábula de reinvención y redención que queda lastrada por el intento de darle un tono más serio a algunos personajes, principalmente el de José Mota, cuando en realidad todos deberían haberse desbaratado para jugar las mismas claves de esperpento colectivo que dominaron los divertidos disparates de la comedia española en manos del maestro Luis García Berlanga, o si no al menos llegar a las claves de la comedia más popular, y sin complejos, tejida en algunos de los mejores ejemplos de esos clásicos para echar un puñado de risas que son Los tramposos (Pedro Lazaga, 1959) o Atraco a las 3 (José María Forque, 1962).
El personaje y la interpretación de Jorge Sanz trabaja más cerca de esa clave, actualizándola ligeramente, y aunque repita el tema-manía-moda-mantra argumental de demasiadas comedias españolas de cosecha relativamente reciente que se empeñan en contarnos fábulas de padres que quieren recuperar a su hija después de haber vivido con las mismas un desencuentro perpetuo (¡El santo patrono de los manuales de guion sabrá a qué responde esa paternofilial manía!) funciona como elemento de comedia que parece ser el único que realmente ha pillado la idea de qué debería ir el asunto, y a qué ritmo debería viajar esta película.
Eso sí, en clave más a medio camino entre la comedia y el drama se mueve muy bien Marta Belenguer en su papel como la Janis. La actriz consigue sobreponerse incluso a los momentos más complejos de venderle al público de esta película, como la revelación sobre el pasado verdadero más allá de los ataques de celos ajenos.
Lástima que José Mota parezca estar conteniéndose o limitando su poderío como máquina de humor infalible. Su eficacia en dicha materia queda recortada para explorar una vis más dramática que no le sienta bien a él ni a la película. Cuando se deja ir al territorio que domina -niño, flauta guitarra en la apertura- todo funciona como debería.
La indecisión a la hora de tirar por el camino de la farsa o acudir a la segunda lectura dramática algo a destiempo, sin prodigarse en el disparate con abundancia suficiente, se hace notar en cómo los propios personajes trabajan a velocidades distintas, los gags se quedan cortos o no prosiguen hasta sus más desternillantes consecuencias. Es como si cierta timidez o autocensura a la hora de deslizarse por el tobogán del exceso autolimitara una propuesta que por ejemplo dedica demasiada atención a cebar la trama con el árbol significativo y mitificado, pero luego no saca un gag potente de humor con dicho elemento, sino que prefiere convertirlo en recurso emocional de épica discutible tal como está servida visualmente en el supuesto rencuentro de los personajes con su perdida identidad.
Esa duda entre tirar por un camino o por otro se materializa también en la propia construcción de la fábula, que dedica demasiado metraje a la presentación de personajes y reforma del grupo para luego tirar por el camino de la fórmula de la película de itinerario (la “road movie”). En la misma, el propio personaje de Carles Francino, el Repollo, no acaba de explotar todo su potencial ni los gags posibles a los que debería dar lugar, y sirve, junto con sus otros tres compañeros, como ejemplo de la tendencia de la película a quedarse en boceto al tratar el arco de los integrantes del grupo que protagonizan este resurrection fest cinematográfico fallido de Por tus muertos, que merecía y necesitaba un tono más gamberro, disparatado, atrevido y provocador.
Te gustará si te gustó…
Lo que necesita la fábula que nos cuentan es un tono más cercano o bien a clásicos de la comedia española sobre perdedores como son Los tramposos (Pedro Lazaga, 1959) o Atraco a las 3 (José María Forque, 1962).
Miguel Juan Payán
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