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Crítica Que nadie duerma ★★★ (2023)

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Crítica Que nadie duerma película dirigida por Antonio Méndez Esparza con Malena Alterio, Aitana Sánchez-Gijón, José Luis Torrijo

Deslucido thriller psicológico, en el que Antonio Méndez Esparza muestra la evolución asesina de una taxista enamorada de un actor.

De qué va Que nadie duerma

Lucía (Malena Alterio) es una mujer al borde del colapso. Tras quedarse en el paro como informática en una red de clínicas dentales, Lucía decide trabajar como taxista. Su objetivo reside en que algún día monte en su vehículo el vecino del que se ha enamorado, y que ha desaparecido sin dejar rastro: un actor que solía poner en su casa el aria Nessum Dorma, de Turandot. Las historias que Lucía vive en su nueva ocupación marcan el comportamiento de esta antigua informática, y la llevan a transformarse en otra persona.

Crítica Que nadie duerma

En 1976, Martin Scorsese, con guion de Paul Schrader, conmocionó al planeta entero con la excelente e incomparable Taxi Driver. En esta memorable película, Robert de Niro interpreta al misterioso y agresivo Travis Bickle: un veterano de la guerra de Vietnam que es incapaz de dormir, por lo que acepta trabajar como taxista en el turno de noche. Las historias que este hombre presencia a bordo de su vehículo conforman el grueso argumental del film, al que Schrader añade el enamoramiento platónico del conductor hacia una mujer elegante y aparentemente inaccesible, a la que encarna Cybill Shepherd. Semejante esquema encaja a la perfección con el de Que nadie duerma, la cinta que Antonio Méndez Esparza (La vida y nada más) dirige, según la novela homónima del escritor Juan José MIllás.

La trama de esta movie centra su atención en Lucía (Malena Alterio), una informática de una red de clínicas dentales, que se queda de repente en el paro, debido a un desfalco llevado a cabo por uno de sus jefes. La mujer, que cuida de un padre aquejado de alzhéimer, decide entonces sacarse la licencia de taxista: una ocupación con la que espera recuperar al hombre que ama  sin duda alguna (un vecino actor que ha desaparecido sin dejar rastro, y al que la protagonista ha idealizado por la persistencia de este en poner a todo meter el aria Nessum Dorma, de la ópera Turandot).  Los encuentros con las diferentes personas que suben al taxi de Lucía marcan la evolución de un guion que se embarca hacia un colapso colectivo y sangriento, escenificado en el desenlace.

Antonio Méndez Esparza recrea el texto de MIllás con una sensación de quedarse en tierra de nadie, incapaz de salir airoso en ninguno de los campos que toca (el thriller psicológico, la tragicomedia humana y los dramas cotidianos). El cineasta madrileño sigue con imaginación la peculiar novela de Juan José MIllás, pero se olvida de potenciar el relato con la debida fuerza escénica, que sí estaba presente en grandes dosis en la citada Taxi Driver.

Pese a que Malena Alterio ejecuta con determinación y gestualidad medida al milímetro su caracterización de Lucía, el personaje se pierde en la falta de contundencia psicótica; lo que conlleva a que su cambio de rumbo se perciba como algo sin el debido peso en la trama. Esto genera que el relato pierda emoción y visceralidad, pese a que siempre mantenga un hilo de coherencia activa.

Malena Alterio

La fórmula usada de sustentar el relato sobre lo rutinario y la normalidad no casa muy bien con un argumento como el de Que nadie duerma, ya que lo que el texto intenta reflejar es el retrato de una persona quebrada por las realidades que debe soportar, tan harta de ser el saco de boxeo de los demás como lo estaba D-Fens (Michael Douglas), en la neurótica obra Un día de furia (Joel Schumacher, 1998).

Antonio Méndez Esparza trabaja, como lo hace el libro de MIllás, desde la óptica de la malsana cotidianeidad, para marcar los distintos pasos que obligan a la taxista a convertirse en una asesina. Pero estas estaciones de tránsito resultan incongruentes y exageradas, debido a la escenificación de la violencia desatada que conllevan. Una sensación provocada sobre todo porque el tipo de mujer que las ejecuta no parte de unas premisas naturales parecidas a las de Travis Bickle (una tesis que también explica, por ende, el elemento sorpresivo y discordante de Que nadie duerma).

Te gustará si te gustó…

Que nadie duerma podría comparar su curso argumental –que no artístico- con Taxi Driver, aunque Lucia nunca alcanza el nivel de psicopatía agresiva que sí expresaba el personaje de Robert de Niro.

Jesús Martín

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Jesús Martín
Soy un auténtico apasionado de las películas que despiertan la imaginación

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