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miércoles, octubre 9, 2024
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Crítica The Bear Temporada 2 ★★★★★

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Crítica The Bear Temporada 2

Supera la primera temporada, la segunda crece en desarrollo de personajes, conflicto y lenguaje propio.

En su segunda temporada la serie The Bear vuelve a imponerse en la oferta audiovisual de la televisión reafirmándose en su estilo propio e intransferible de contar historias.

Madurar y seguir siendo un referente

El reto de seguir siendo un referente esencial para la narración audiovisual de nuestros días con esta serie que busca la misma excelencia en su campo de la que se exigen sus ambiciosos personajes en la ficción del ya icónico restaurante que sirve como epicentro para sus historias. 

La temporada dos sigue profundizando en las posibilidades que le ofrece su fórmula para continuar con el camino emprendido en la primera, pero ofreciendo al espectador una fase completamente distinta del camino bien trazado y perfectamente pensado y planificado para sus personajes.

Cumple sobradamente con lo más difícil: mantener su capacidad para sorprendernos en cada uno de sus capítulos, mostrando además un empeño muy notable en conseguir que a su vez cada uno de los capítulos de la segunda temporada sean todos y cada uno completamente distintos del anterior, dedicándose en muchos casos a profundizar en el conflicto de un personaje concreto del grupo y operando como una especie de propuesta de ataque y mejora de la encrucijada existencial en la que se encuentran.

De ese modo la segunda temporada de la serie deja más claro, despejando toda duda, que su brillante propuesta en la primera no es un afortunado evento televisivo puntual, sino que tiene todavía, según muestra esta nueva entrega de capítulos, un amplio campo de crecimiento y desarrollo de sus tramas y personajes.

Dicho de otro modo, tras ampliar los ocho capítulos de la primera temporada en diez para esta segunda, y con un desenlace en su último capítulo de la segunda que anticipa un prometedor desarrollo de algunos de los personajes que se han incorporado a la misma, todo indica que estamos ante una serie en plena fase de crecimiento y maduración hacia cotas más altas de calidad.

Crítica The Bear Temporada 2

Espejo terapéutico para resolución de conflictos

Entre estos nuevos diez capítulos el recorrido argumental de la serie abunda en la trinidad de temas abordada en la temporada anterior, los cuales forman parte de su ADN. Volvemos así a reencontrarnos con el autosabotaje emocional de los personajes, el síndrome del impostor y la inseguridad, trinidad que marca tendencia en los conflictos que caracterizan nuestra época y hacen de la serie algo más que un referente del audiovisual para convertirla en una especie de espejo de carácter casi terapéutico en el que podemos mirarnos a nosotros mismos, nuestras dudas y nuestros conflictos, llegando muy posiblemente a la conclusión de que nuestros peores enemigos somos nosotros mismos.

Retrato del caos

Esa idea de nuestra capacidad para sabotear nuestro propio potencial está presente en todos los personajes desde la primera temporada, pero cobra renovado impulso y más vigor en esta segunda, especialmente en los personajes de Carmen (Jeremy Allen White), Sydney (Ayo Edebiri), Richie (Ebon Moss-Bachrach), alcanzando la sublimación de la idea con la aportación de Donna, la madre, interpretada por Jamie Lee Curtis que junto con el regreso de Jon Bernthal como Michael en el demoledor episodio 6: Peces, que en modo de flashback oficia como manual esencial para entender el origen de los conflictos dominantes, línea medular de la serie y punto de giro hacia el desenlace desarrollado en los cuatro capítulos posteriores.

En relación con todo ello la segunda temporada sobresale por el brillante cambio de velocidad que se opera con ese capítulo como paréntesis esencial de la línea narrativa, cuyo protagonista temático es el caos, que prevalece como amenaza latente y principal antagonista en las dos temporadas de la serie, pero muestra su verdadera y más inquietante naturaleza en esta segunda temporada.

Caos interno, en la mente de cada personaje, el más peligroso y destructivo, como ejemplifica el personaje de Jamie Lee Curtis, actriz en estado de gracia que con este trabajo debería tener sitio garantizado en el reparto de premios del audiovisual de este año.

Y caos externo, hijo de ese caos interno, que se materializa en el capítulo final de la temporada como un brillante ejercicio de cine de suspense que nos mantiene tan atrapados como la prueba del gas en el capítulo anterior, con una ejemplar coreografía de cámara, actores y montaje que nos produce la sensación de estar subidos en lo más alto de una rueda gigante que se desliza a toda velocidad hacia el abismo.  

Todo eso sin salir de lo posible, de lo cercano y de lo cotidiano, hablándonos en todo momento de nosotros mismos y del mundo real que nos rodea cada día, en cada momento y ante cada decisión.

Cinco tenedores, siete peces y una nevera

Como consecuencia de todo ello la serie pasa a otro nivel de rendimiento, y junto a su cualidad como producto de evasión se convierte en un revelador y test sobre nuestras inquietudes y vulnerabilidades construido sobre metáforas en torno a objetos significativos. Los siete peces del capítulo seis reaparecen como bandera roja en el capítulo diez asociados al papel de la madre. La puerta rota de la nevera y la propia nevera materializan el bloqueo emocional de Carmy. Y los tenedores, que como los peces reaparecen en el capítulo diez y prestan nombre a mi capitulo favorito, el número 7, Tenedores, protagonizado por Richie, ese personaje que en mi opinión es la sublimación del principio de personajes convertidos en testaferros y voz interna de los espectadores y espectadoras sonando como un eco de caos del mundo real en la ficción, son la herramienta de crecimiento para encontrar el epicentro del conflicto de este personaje que no por casualidad materializa mejor que ningún otro ese caos irreflexivo de la inmadurez que lo ha convertido en expresión de nuestra propia ingenuidad nihilista.

Lo que nos propone The Bear es pura magia creada por el talento de sus creadores que han convertido la serie y sus personajes en un necesario, útil y balsámico coro de voces que nos hablan sobre nosotros mismos, algo que necesita desesperadamente el audiovisual de nuestros días y en general cualquier espectador que quiera vivir una verdadera experiencia disfrutando del audiovisual.

Si todavía nos has visitado The Bear, el mejor restaurante audiovisual de emociones, intriga y humor,  que traslada la trepidación del cine de acción a los fogones, ya estás tardando, porque es un restaurante y una serie de cinco tenedores… y siete peces.

                                                              Miguel Juan Payán

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Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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