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jueves, mayo 2, 2024
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Crítica Todos los nombres de Dios ★★★

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Crítica Todos los nombres de Dios película dirigida por Daniel Calparsoro con Luis Tosar, Inma Cuesta, Nourdin Batan, Ismail Hsaini Ammi

Suspense de nivel. Intriga con contenido. Buena película.

De que va Todos los nombres de Dios

Un taxista sale de su turno de noche en la ciudad de Madrid cuando su último viaje le lleva hasta el aeropuerto, donde es testigo de un brutal atentado terrorista.

Crítica Todos los nombres de Dios

El director Daniel Calparsoro y la guionista Gemma Ventura han tramado una película adictiva que engancha desde sus primeras imágenes de un Madrid desde el punto de vista del taxista protagonista, en turno de noche, cuya construcción ante la cámara completa, llena y clava Luis Tosar, como siempre infalible.

El metafórico amanecer de un nuevo día en la vida del protagonista desvelará llegado el momento todo su contenido, de modo que cuando termine esta fábula urbana habremos descubierto ya los espectadores bajo su piel de pesadilla urbanita el cuento moral que oculta con varias capas que se deslizan en la historia como subtramas sobre el dolor, la superación de la pérdida, el perdón y sobre todo la compasión en un mundo tomado al asalto por la violencia brutal y siempre profundamente cruel e incomprensiblemente sádica del terrorismo. Frente al odio se mostrará claramente la cara de la solidaridad, el valor real y cotidiano no intoxicado por pancartas ni por lemas, tanto en el personaje principal como en los que le rodean en su camino por una forma de martirio que no esquiva en su desenlace la segunda lectura de viaje hacia el Gólgota.

Crítica Todos los nombres de Dios ★★★

En las manos de otra cinematografía estilo estadounidense o mimética de los productos de Hollywood, Todos los nombres de Dios podría haber perdido todo ese contenido para convertirse en una peripecia más superficial en modo copia de Jungla de cristal, pero esa no es la batalla que libra con su tema y argumento Daniel Calparsoro en esta película que consigue equilibrar su dosis de producto de entretenimiento administrando con solidez y buen ritmo la intriga y los giros de guión al mismo tiempo que renuncia a la visión monolítica y maniquea del protagonismo único -sinónimo de pensamiento único en el cine estadounidense- para sustituirla por un relato mucho más rico que trabaja en todo momento reflejando un protagonismo de segunda capa del relato totalmente coral donde cabe tanto el dilema moral y político al que se enfrenta la comandante de la Guardia Civil interpretada por Inma Cuesta y el resto de los servicios de seguridad como la red de mentiras en la que queda apartado el crédulo terrorista superviviente, Hamza, interpretado por Nourdin Batan, o la agonía existencial en la que acaban viviendo las familias de los implicados en la historia.

Todos ellos tienen un espacio reservado en la historia para poder desarrollar en tiempo récord y manteniendo el ritmo trepidante de una trama que tiene varios giros utilizados como motores para incrementar la intriga que nos mantiene atrapados durante todo el viaje de la película, en la que Calparsoro consigue hacerse con las riendas de un eficaz cóctel de acción, drama, intriga y aventura donde no cabe el miedo a incurrir en el territorio de la inverosimilitud.

Me temo que se le reproche a la película ciertas decisiones argumentales de corte claramente melodramático y falta de realismo en la fabulación sobre la actuación y decisiones de las fuerzas de orden público en las circunstancias que se proponen. Pero dejando al margen esa a veces recalcitrante visión cínica de la existencia que impone la realidad sobre productos que son transparentes en su naturaleza como hijos de la ficción, quiero aclarar que en mi opinión son procedentes los giros de la película precisamente por su vocación provocadora desde el territorio del melodrama y la construcción de la intriga como camino para llevarnos al territorio de lo imposible en clave de herramienta para dibujar una pesadilla casi de pintura negra de Goya. Dicha pesadilla vocacionalmente tremendista tiene mucho que ver con el comienzo lamentablemente mucho más realista y posible del atentado con el que arranca el relato, utilizando astutamente la sublimación del melodrama en la parte final como recurso para vestir el drama de ese hijo que habla con su padre en un momento límite de la vida de ambos, en el que se esconde todo el mensaje de lo que realmente importa cuando la muerte llama a tu puerta.

Así que a mí me vale en este caso el melodrama y la exageración tremendista como recurso para rematar e incrementar la intriga de una historia que me parece nunca ha querido ser un docudrama sino una fábula de intriga al servicio del entretenimiento pero sin perder de vista la posibilidad de transmitir una visión más equilibrada y menos maniquea de los personajes implicados en este tipo de tramas.

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Dentro de la filmografía del mismo director Guerreros (2002), Invasor (2012), Cien años de perdón (2016).

                                                               Miguel Juan Payán

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Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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