Crítica Una bonita mañana película dirigida por Mia Hansen-Løve con Léa Seydoux, Melvil Poupaud, Nicole García
Un excelente drama francés con una brillante Lea Seydoux.
La actriz francesa no tiene ningún problema en saltar de una superproducción norteamericana como Sin tiempo para Morir, o la secuela de Dune, a una pequeña película local, pero una dirigida y escrita por Mia Hansen-Løve, a quien debemos títulos como El Porvenir, Un amour de jeunesse, La isla de Bergman o Maya, y que en esta ocasión vuelve a un tono más cercano a la primera de ellas que a las dos últimas que hemos mencionado. En búsqueda de un realismo que no siempre encaja en la historia porque a veces parecen saber muy poco lo que es real y lo que es forzar la situación, pero es un defecto habitual del cine de este género, así que lo entendemos, lo asumimos y disfrutamos del enorme talento de sus actores y de la fuerza de una historia aparentemente sencilla, pero con un trasfondo mucho más complejo. El de una mujer que debe recuperar su identidad en una sociedad que parece haberla borrado…
No se trata de un borrado literal, pero con el paso del tiempo parece que la protagonista de la historia, Sandra, se ha convertido en un simple complemento de la gente que la rodea en su vida, encargándose de cuidar de todos ellos sin tiempo para sentirse mujer independiente, persona, amante… Viuda desde hace tiempo, cuida de su hija mientras trabaja como traductora simultánea. También se encuentra muchas veces al cuidado de su padre, que padece una grave enfermedad degenerativa que le incapacita poco a poco, dejándole completamente inválido. Ante ese panorama familiar, con una madre algo egoísta, una nueva pareja de su padre ausente, y una vida que no parece darle muchas alegrías, Sandra se reencontrará con un antiguo amor, lo que la llevará a sonreír de nuevo. Pero nada es sencillo en la vida de esta mujer. Un drama sencillo, en apariencia, como decíamos, pero que esconde mucha verdad.
Esconde también una portentosa interpretación de Léa Seydoux, quien encarna a Sandra con una naturalidad y facilidad increíble, haciendo que desde el primer instante empaticemos con el personaje, con su historia y con su mundo. Incluso con los aspectos menos interesantes o pulidos del mismo. Si Una bonita mañana funciona es no sólo porque su guión es muy bueno, sino porque la actriz lo da todo por su personaje, pero sin excesos. Siempre de forma sutil y natural. Algo que se ve, por ejemplo, en la escena en la que se equivoca en el trabajo con una traducción. Nada sencillo hacer eso sin que parezca forzado. Pascal Greggory también está magnífico como ese padre que poco a poco se va diluyendo y desapareciendo entre las sombras, lo que parte el corazón de su familia, aunque él no entienda nada.
Hay una belleza cercana en la película de Mia Hansen-Løve, un aspecto visual cuidado, pero nada forzado ni exagerado. Un toque bello pero sencillo, nada impostado, que va desde la iluminación de una película llena de brillo, pese a la historia que cuenta. Y ahí radica otra de sus virtudes, su tono es agridulce pero no excesivo. Aunque a veces los dramas si lo parezcan (viudedad, soledad, enfermedad del padre…) hay equilibrio en la historia. Menos equilibrio hay en esas desconexiones de la realidad (esa madre y su hija viviendo en un apartamento minúsculo, con estrecheces… pero la hija acude a clases de esgrima). Además sí es cierto que el ritmo se resiente en varios momentos. Pese a ello, Una bonita mañana es una excelente muestra de lo que un buen drama debe ser, de principio a fin.
Jesús Usero
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