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Crítica Vesper película dirigida por Kristina Buozyte, Bruno Samper con Raffiella Chapman, Eddie Marsan, Rosy McEwen
Muy competente mezcla de ciencia ficción y cuento catastrofista.
Vesper nos invita a pasear por un planeta Tierra destruido por la humanidad en su empeño de controlar los ciclos de la vida a través de una mala aplicación de la ciencia llevándonos a un paisaje de catástrofe, hambre y abusos en un mundo donde el abismo de pobreza ha engullido a toda la humanidad.
La película es un continuado juego de dobles sentidos que acude a los cuentos infantiles como referente creativo y nos propone un cuento de hadas convertido en pesadilla para adultos. En el mismo la heroína, Vesper, ejerce como Cenicienta científica que tropieza un buen día con una variante de hada madrina futurista con aspecto de Alicia en el País de las pesadillas, pero puede ser interpretada también como un personaje en viaje de transformación que la lleva a convertirse en Caperucita paseando un bosque siniestro donde la naturaleza ha dejado de ser soporte y alimento de la humanidad para convertirse en amenaza y entra en tratos con un antagonista que hace las veces de lobo muy feroz en los cuales la sangre es alegoría de abuso sexual y la horda de lobos humanos que se lanza contra ella para marcarla es sucedáneo de una violación donde intentan robarle su voluntad y su identidad y convertirla en una propiedad.
Partiendo de ese interesante acercamiento a y explotación de la verdadera naturaleza inquietante y oscura de los cuentos infantiles que expusiera en su estudio sobre los mismos el antropólogo y lingüista Vladímir Propp, la película se refuerza para contar su fábula de ciencia ficción, tras la que se revela finalmente un mensaje de afecto por la agricultura y el trabajo en el campo en clave de ecología tremendista en paisaje grotesco con una propuesta visual donde dominan tonos verdes y marrones en exteriores y una cuidadosa recreación de la luz que recuerdas la pintura tenebrista, que nos envuelve rápidamente metiéndonos en el futuro catastrófico que viven los personajes a base de construir un rico paisaje de amplias posibilidades en lo que se refiere a amenazas y cuando aparece alguna pincelada de luz es para cubrirse automáticamente de una pátina de pesimismo casi cínico frente a lo efímero de los sueños y esperanzas de los personajes.
Incluso los momentos supuestamente optimistas presentan esa doble naturaleza de pico emotivo positivo rápidamente cubierta por el manto de pesimismo que cubre la vida de estos sobrevivientes empeñados en luchar para seguir vivos incluso en un mundo que parece creado solo para exterminarlos, como reconoce el antagonista frente a la protagonista identificándose momentáneamente con ella en uno de los momentos en que funciona la curiosa estructura de espejo que opera en los procesos de figuras complementarias que vinculan a los personajes: dos hermanos que son cada uno el contrario del otro, la protagonista y el antagonista, la protagonista y la joven encontrada, el exterior salvaje y peligroso en el que los marginados se mueren de hambre y la Ciudadela de los oligarcas.
La visita al laboratorio con las plantas luminosas en las que trabaja la protagonista propone una imagen luminosa que el propio diálogo de la Vesper extingue rápidamente expresando que allí están seguras y solo espera que algún día puedan habitar en el exterior. El momento en que Vesper encuentra en la rescatada Camellia una amiga/hermana/figura maternal sustituta de la perdida y ambas juegan a imitar el ruido de los animales del libro aullando como lobas, sirve al mismo tiempo para que Camellia advierta que los lobos cazan en manada y al ver a Vesper disfrutando de esos juegos y aullando desesperadamente exponga la tremenda soledad a que ha estado sometida durante la mayor parte de su existencia, que no es sino parte de la soledad que sienten todos y cada uno de los habitantes de ese mundo agonizante.
Son estas las claves que hacen de Vesper un poema revestido con un manto de pesadilla que sobrevuela la sombra de Stalker (1979), esa otra fábula de ciencia ficción con mucho de viaje al mundo de los cuentos dirigida por Andrei Tarkovsky.
Miguel Juan Payán
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