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viernes, mayo 3, 2024
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Crítica Vidas Pasadas ★★★★

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Crítica Vidas Pasadas película dirigida por Celine Song con Greta Lee, Yoo Teo, John Magaro

Celine Song compone el drama indie del año mirando sin pudor en las costuras del amor irresoluto

De que va Vidas pasadas

Cuando Nora emigró a Canadá con solo 12 años, dejó en Corea a su primer amor, Hae Sung. Años después se reencontrarán a través de internet y, a pesar de la distancia que les separa, el recuerdo de ese cariño vuelve a conectarlos. Pero la vida, empeñada en separarles, tendrá otros planes para cada uno de ellos.

Crítica Vidas Pasadas

Vidas pasadas con una declaración de intenciones de esas que tanto me gustan. Expone sin vergüenza, a través de una acertadísima voz en off,  que la cámara y la pantalla le van a conceder la oportunidad de meterse allá donde nos está vedado, ese lugar del que solo podemos divagar ignorando la complejidad de lo que desconocemos. El cine puede sacar a la luz ese término inexistente en muchas lenguas y que en Corea del Sur llaman In-Yeon, aquello que resuena en los silencios y las miradas que se atraen por fuerzas ininteligibles y forma el tejer de las infinitas vidas que vuelven a colisionar sin que nos percatemos entre nuestro día a día. El cine te permite conocer el corazón del que está enfrente, y de paso curar heridas. Y Celine Song lo sabe.

Lo que viene después es otra deliciosa y frágil historia de dos seres que se reencuentran y se separan por el carácter de las decisiones y la asimetría de un destino que suele ser justo para unos, aciago para otros y amargo para todos. Seguramente, Song haya escogido este poliamor de sublime juego idiomático (indispensable verla en V.O.) debido al carácter autobiográfico que pueda contener. La directora ha vivido en sus carnes las vicisitudes de la inmigración y la pertenencia paralela a dos mundos separados, y por eso lo vemos representado con precisión milimétrica en el personaje de una Nora Moon que vive su vida mientras esta le aleja continuamente de Hae Sung, un amor de la infancia de Corea que nunca ha dejado de buscarla. 

Vidas pasadas

La calma con la que se construye la narración se sustenta con un apartado visual escudado en colores suaves, planos detalle de objetos bañados por el sol, intermitencia entre intimidad y análisis, y una composición templada del encuadre la linea del mejor cine indie/hipster de gente como Spike Jonze, Sofia Coppola o Mark Romanek, dejando que el drama nos empape y cale hasta los huesos. 

Sus encuentros desverbalizados protagonizados por unos increíbles Greta Lee y  Yoo Tae-O, en contraposición con toda la banalidad léxica desplegada cuando la distancia escuda el alma, converge en una visión triste pero alejada del arrebato (Linklater ya modernizó de forma categórica Breve encuentro), hasta que un tercer acto tremendo, donde la elegancia del guión encuentra el epicentro del conflicto, arrasa en el momento mas indicado. El personaje americano (un John Magaro soberbio), el tercer vértice de un triángulo delicadísimo, pone a prueba si la hora previa de romance en la distancia caía en la falsedad o, por el contrario, encaraba el sufrimiento colateral que tienen las grandes historias de amor en el mundo real. La conversación en la cama, el momento y construcción del bar o su exquisito final, adornado en un travelling donde es imposible no fracturarse, responden la cuestión por si solos. De pronto, una frase lo incluye todo (“Solo sueñas en coreano”) y las miradas traicioneras con el silencio se tornan en compañeras de lo que al fin de dice. 

Aun así, Vidas pasadas vive en esos gestos de no tener nada que decir porque no es mas bello que el silencio, como diría Manolo García, y no se conforma con ser otra estimulante historia de (des)amor, sino que navega en las encomiables aguas grises de aceptar lo que pudo ser, no fue y nunca será (el detalle de las manos que no se tocan nunca, como en el metro, o las parejas ajenas que se entregan al amor mientras la nuestra nunca se encuentra), porque posiblemente sea solo una capa mas de las miles de vidas que aun están por llegar. Y si no es así, al menos ten la dignidad de dejar ser lo que tenga que ser, así como la fuerza de mirarlo a los ojos y dejarlo marchar.

Te gustará si te gustó

Breve encuentro (1945) del gran David Lean mezclado con el amor indie y un poco hipster de Spike Jonze en Her (2013) o la Sofia Coppola de Lost in translation (2001)

Miguel Ángel Espelosín

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Miguel Ángel Espelosin
Amante del audiovisual cultivado entre las páginas de Acción y coleccionista de físico. Con la mirada siempre puesta en el cine de festivales y autores

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