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Crónica Cannes 2023: Caídas de hojas, maridos y ojos que se cierran
Crónica Cannes 2023: El pasado sábado 27 de mayo las miradas del mundo cinematográfico volvían a concentrarse sobre el festival de festivales y su alfombra roja. De Cannes salen una gran parte de los títulos que van a ocupar la conversación sobre lo mejor del año y, como siempre, había ansia por conocer el nombre de la cinta que lucirá con orgullo a lo largo del año el máximo reconocimiento otorgable en la ciudad francesa.
Previamente, la edición de este año tuvo su arranque con una doble polémica: Por un lado, la buscada con su película inaugural, Jeanne du Barry, de la artista francesa Maïwenn (conocida por su “affaire” con el director Luc Besson, cuando ella apenas tenía 14 años, mas que por sus películas) y co-protagonizada por el pseudo-cancelado Johnny Depp, acerca de un escándalo sexual en la corte de Luis XV; y por otro, la inesperada, por contradictoria, de dejar fuera el que será el ultimo trabajo de Woody Allen, con la excusa de evitarse ceños fruncidos. Por suerte, el grueso del escándalo se fue diluyendo ante la escasa calidad de la propuesta inaugural y dio paso a una colección de grandes películas de entre las cuales la gran mayoría llegarían a nuestras salas tarde o temprano.
Para casi sorpresa de todos los expectantes, y a modo de lo que le ocurrió a él mismo en la edición del pasado año, el jurado presidido por Ruben Östlund decidió no hacer caso del sentir generalizado entre la crítica especializada y consideró que la Palma de Oro debía regresar a tierras francesas tras su estancia en Suecia, poniendo el broche de oro a la buena acogida que ya había recibido Anatomy of fall. La cinta de la directora gala Justine Triet (de solo 3 largometraje previos en su haber) puso de acuerdo a los miembros del jurado a través de sus formas de thriller judicial y psicológico mediante la historia de una mujer juzgada por las extrañas causas en las que ha sido encontrado muerto su marido. En ella, la maravillosa actriz Sandra Huller (recordadísima por el éxito de Tony Erdmann y con doblete este año en la sección oficial) encarna el discurso feminista de Triet y su lucha “bergmaniana” matrimonial por resistir los envites de la masculinidad ofendida y la complejidad de las relaciones afectivas.
Algo menos de suerte, que no poca, tuvieron las que se habían declarado como favoritas del festival para cualquiera que pudiera verlas: The Zone of Interesty Fallen Leaves. La primera, el nuevo proyecto de Jonathan Glazer tras la soberbia Under the skin, se alzaba con el premio de consolación propio de cuando no hay unanimidad, el Gran Premio del Jurado. En su película, Glazer narra en clave de fuera de campo la barbarie nazi centrando el foco en el luminoso día a día del comandante de un campo de concentración y su familia, desarrollando así únicamente la banalidad con la que afrontan sus vidas entre reuniones con amigos, fiestas en la piscina, comidas, etc…mientras que a lo lejos se escucha y se intuye el horror del genocidio conocido. Al parecer, sus hechuras de cine más contemplativo (los planos larguísimos y las secuencias estáticas son la tónica general) y de violencia insinuada no pudieron poner de acuerdo para alzarla con el galardón mayor. La segunda suponía una nueva cuenta al registro de participaciones de uno de los hijos pródigos de la “croisette”, Aki Kaurismaki. El director finlandés tiene una de las filmografías europeas mas interesantes de las últimas décadas, con títulos tan emblemáticos como Nubes pasajeras o El havre donde suele exponer su mayúsculo talento para ofrecer pequeñas historias cargadas de humanismo cómico y emotividad. A pesar de su historial, Kaurismaki aún no había logrado alzarse con la tan ansiada palma de oro y se murmuraba que este sí podría ser su año. La historia de un romance inesperado y salvador, entre dos perdedores que se conocen en un karaoke, se encuentran en cines (con chistes sobre Robert Bresson y Jim Jarmusch incluidos) y encadenan fracasos laborales y alcoholismo, puso en pie a todos los espectadores y monopolizó la conversación en Cannes, pero no fue suficiente para cambiar su historia de reconocimientos por parte del festival y “solo” terminó celebrando uno de esos premios que se dan algunos años sí y la mayoría no: el Premio Internacional del Jurado.
Mucho mas de lado quedaron las nuevas propuestas de nombres tan importantes como Wes Anderson, que presentaba su aventura en Chinchón llamada Asteroid City. Esta, respaldada por una gigantesca lista de estrellas hollywoodienses y el marcadísimo estilo color pastel que caracteriza la obra del director de Texas, no tuvo la acogida que se esperaba, tildándola de superficial y con un contenido mas repetitivo que inspirado (en España sabremos que hay de cierto en esto a partir del 16 de Junio). Como tampoco fue la edición del dos veces ganador de la palma de oro, Ken Loach, y su The Old Oak, nonagésima fábula social, esta vez sobre la solidaridad en la clase trabajadora y su rechazo temeroso al inmigrante y refugiado. Ni de Todd Haynes, nombre muy aplaudido en todos los círculos del indie americano y amantes del melodrama clásico, que apostaba en May December por el ejercicio de meta-cine de una actriz, Natalie Portman, intentando vampirizar la vida familiar de una mujer (Julianne Moore) casada con un hombre mucho mas joven que ella, y cuyo caso escandalizó a la opinión publica cuando la relación de edad constituía un delito, con el objetivo de interpretarla en una película sobre lo sucedido. Demasiada polémica había habido ya.
Desde Italia se veían con fuerza para rascar algo del palmarés, especialmente teniendo en cuenta que se apuntaron a la fiesta pesos pesados del nivel de Marco Bellocchio (en su segunda juventud a sus 84 años tras El Traidor y la serie Exterior Noche) con Rapito, la historia de un secuestro infantil organizado por parte de la iglesia católica en el siglo XIX (que ya quiso rodar Spielberg) o Nani Moretti (Caro Diario), del que se decía que su El Sol del Futuro, donde narra con tintes autobiográficos la lucha de un cineasta en crisis consigo mismo y la forma de entender el mundo (¿alguien dijo Fellini?), es su mejor obra en muchos años. Ni con esas consiguieron llevarse el gato al agua. Como tampoco con la esperadísima nueva película de Alice Rorhwacher (Lazzaro Feliz), La Chimera, sobre un grupo de Indiana Jones neorrealistas contada con la lírica a la que nos tiene acostumbrados su autora, y de la cual solo se hablan maravillas. Cinta que por cierto se aprovechó para atizar la presentación en fuera de concurso del verdadero “Indy”, porque la expectación causada en todo el festival ,y entre los que los seguimos, con la proyección de la quinta y última aventura del arqueólogo protagonizado por Harrison Ford no se correspondió con una respuesta tan cálida y esperanzadora como si tuvo Top Gun Maverick hace solo un año. De Indiana jones y el dial del destino, con James Mangold ocupando la silla de director, se habla en términos de excesiva apuesta por la melancolía y espectáculo añejo, tanto de forma positiva como negativa. Casi todas las opiniones coinciden en que el listón de la trilogía clásica sigue quedando lejos, a pesar de enmendar el dolor provocado por cierta calavera de cristal. En España saldremos todos de dudas el 30 de Junio.
Los que si cazaron algún reconocimiento, aunque no fuese a la película en su globalidad, fueron Hirokazu Kore-eda (palma de oro por Un Asunto de Familia), consiguiendo el premio a Mejor Guión para su “Rashomon” personal: Monster, donde se sigue un caso de bulliying de profesor a alumno y una amistad infantil enternecedora; y el vietnamita Tran Anh Hung, que, con La Pasión de Dodin Bouffant y su romance gastronómico decimonónico entre Juilette Binoche y Benoit Magimel, se ganó el título de Mejor Director. Así mismo, Merve Dizdar recogió el de Mejor Actriz por su trabajo en la nueva y como siempre larguísima obra del turco Nuri Bige Ceylan (palma de oro por Sueño de Invierno), About Dry Grasses, sobre un profesor y su soledad en una región despoblada de Anatolia. Kôji Yakusho hizo lo propio con el de Mejor Actor por Perfect Days, el regreso del maestro alemán Win Wenders a los aplausos en la bahía francesa y el reconocimiento crítico, gracias a su modesto cuento japonés sobre un limpiador de retretes en Tokyo embebido en una rutina convertida en aparente felicidad y cuyo pasado resurge con la llegada de su sobrina.
En clave salvaje oeste y fuera de concurso (sin opción a premio), pero con todo el interés que solo dos nombres como Pedro Almodóvar y Martin Scorsese son capaces de suscitar, se presentaron entre recepciones fabulosas el esperado cortometraje con Pedro Pascal e Ethan Hawke, Extraña Forma de Vida, ya visionable en nuestros propios cines y que supone una magnífica incursión del western en la obra y tics del genio manchego; y una de esas películas que solo por sus elementos ya aspiran a entrar en cualquier lista de lo mejor del año: Killers of the Flower Moon. Scorsese reúne aquí por primera vez en un largometraje de su filmografía a sus intérpretes fetiches mas reconocibles( Robert De Niro y Leonardo Di Caprio) para narrar los asesinatos acontecidos en el condado de Osage a principios del siglo XX, una vez que los indios de una reserva encuentran petróleo y el hombre blanco decide que no son merecedores de tal riqueza. Di Caprio interpreta a un veterano de guerra con pocas luces y relacionado íntimamente con una indígena del lugar, a la vez que ve envuelto en un trama de conspiración homicida promovida por su tío (De Niro) y somos testigos del desarrollo de la investiagación de los hechos por parte de un agente (Jesse Plemons) del recién creado FBI. Se comenta que el director de Taxi Driver y El Lobo de Wall Street ha creado su película mas reposada y madura (y hablamos del director de ‘Silencio), pero que en sus, aun así, fugaces 3 horas y media cabe desde el thriller “true crime” o el drama judicial hasta el romance, cierta comedia y por supuesto sus habituales estallidos de violencia entre mafiosos. En octubre veremos si es el clásico instantáneo que proclaman o, por sí por el contrario, al público se le hace cuesta arriba su exagerado metraje.
Para terminar, no podemos pasar de largo de lo que supone la mejor noticia, dentro del ámbito del cine de Cannes, para la cinematografía de nuestro país. Victor Erice presentó fuera de concurso y a sus 83 años la que es su cuarta película y el regreso de un nombre único para nuestra cultura tras más de 30 años desde El Sol del Membrillo. Con Cerrar los Ojos, el director de El Sur y El Espíritu de la Colmena, ha superado infinitos problemas de rumorología insidiosa acerca de su calidad y presunto caos, hasta poder contar la historia de Miguel Garay (Manolo Solo), un director de cine en plena conversación con su pasado y entorno, a raíz de la resurrección por parte de un programa de televisión de la figura de Julio Arenas (José Coronado), amigo y actor, el cual desapareció antes de terminar un rodaje, dejando inacabada una película. Al parecer, esta nueva obra recoge sucesos del propio Erice (‘El Sur’ es una película involuntariamente incompleta) y los ficciona para hablar, en forma de testamento, de la memoria, los errores, los fracasos y el poder del cine para entretejer nuestras vidas. Toda respuesta recogida en la “croisette” la mencionan como una obra maestra y desde aquí solo nos queda mordernos las uñas a la espera de conocer la fecha de estreno de la que, sin ninguna duda, será la película mas importante de nuestro cine en 2023.
M.A.E.
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