Crítica de Dowton Abbey: Una nueva era
Crítica de la película Dowton Abbey: Una nueva era
Simpática secuela pero lejos de la calidad de la serie original.
De hecho en esta nueva película, la segunda que continua con la historia vista en la serie, se nota aún más lo que percibimos en la anterior, que se trata de una temporada de la mítica serie comprimida en dos horas de película, por lo que todo sucede más deprisa, más atropellado, con menos sentido y con mucha menos alma que en televisión, aunque visualmente esté por encima de lo que este drama de época pueda haber aportado en la pequeña pantalla porque hay un presupuesto más holgado para hacer que Downton luzca como nunca. Pero el guión de Julian Fellowes queda algo lejos de las muestras más brillantes que ha dado la serie, que fueron muchas.
La historia nos lleva a finales de los años 20, con la familia preparándose para las nuevas aventuras que les deparará la década de los 30. La hacienda no pasa por su mejor momento, así que cuando surge la oportunidad de que un equipo de rodaje se instale en la casa para preparar una película, la familia lo ve como lo más acertado, mientras algunos se dirigen a la costa francesa para reclamar una herencia familiar, una villa que un noble francés ha dejado a Lady Violet, y que podría hacer que toda la realidad de los Crawley se tambalease. A eso sumen relaciones románticas inesperadas o esperadas, cambios, sorpresas, novedades… bueno de lo último no hay mucho, porque Downton Abbey es lo que es y no engaña a nadie. Pero hay de todo lo demás.
Michelle Dockery sigue siendo quien levanta la película junto a Maggie Smith y Hugh Bonneville. En ellos descansa la película, y son más que fiables, aunque es cierto que nombres como Jessica Brown Finlay, Dan Stevens o Lily James se echan en falta. Pero el resto están todos aquí, presentando además los nombres de Hugh Dancy, Dominic West y Laura Haddock, como esa improbable troupe cinematográfica que recala en la zona y pone todo patas arriba. La película intenta dar momentos para lucirse a todos los personajes de su enorme reparto, tanto de la nobleza como del servicio, pero su duración de apenas dos horas no permite conseguirlo.
Ese es su gran problema. Hay historias de sobra para rodar otra temporada de ocho o seis episodios pero sin embargo todos deciden que es mejor comprimirlo todo en una amalgama de apenas dos horas donde las cosas suceden demasiado precipitadamente, sin respiro y sin tiempo para que calen o se desarrollen hechos, como la trama de Dominic West y lo que supone para toda la casa. Prefieren lanzar tramas y esperar que el fan no se queje demasiado. Con un desarrollo que nos hace pensar que puede ser la última película de la franquicia. Y seguramente el fan quede complacido, pero no como lo estaba cuando veía la serie. Tendrá una dosis de Downton Abbey menor de lo que espera y de lo que este legendario título merece. Cumple, pero nada más.
Jesús Usero
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