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viernes, abril 26, 2024
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Dunkerque ★★★★★

Dunkerque ★★★★★

Crítica de la película Dunkerque

Muy buena. Necesito verla urgentemente otra vez. Brillante reescritura del género bélico.

Christopher Nolan ha vuelto a hacerlo. Ha vuelto a poner en evidencia a quienes afirman que es un “cineasta sobrevalorado”, fórmula ya repetitiva y cansina, poco original, lugar común de sus detractores, que conforme avanza la carrera de este auténtico maestro capaz de impartir lecciones de cine en cada una de sus películas quedan cada vez más puestos en cuestión respecto a sus propios conocimientos cinematográficos. Es así de claro. Hay que mojarse ya. Y qué mejor momento para mojarse que Dunkerque: el cine de Nolan puede gustarte o no, estás en tu derecho. Pero negarle el pan y la sal como director es ya absurdo. Y Dunkerque lo pone nuevamente de manifiesto. Es una de sus mejores películas, y tal como apunté a modo de especulación en algunos de mis comentarios previos, finalmente, con la película vista, es ciertamente un nuevo punto de partida para su carrera que se amplía en horizontes y retos con este nuevo largometraje que además demuestra que el juego con el tiempo es el cemento sobre el que levanta el entramado narrativo de su estilo como autor.

En Dunkerque Nolan no se limita a rodar una excelente película de cine bélico, sino que filma su película de cine bélico. Porque Dunkerque, que en mi opinión entra directamente en la lista de las diez mejores películas de cine bélico de la historia del cine, no se limita a mimetizar las propuestas de otros directores, sino que elabora su propia propuesta dentro del género.

Cierto es que sus planos son la máxima expresión de la huella que tienen en su cine claves visuales que recuperan la épica de David Lean en Lawrence de Arabia y El puente sobre el río Kwai, tanto en los planos generales de paisaje como en los primeros planos de actores, por un lado, combinada más que nunca con apuntes visuales del cine geométrico de Stanley Kubrick. Cierto es que su punto de partida, su referencia a nivel de producción son las grandes épicas del cine bélico clásico, películas como La batalla de Inglaterra, El día más largo, Un puente lejano. Pero además Nolan desenfunda el trabajo creativo y muy moderno y actual con la cronología, con las líneas temporales de su relato, para ofrecernos una rescritura del género plenamente actualizada en la que sale a la luz toda su huella como autor en consonancia con la forma de narrar que ha aplicado a la mayor parte de su filmografía.

Junto con ese trabajo de reconstrucción de la cronología de los acontecimientos históricos que narra a través de la deconstrucción de la línea temporal del relato, que es también una manera de desmontar los estereotipos y esquivar los lugares comunes del abordaje cinematográfico más tradicional de las grandes batallas y acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, Nolan impone sus temas e inquietudes como autor a los personajes y la situaciones de las tres batallas que se libran en su película: la del civil que junto a su hijo y otro muchacho zarpa con su barco camino de Dunkerque para rescatar a tantos soldados como pueda, la de los soldados que solo quieren sobrevivir y volver a casa, y la del piloto que libra su propio duelo con el instinto de auto-conservación y el sacrificio por el prójimo solo, en el cielo. Todos estos personajes se desplazan por el filo de una navaja, la de su propia supervivencia o la del prójimo, en un pulso donde el director se las ingenia para hacer que en todo momento reine un tema central que viste a todos los planos, secuencias y personajes de su película: la dignidad por encima de la barbarie y la muerte que se producen en todo conflicto bélico.

Lejos de ser un panfleto propagandístico, Dunkerque está habitada por personajes con los que el espectador puede identificarse en todo momento sin la fanfarria patriotera de este tipo de películas. Todo lo contrario. La identificación y la tensión que se mastica durante toda la película y podría cortarse incluso con un cuchillo, se edifica merced principalmente al excelente trabajo de los actores en una clave minimalista y casi sin palabras –ejemplo de ello un brillante Kenneth Branagh en el que posiblemente sea el papel con menos diálogo de toda su carrera, otro ejemplo la química y la relación de lealtad que se establece sin cruzar palabra entre el soldado Tommy y el soldado silencioso-, y al trabajo de asociación entre imágenes y composición musical que recuerda esa especie de réquiem que protagonizaba la parte central de Interstellar, los momentos del fuego en los campos y la acción en paralelo en el espacio. Eso es lo que permite a Nolan meternos de cabeza dentro del largometraje, siguiendo a todos esos personajes y metiéndonos en la carlinga del avión con el piloto interpretado por Tom Hardy y mostrarnos los combates aéreos como nunca antes los habíamos visto en el cine.

Cada plano cuenta. Cada plano está cuidadosamente pensado para transmitir información y emoción en torno a lo que les ocurre a los personajes. Y cada plano habla de la dignidad de los supervivientes. Por ejemplo el que, jugando con la profundidad de campo y otorgándole un papel protagonista, nos muestra al avión alemán soltando sus bombas en la playa mientras vemos a un soldado vaciando el cargador de su arma tirado en el suelo ante el inexorable avance de la muerte hasta el último momento. O la mirada de padre a hijo después de que el hijo conteste a la pregunta del personaje interpretado por Cillian Murphy sobre el estado de salud del muchacho. O los gestos de perdón. O ese discurso final de Churchill que cierra la película: “lucharemos en las playas… nunca nos rendiremos”.

Nolan consigue definir las claves y el tema central de su película en imágenes y eso es lo que la convierte en una escuela de cine: el cuidadoso encuadre –trabajando frecuentemente en toda la película con diagonales- por ejemplo en el plano de los tres soldados supervivientes sentados en la playa de Dunkerque, dos de ellos más cercanos, el tercero algo más retirado de los otros dos, presagiando lo que va a ocurrir a continuación, se mezcla con la capacidad de generación visual de épica del vuelo del piloto planeando sobre la playa.

Dunkerque merece ser una firme candidata a ganar el Oscar a la mejor película de este año. Y en su reparto hay también más de un actor que merece ser tenido muy en cuenta a la hora de pensar en las nominaciones a premios de la presente temporada.

Y además Dunkerque nos devuelve al gran cine en toda la épica y la gloria de la pantalla grande. Un concierto brutal de imágenes de acción visualmente brillantes y con contenido.

Miguel Juan Payán

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©accioncine


Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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