Nos dicen que ya no estamos en la Guerra Fría, pero acabo de enterarme de que la adaptación al cine de las peripecias del Capitán América cambiará su título en Rusia, Ucrania y Corea del Sur y en lugar de titularse Capitán América: el primer Vengador pasará a llamarse sólo El primer vengador. Al parecer en Marvel siempre han tenido muy claro que el título iba a tener que cambiarse en algunos mercados para no cargarse la explotación comercial de la película fuera de los Estados Unidos. Además el director, Joe Johnston, anda ya pregonando a los cuatro vientos que es una película de aventuras, y el protagonista sólo quiere servir a su país, no pasear banderas, y que el largometraje cuenta con un reparto internacional y con una historia internacional.
Sea como fuere, yo siempre he leído tebeos del Capitán América porque me resultaban muy entretenidos. Y les aseguro que en ningún momento he tenido un ataque de «americanismo» incontrolable ni he querido ser otra cosa que español. Vamos que leyendo un tebeo del Capitán América no se siente uno más «americano», ni siquiera de adopción, y tampoco reniega uno de su país de origen. En todo caso, por leer un tebeo de Thor o ver la película de Kenneth Branagh tampoco creo que vayamos a salir a la calle con un casco de hojalata adornado con dos alitas de pollo frito y el martillo de la caja de herramientas del vecino gritando que somos el Dios del Trueno y exigiendo que nos cambien la nacionalidad española por la de Ciudadano de Asgard.
Puestos así, tambíen Supermán está más pegado a la bandera de los Estados Unidos que un sello.
Seamos serios, caray, que ya tenemos una edad. ¡Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino! (aunque como dice mi colega y amigo Jesús Usero, todo depende de lo que corra el marrano, claro está).
Miguel Juan Payán
