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miércoles, abril 24, 2024
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El jugador ****

El jugador ****Un hombre y su adicción. ¿O no es una adicción? Un  urbanita y su reto. O lo que él llama un reto. Ese es el punto de partida de esta historia en la que Mark Wahlberg revisita una fábula que ya protagonizara James Caan en el año 1974, The Gambler, que dirigió Karel Reisz. La nueva versión es uno de esos remakes que al contrario de la mayoría de las nuevas versiones justifica el uso del remake por algo más que la mera inclinación a seguir explotando algo ya explotado. Creo que el original era muy bueno, pero tengo que ser sincero y reconocer que me han gustado más los actores de esta nueva versión del asunto. Y además el guión de William Monaham me convence más y creo que les sirve muy fielmente como arma para que se luzcan. Seré sincero: creo que James Caan es un actor enorme, un grande del cine de los setenta. Pero no lo compré nunca en este papel para el que hicieron campaña gente más propicia al mismo, como el Jovencito Frankenstein Peter Boyle o Robert De Niro. De hecho, me creo más en este papel a Wahlberg. Y a partir de ahí en mi opinión el tanteo se inclina a favor del reparto de la nueva versión que ahora se estrena frente a la anterior. Para empezar Brie Larson me hace creerme todo lo que no me creí del romance de Caan con Lauren Hutton, fémina que siempre me pareció algo fría y distante. Quien lo dude o no sepa de qué demonios estoy hablando, puede hacer el siguiente ejercicio: Brie Larson está más cerca de otra rubia del cine setentero mucho más convincente y menos “estatua” que Hutton, Cybill Shepherd (sí, la protagonista de la serie Luz de Luna, que nos había vuelto locos ya a muchos apareciendo en Taxi Driver y sobre todo en La última sesión de Peter Bogdanovich…). La manera en la que esta nueva versión trabaja con la historia romántica desde la elipsis y sin que en ningún momento pise o estorbe a la trama principal, muy al contrario, que la acompañe y complete sin perder su propio peso en el conjunto, me parece notable. El encuentro del protagonista con la joven estudiante en la clase vacía, con ese movimiento de cámara alejándose de ella mientras él se acerca saliendo de la cabina fuera de campo es una estrategia perfecta que define con gran inteligencia la manera en la que el director se propone abordar ese asunto. El momento de visita con ella al casino incluso tiene ecos lejanos que señalan la posible fuente de inspiración del director, Leaving Las Vegas, película que no por casualidad tenía también muchos rasgos de vínculo visual con The Gambler de Karel Reisz.  




Siguiendo con los actores, añadan a lo anterior a Jessica Lange como la madre del protagonista. Una señora imperial. Una actriz de lujo. Aquí, como en la serie American Horror Story, vuelve a estar impresionante. Sólo su aplomo y su seguridad, su solidez ante la cámara, son ya toda una lección de interpretación para cualquiera que se proponga ejercer como actor o actriz. Ella es una de las columnas que respalda a Wahlberg en este empeño. La otra es John Goodman en un papel que parece hecho a su medida de figura totémica que está a medio camino entre Hades, el dios del infierno griego, y un Zeus algo más dispuesto a repartir consejos de supervivencia entre los miserables humanos. Imaginen una especie de versión criminal en clave de prestamista oscuro y adicto a las saunas del personaje que interpretara Matthe McConaughey en El lobo de Wall Street, y se acercarán a lo que pueden esperar de este repartidor de sabiduría callejera  y criminal. Completa el puzle otra pieza esencial, Michael Kenneth Wiliams, al que se le quedaba pequeño el papel de Chalky White en la serie Boardwalk Empire, pero que viene a ser un necesario soplo de aire fresco en la galería de afroamericanos que pueblan las fantasías de Hollywood, a la que ha aportado una personalidad propia, intransferible, elegante y al mismo tiempo amenazadora.

Ese compacto reparto, eficaz y contundente, hace que la nueva versión de El jugador esté mejor armada en lo interpretativo, aunque en lo visual esté ligeramente en desventaja con la visión urbanita de Karel Reisz en The Gambler, que es muy posiblemente una de las mejores muestras del paisaje urbano trasladado a la pantalla grande en el cine de los setenta. Y eso es decir mucho.

Película interesante y recomendable, en todo caso.

Miguel Juan Payán

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