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domingo, marzo 23, 2025
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El Retrato de Dorian Gray **

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Las adaptaciones al cine de clรกsicos literarios estรกn, inevitablemente, expuestas a la comparaciรณn, ya no con el original, sino con los anteriores intentos de trasladar a la pantalla la historia. En el caso de El Retrato de Dorian Gray, la adaptaciรณn mรกs recordada data de 1945, cuando Albert Lewin estrenรณ una versiรณn de la obra de Oscar Wilde bastante respetuosa y deudora de la brillantez que aquellas pรกginas poseรญan. Ahora, Oliver Parker, cineasta con experiencia en adaptar a Wilde gracias a sus anteriores versiones de Otello y La Importancia de Llamarse Ernesto, nos presenta su nueva propuesta, que se queda, tristemente, a medio camino entre los deseos de fidelidad a la novela y la necesidad comercial de ir un poco mรกs allรก, de ofrecer al espectador medio algo mรกs que aquel preciso reflejo de la sociedad victoriana decimonรณnica.

Para ello, Parker y su guionista Toby Finley, vuelcan todo el peso de la historia en ese Henry Wotton que sin duda sirve de inspiraciรณn para buena parte de los deseos de los responsables de la obra cinematogrรกfica. Al igual que en la novela, se trata de un personaje fundamental que provoca ese huracรกn llamado Dorian Gray: รฉl serรก el que muestre al joven la imperiosa necesidad humana de satisfacer las mรกs bajas pasiones, de disfrutar de los placeres al alcance de un ser de su arrebatadora belleza. En definitiva, hedonismo puro y duro. Y claro, para tal fin tenรญan que contar con uno de los mejores intรฉrpretes del momento, un Colin Firth que se merienda a todos sus compaรฑeros de reparto.

Pero la esencia de la obra de Oscar Wilde es suficientemente poderosa como para que las licencias destinadas a una mejor digestiรณn de la pelรญcula por parte de quienes desconocen la novela estropeen del todo el conjunto. Esa historia del joven narcisista que traslada su decrepitud al retrato es, sencillamente, magistral. Lo era por supuesto en las pรกginas de Wilde, y lo es, aunque mucho menos, en una pelรญcula que, por otra parte, muestra quizรกs lo peor del cine actual, con esos montajes delirantes y el ritmo de videoclip que se utiliza en las escenas tรณrridas y violentas, aquรฉllas en las que Dorian Gray se deja llevar por los instintos de la manera recomendada por su mentor Henry. Y es que este Dorian, es, irremediablemente, hijo de la generaciรณn MTV.

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Ben Barnes se llevarรก sin duda la peor parte de las crรญticas. Y no serรญa del todo justo. El chico ha de lidiar con la imponente presencia de Colin Firth pero no sale del todo perjudicado. Su Dorian Gray logra transmitir esa sensaciรณn de frivolidad y altanerรญa que se consideran inherentes al personaje. Y su transformaciรณn en un ser arrepentido y apenado por las consecuencias de su pacto con el diablo tambiรฉn resultan convincentes. Nos queda Ben Chaplin, encargado de interpretar a Basil, el artista responsable del maravilloso retrato, sin duda un alter ego del propio Oscar Wilde, como รฉl mismo afirmรณ en varias ocasiones. Basil podrรญa haber dado mรกs juego, pero en este cine de exigencias tan comerciales, los tiempos se miden con pulcritud.

Los cambios son notables. Desde esa escena inicial que nos lleva a un flashback, hasta la incursiรณn de un personaje inexistente en la novela, Emily Wotton, la hija de Lord Henry y el interรฉs amoroso del redimido Dorian. Y la austeridad descrita por Wilde en las posesiones de Dorian se transforman aquรญ en una mansiรณn enorme y repleta de lujos. Parker acierta en la direcciรณn de actores y en el ritmo narrativo, aunque los puristas se rebelen frente a modificaciones semejantes. Pero el resultado final, lejos de alcanzar la trascendencia de la obra literaria y sin duda carente del encanto de la versiรณn de 1945, deberรญa de satisfacer a quienes acuden al cine con la รบnica intenciรณn de pasar un buen rato con una historia decente y unos personajes interesantes. Y, de paso, puede que la pelรญcula despierte el interรฉs por la lectura de la novela en los espectadores mรกs jรณvenes, con lo que la pelรญcula habrรก logrado ya algo importante.

Yo me pregunto quรฉ podrรญa haber hecho con esta historia un cineasta como Tim Burton, cuyo imaginario enlaza a la perfecciรณn con el terror gรณtico y los ambientes londinenses del XIX que se muestran en las pรกginas de la novela. De momento, tendremos que conformarnos con esta redundante versiรณn, vacรญa de sorpresas, estilo y originalidad, pero que sin duda logra los objetivos que se buscaban alcanzar cuando fue perpetrada. Y, a modo de anรฉcdota, cabe destacar que estรก producida por Ealing, la mรญtica productora britรกnica que nos regalรณ aquellas maravillosas comedias protagonizadas por Alec Guiness en los aรฑos 40 y 50, como Ocho Sentencias de Muerte, Oro en Barras o El Quinteto de la Muerte, y que se mantuvo improductiva durante dรฉcadas. Que sea de nuevo bienvenida…

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