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domingo, mayo 12, 2024
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Campamento Flipy

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Es costumbre cada vez más habitual en el cine español aprovechar el talento o la popularidad de los cómicos televisivos (ambas cuando se es realmente afortunado) para las películas que se prodigan en las salas de cine últimamente. Hemos podido ver a diversos miembros de Muchachada Nui en películas como Tensión Sexual no Resulta o Que se mueran los feos. Pero es menos común que un cómico escriba y protagonice su propia película.

Aunque pronto veremos a Florentino Fernández y Josema Yuste en La Venganza de Ira Vamp, pero el popular Flipy se les ha adelantado con este peculiar, por llamarlo de algún modo, Campamento Flipy.

Y digo por llamarlo de algún modo porque lo más posible ante quien vea la película es quedarse con la boca abierta sin saber qué decir ni, posiblemente, qué pensar (o sí…) porque la película es rara como un perro verde… La película es complicada de ver.

Campamento Flipy peca de algo muy grave y es el ombliguismo de su protagonista que se dedica a exprimir y soltar sus chistes y gracias uno detrás de otro sin ton ni son. Sin ningún concierto. Y de una manera bastante desacertada.

No sé si yo tengo el chip cambiado, pero se supone que el humor tiene que ser universal y esta película sólo puede interesar o hacer gracia a aquellos que sean incondicionales de Flipy y su muy bizarro sentido del humor.

No es que la idea sea mala en sí. Simplemente está pobremente ejecutada. Ni siquiera en estas películas espera uno que el director o la fotografía sean lo que destaque entre el metraje. Simplemente que haga gracia. La película carece de risas de tal forma, que uno acaba mirando los preciosos paisajes de ASturias donde se desarrolla la cinta o la peculiar puesta en escena de la ginkana como si fuese la playa del desembarco de Normandía. Eso ya te indica que cauces puede seguir la peripecia, básicamente porque la película te acaba importando un bledo, por desgracia.
Como decía, la idea no es mala para una comedia gamberra y descerebrada, de esas que no tienen mucha miga, pero sí muchas carcajadas con los amigos. Un campamento, un grupo de frikis peligrosos, chicas, un malo, profesores enfermos… Sin ir más lejos, Fuga de Cerebros tenía una idea similar cambiando el campamento por Oxford, y, por muchos palos que le diese la crítica bienpensante, te hacía reír a carcajadas. Y Flipy no.

Ni siquiera nos hace sonreír. Todos los tics, manías, gracias fáciles y gritos del cómico están en la película pero multiplicándolos por mil. Como un viaje de ego en el que el tipo se gusta a sí mismo. Demasiado. Y se dedica a recrearse en su imagen y en sus gracietas que la mayor parte del tiempo sonrojan al personal y le hacen apartar la cara de la pantalla.
Por ejemplo con los chistes escatológicos. Uno puede aguantar un máximo de gracias sobre baños, mocos y demás. Primero no son graciosas, segundo tienen un límite que aquí se sobrepasa desde el minuto 5 de película. No sólo no consigue hacer reír sino que casi hace vomitar.

Y se supone que es una comedia familiar… los padres salen del cine con la cara pálida y los niños no saben muy bien lo que han visto. Pasa lo mismo con las bromas referenciales al cine de los 80 que los niños no pillan y los padres que sí entiendan creerán que son absurdas o carentes de gracia. Sobre todo lo de David Hasselhoff que puede resultar de juzgado de guardia…
Tampoco es que a la película se le pida tener la trama del siglo, pero sí al menos una coherencia en la historia. O una historia que contar. O algo que hiciera soportable la hora y media de proyección, que se hace más larga que la edición extendida de Titanic. Una cosa es que los protagonistas sean frikis y memos. Otra muy distinta que sean desagradables para el público y den ganas de abofetearlos.

Las múltiples apariciones de otros cómicos podían haberle dado otro aire a la película si les hubiesen dejado más tiempo de pantalla y más libertad en las improvisaciones. Gente como Raúl Cimas, Pablo Carbonell, Pedro Reyes o (sobre todo) Ernesto Sevilla, merecían mejor suerte y una obra más cuidada y más inteligente. Todos ellos roban la película en uno u otro momento y suyos son los únicos (muy escasos) momentos de risa. De hecho Sevilla sólo con su aspecto ya hace reír bastante.

El intento, por otro lado, de imitar el humor surrealista de Muchachada Nui queda bastante descafeinado y sin chicha ni risas. Aburrido. Absurdo. Cargante. Sólo para incondicionales de Flippy y nadie más. Sólo para aquellos que disfrutan con el más que peculiar humor del cómico y sus compinches, que en este caso, se ven arrastrados por la inercia de la película. Una mala película.
Lo más gracioso o curioso de la cinta está en esas transiciones tipo cómic entre secuencias, como en ese prólogo animado y ese epílogo con las mismas condiciones. Curioso por poco habitual, al menos en nuestro cine, porque no hace mucho Kick Ass también aportaba cosas similares en la gran pantalla. Innovador no es, quiero decir. Curioso y simpático, sí. Novedoso no.
A veces es doloroso ser duro con una película española, pero sería injusto no decir la verdad, cuando hay productos que se esfuerzan por satisfacer al público y en éste caso parece que sólo apetecía que el protagonista salga en pantalla. Sin importar qué hace o cómo lo hace. A poco que uno no trague a Flipy, la película se le hará muy cuesta arriba y pensar que le están tomando el pelo. E incluso si es fan, puede quedarse a cuadros. O con la sensación de que le han robado el dinero. Quien pueda que la evite. El resto, están avisados.

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