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viernes, abril 26, 2024
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El solista **

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Está convirtiéndose cada vez en una costumbre mayor y desesperante, el hecho de que las películas lleguen a nuestro país, cuando lo hacen, con un considerable retraso con respecto a su país de origen. Y no sólo con películas menores o directas a video, sino con producciones de cierto empaque y peso, que deberían convencer a los distribuidores de que estrenándola antes, obtendrían mayor éxito en taquilla (cuanto mayor sea el retraso, mayores las posibilidades de que la gente vea la película por otros medios). Eso es lo que le sucede a El Solista, como antes le sucedió a películas como El Tren de las 3:10, ¿Hacemos una Porno? O Los Fantasmas de mis ExNovias, por poner tres ejemplos bastante conocidos. Ni siquiera contar con la presencia de dos estrellas como Robert Downwy Jr. y Jamie Foxx la han salvado de aparecer en España un año después de hacerlo en USA.

No es El Solista una película fácil, la verdad. En muchos sentidos es caótica, sin rumbo, desmedida… como lo es la propia enfermedad que trata de analizar, la esquizofrenia. La historia gira en torno al periodista Steve López (Downey Jr.) en busca de su próximo artículo, que encuentra en la calle viviendo como un indigente a Nathaniel Ayers, un niño prodigio, músico que estudió en la prestigiosa academia Julliard, pero que abandonó su vida debido a la esquizofrenia. La amistad entre los dos personajes, el sentido de familia y unión en una gran urbe, donde todos nos sentimos solos, son la guía fundamental de esta película. Aunque no la única.

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Porque el otro gran hilo argumental (y sentimental) de la cinta es la esquizofrenia de Ayers. Cómo lidiar con ella, cómo enfrentarse a ella y cómo vivir con ella y sentirla. Abandonados por los sentidos, en un mundo plagado de voces y sonidos, sin poder saber cuáles son o no son reales. Un completo caos en la mente, sin rumbo, sin destino, que se traduce perfectamente en las intenciones e imágenes que el director de la cinta, Joe Wright, nos plantea. Wright no es ningún desconocido y ya consiguió prestigio y reconocimiento en todo el mundo por sus dos trabajos anteriores, Expiación (2007) y Orgullo y Prejuicio (2005).

Es un director con talento y con futuro, pero aquí la cosa se le va de las manos. No es que la película no posea momentos ciertamente bellos o bien planificados. Es que el sentimiento de vagar sin rumbo a lo largo de la historia es demasiado poderoso como para que el viaje sea completamente satisfactorio. Sí, la esquizofrenia está narrada con credibilidad y brillantez, como si la padeciésemos nosotros mismos, pero llega a ser agotadora en su puesta en escena y hasta repetitiva. Estamos ante un drama, no un documental. Y por momentos se le va de las manos el invento y no es capaz de centrarse en la historia. Como si el esquizofrénico fuese el director y no el personaje protagonista. Eso sí, su forma de presentar Los Angeles, como una ciudad bella y aterradora, sobre todo para Ayers, a la vez, es encomiable.

Otro pequeño problema es el guión. Viene firmado por Susannah Grant, autora del libreto de Erin Brockovich y directora y guionista de Catch and Release. Quien conozca medianamente el trabajo de esta autora, sabrá de su gusto por el melodrama y la comedia sencilla. Aquí hace un esfuerzo por no resultar empalagosa o moralizante, esfuerzo del que sale victoriosa a medias, porque no es del todo capaz de alejar ese aire didáctico, de lección vital que debemos aprender todos. No es capaz de echar el resto y convertirse en un guión verdaderamente complejo y duro. Tiene momentos de fuerza, pero a veces es demasiado blando, algo que no es poco habitual en Grant. Quizá, seguramente pues no he leído el libro, venga limitada por la obra de Steve López, en la que se basa la película, pero se necesitaba algo más de empeño para eliminar ese aire de “basado en hechos reales” o algo de moralina al cuento.

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En una película así, no queda más que dejarse llevar por los actores. Ellos solos pueden salvar el invento y elevarse por encima de una película con buenas intenciones y un desarrollo irregular. Y en este sentido, los dos actores protagonistas no sólo cumplen con creces, sino que logran alzarse como claros vencedores del relato. La complejidad del Nathaniel Ayers de Foxx se palpa en cada plano. Es un actor poco comedido y muchas veces dado a la sobreactuación, pero aquí, con un personaje que permite con creces esos excesos, consigue mantener en los momentos de calma una mirada limpia y cargada de tristeza, de intenciones y de esperanzas frustradas que es conmovedora y que consigue emocionar al espectador.

No menos se puede decir de Robert Downey Jr. Auténtico camaleón interpretativo donde los haya, su personaje es una lección de interpretación a todos los niveles. Primero porque es un personaje real (El segundo periodista real que encarna, tras protagonizar Zodiac), pero no esquizofrénico. Es un tipo normal, con sus miserias y bajezas, sus éxitos y derrotas. Pero su manera de empalizar con Ayers, sus gestos y, mucho más que lo que dice, sus silencios, deberían ser estudiados en cada escuela de arte dramático. Es en ambos actores en los que recae el peso de la historia, y son ellos, con su química y su interpretación, los que remontan el resto de la producción.

El Solista es quizá una película con demasiadas pretensiones, sí. Quizá un par de repasos al guión le habrían sentado de perlas. Quizá algo menos de caos y más centrarse en la historia, sería una elección más sabia (el espectador puede llegar a desconectar de la historia). Pero las interpretaciones y una interesante dirección y puesta en escena, elevan este drama por encima de la media y lo convierten en una buena película. No es para morirse, pero merece la pena verla.

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