Crítica de la película Elcano y Magallanes, la primera vuelta al mundo
Historia y animación para toda la familia.
Una película que parecía mucho más infantil de partida, pero que apuesta por contar una historia más para todos los públicos que sólo para los más pequeños. De hecho hay muchos momentos en los que la película no es precisamente para los más pequeños de la casa, sino para niños algo mayores. Hay violencia y batallas, momentos duros, de pérdida y de traición. Y una forma divertida de contar el primer viaje alrededor del mundo, comenzado por Magallanes y terminado por Elcano. Y perseguidos aquí por los portugueses, los villanos de la historia. No es que los portugueses sean malos, es que la película requiere de unos antagonistas y opta por los rivales históricos en aquel momento…
Elcano es un capitán vasco intrépido, valiente, quizá algo egoísta y demasiado pagado de sí mismo, siempre en problemas y con deudas, que se ve obligado en Sevilla a sumarse a la expedición de Magallanes, quien tiene una ruta secreta para dar la vuelta al mundo y llegar a las Indias por el Oeste, en lugar de por territorio portugués, quienes controlan la única ruta conocida hasta esa lejana tierra de donde llegan las especies que se han convertido en una mercancía tan valiosa como el oro. La película juega con esa historia, con ese viaje lleno de peligros, aventuras, traiciones y la leyenda de dos nombres que han pasado a la historia del mundo no sólo de la navegación, debido a su increíble gesta que narra la película.
Una historia nada sencilla, resumida demasiado (los saltos temporales son brutales) y llena de momentos que chocan, entre la brillantez (el enfrentamiento en la isla, el paso por el cabo…) y lo realmente terrible, como esos acentos andaluces impostados que no funcionan lo más mínimo. La película se siente orgullosa de la historia, no tiene la más mínima vergüenza por hablar de la historia de España ni lo hace escondiéndose, o maquillando lo que fue una gesta (evidentemente lo adecúa lo máximo posible a un público familiar), aunque nunca se mencione la palabra España y todo sea Castilla. Lógico en los tiempos de los que habla la película, que además intenta jugar con los localismos y con la unión entre las gentes de nuestra tierra. Hace más por eso la película que nuestros políticos…
Hay humor, villanos y un viaje que parece no poder terminar bien, pero la historia sabe siempre hacerse interesante pese a los defectos que tiene. Visualmente es correcta, y se entiende que una producción española no puede competir con Pixar o Dreamworks, que tienen quizá 10 o 20 veces más presupuesto. El problema no es en ese aspecto, sino que es más en una trama que salta de repente, meses en el tiempo, dejándonos historias sin contar (“vivimos grandes aventuras” nos dicen, o algo similar, pero no nos lo muestran…). Pero deja muy buen sabor de boca, hace interesante la historia y seguro que hará que muchos jóvenes se interesen por la misma. Y eso siempre es bueno.
Jesús Usero
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