Crítica de la película Emboscada final
Kevin Costner y Woody Harrelson motores de esta historia de hombres al final de su carrera.
Por cierto, no quiero obviar el título en castellano de la película, porque ni con Netflix nos libramos de los títulos que cambian por completo el sentido original del mismo, que en inglés es The Highwaymen. Dicho esto, la película de John Lee Hancock, a quien si no reconocéis por nombre ha dirigido películas como El Alamo, El Novato, la más que interesante El Fundador o Un Sueño Posible, que supuso el Oscar para Sandra Bullock. A los mandos del guión, el nombre de John Fusco, creador de la serie Marco Polo, sí, pero que se hizo nombre con futuro en Hollywood como guionista de Arma Joven y su secuela… Eso explica el tono de western crepuscular de la película…
Porque aunque la historia nos lleve a 1934, a la época de los gánsteres y la persecución de dos de los criminales más importantes de la historia, Bonnie y Clyde, a los que los personajes de Harrelson y Costner dieron caza, el tono que emplea es mucho más cercano al western, pero, y aquí hay un pequeño problema, con la intención de ser John Ford en Dos Cabalgan Juntos, o Peckinpah en Duelo en la Alta Sierra. Es decir, apuntan muy por encima de sus posibilidades y quedan a merced de un relato interesante, con alma de western (muchos van a pensar en cierto videojuego, seguro…) pero excesivamente largo y que no termina de arrancar.
Por supuesto que Harrelson y Costner son motor de la historia, y por supuesto que con otros actores no encontraríamos nada realmente interesante en la película. Su talento, su fuerza narrativa, su presencia en pantalla lo son todo, con dos personajes que son opuestos pero se complementan a la perfección. La charla sobre las balas que quedan dentro del personaje de Costner lo cuenta todo de ambos, y la película prefiere ir por otros derroteros en lugar de explorar eso. Por ejemplo, desaprovechando actores como William Sadler (su escena con Costner es maravillosa) o Kathy Bates, que aparece como un relámpago en la película. Y, a veces, el gusto que tiene por los discursos al viento, es excesivo. La escena del póker, por muy buena que sea en forma, explica perfectamente este problema.
La película entretiene y juega con la época y el tono, como decía antes, con esa persecución en coche que acaba como acaba, con las continuas bromas sobre el ocaso de los personajes, dos antiguos Rangers de Texas, y con escenas simplemente sensacionales, como el final, desde el tiroteo al plano final (la llegada del coche a la ciudad es memorable, o el plano final de la película…), pero como a casi todas las películas de Hancock, le falta empaque. Tiene buenas interpretaciones, momentos brillantes de narración incluso, pero un ritmo cansino por momentos, problemas para arrancar la historia, y a sensación de que la verdadera película, comienza cuando empiezan los créditos. Incluso manteniendo la figura de los criminales como una sombra, un mito, un fantasma, algo que funciona muy bien, el resultado final es demasiado irregular. Demasiado predecible. Bien, pero no excelente.
Jesús Usero
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