Al iniciar la andadura deย un blog como el presente, es recomendable saldar las posibles dudas respecto al tรญtulo del mismo.ย A tal efecto, puedo confesar, sin rubor decimonรณnico de por medio, que lo deย ยซWelcome to Providence!ยปย no se refiereย a la cรฉlebre y homรณnima ciudad estadounidense situada en Rhode Island yย fundada en 1636 por Roger William (aunque es una urbe realmente sorprendente y con muchos restos de la idiosincrasia colonialista, para los que deseen acercarse por esos lares); ya queย el motivo de la citada nominaciรณn es mรกs emocionalmente cinematogrรกfico que de orografรญas de asfalto y hormigรณn.
Muchos de mis compaรฑeros deย cabecera se retrotraen en sus respectivos cuadernos de bitรกcora binarios a sus recuerdos de baรบl de Karina, para contar algo sobre elย despertar de su pasiรณn por el sรฉptimo arte. En mi caso, lo que se puede localizar en mi mรกs recรณndito subconsciente a golpe de imรกgenes en movimiento, es mรกs una amalgama de secuencias y de sensaciones que una pelรญcula en concreto. Y, dentro de esa cadena de alquรญmica trascendencia, ยซProvidenceยป (Alain Resnais, 1977) tiene sin duda un papel mรกs que destacado.
Cuando la vi en televisiรณn (siendo solamente un niรฑo y porย nacimiento bastante mรกs tarde de su estreno) fue uno de estos encuentros casuales altamente productivos.ย En esa etapa de pantalรณn corto,ย mis familiares me consideraban un crรญo algo extraรฑo en mis gustosย fรญlmicos (tal vez por eso nunca me dejaban escoger las pelis); y la libertad de un verano, en que las estrecheces parentales se expandรญan un poco por el ambiente, me permitiรณ succionar โcasi a escondidas y bajando el volumen- el visionado completo del mencionado largo de Resnais,ย durante una emisiรณn nocturna para mayores que ponรญan en la 2 de TVE.
Desde la primera escena, en la que aparecรญan una voz en off algo soez y una mansiรณn en un lugar indeterminado (mรกs de pesadilla que de cuento de hadas), la retina se me quedรณ pegada a la pantalla del electrodomestico mรกs importante en el hogar. Y lo que aconteciรณ despuรฉs no hizo mรกs que redondear los prolegรณmenos. Tras pasar la verja de Providence, el descubrimiento de que el cine es mucho mรกs que las explicaciones unidireccionales de lo transcurre en el guion, de que el Arte consisteย en subyugar a las audienciasย sin por ello tener que entender absolutamente todo el discurso del narrador, de que el portento estรก muchas veces en la sugerencia mรกs que en la exhibiciรณn fallera; catapultรณ mi mente a universos visuales que ni pensaba que existieran.
Resnais firmรณ con ยซProvidenceยป una de esas pequeรฑas obras maestras que enganchan a travรฉs del misterio, con un Sir John Gielgud inconmensurable en el papel del escritor Clive Langham (quizรก una de sus mejores caracterizaciones para la pantalla grande de su extensa carrera, junto a la de ยซCampanadasย a Medianocheยป, de Orson Welles, ยซEl director de orquestaยป, de Andrzej Wajda, y ยซLos libros de Prรณsperoยป, de Peter Greenaway). Al observar el fรญsico decadente de la estrella teatral inglesa poco importaba la coherencia argumental, centrada en la soledad que conlleva la ancianidad, las relaciones perversas con la familia y la rebeldรญa mediante la negaciรณn de la cordura y la frialdad burguesa. Surrealista y evocadora, asรญ era la trama de la movie: un cosmos que me gustarรญa trasladar, aunque รบnicamente sea en esencia, a este humilde blog; y bautizarlo como un cajรณn de sastre en el que todo debe caber.
Por cierto, ahora que comento lo de Gielgud, es de rigor hacer un alto sobreย la valentรญa de este irrepetible actor shakespereano, sustentada a lo largo de un currรญculum de mรกs de siete dรฉcadas. Aunque la gran mayorรญa le conozca por su rol de mayordomo en ยซArthur, el soltero de oroยป, el amigo de Olivier y Richardson era un seรฑor al que no le importaba arriesgar lo mรกs mรญnimo con algunos de sus trabajos (a modo de ejemplo,ย en los anales del libro de los rรฉcords deberรญa constar que el aristocrรกticoย intรฉrpreteย se atreviรณ con su primer desnudo frontal cuando contaba ya ochenta y siete primaveras, escenificando cual Neptuno a un Pรณspero con la piel como รบnica armadura, escena incluida enย ยซLos libros de Prรณsperoยป, de Greenaway). Pero ahรญ no quedรณ su compromiso con los roles difรญciles, terreno donde demostrรณ su grandeza a travรฉs de encargos deย plano fijo (para el corto ยซEl Infierno de Danteยป), o mediante su adiestramiento en lenguas ajenas a su inglรฉs natal (ejercicio inmortalizado en la genial cinta ยซEl director de orquestaยป con el polaco por montera).
Por todo ello, os invito a ยซWelcome to Providence!ยป como reivindicaciรณn del espรญritu artรญstico por encima de todo, sin tintas aguadas. Y si podรฉis haceros con una copia de la obra setentera de Resnais, mejor que mejorโฆ
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