Tras más de nueve años sin ponerse tras las cámaras, desde que dirigió la fallida El Cazador de Sueños en 2003, pero que en su haber tiene algunos de los mejores guiones de los últimos 30 años dentro del cine de género, como son los de El Imperio Contraataca y En Busca del Arca Perdida, y que como director de su propio trabajo escrito, nos ha brindado alguna gran película como Fuego en el Cuerpo o Grand Canyon. Vale, también es el guionista de El Guardaespaldas… Nadie es perfecto.
Su última película poco tiene que ver con sus guiones para Lucas y Spielberg o con un thriller como Fuego en el Cuerpo. Es una película mucho más en la línea de Grand Canyon o Reencuentro, con la que tiene mucho en común, como si fuese la versión madura de aquellos personajes. Una especie de revisión de las claves de la misma 30 años después. Le falta el tono amargo de algunos momentos de la primera, pero intenta suplirlo con un reparto lleno de grandes actores que ofrecen una mirada a la madurez mucho más buenrrollista, quizá la mayor pega de la película. Aunque con todo uno siempre puede asegurar que está pasando un buen rato con lo que sucede en pantalla.
La historia sigue a un matrimonio acomodado, de vacaciones en su casa en Las Rocosas tras la boda de su hija menor, que se encuentra de frente con una crisis cuando él (Kevin Kline) pierde al perro de ella (Diane Keaton), al que quiere más que a su marido, lo que llevará a una búsqueda durante días y a que viejas heridas se reabran, sobre todo con la compañía de la hermana de Kline (Dianne Wiest), su nuevo novio (Richard Jenkins), el hijo de Wiest y una peculiar gitana con los rasgos de Ayelet Zurer. Evidentemente la búsqueda del perro es el macguffin de la película para que los personajes analicen los diversos conflictos que surgen entre ellos, desde los problemas de pareja a la aceptación del nuevo novio o a dar un giro a una vida enlatada.
Película de diálogos, la mayoría de ellos bastante divertidos pese a lo bienintencionado de la película, con un aire de comedia adulta y mesurada, consciente de la historia que cuenta, aunque a veces le traicionen las pretensiones. Los actores, sobre todo Kline y Jenkins (su personaje es sin duda lo mejor de la película), son el verdadero gran motivo para acudir a ver la película, y la aparición de secundarios como Sam Shepard hacen la cosa aún más interesante. Aunque Diane Keaton interprete de nuevo a una histérica bastante insoportable… O cambia de registro o no va a haber nadie con ganas de verla en pantalla.
Cine maduro, divertido, simpático y sin muchas pretensiones más que las de contar esta pequeña historia. Se le va la mano la duración y a veces tanto blancura amarga el pastel, pero la película se disfruta sin problemas y tiene momentos (la visita al tipo perdido en los bosques, los momentos de adivina de Zurer), que arrancarán más de una carcajada. Aunque el público más joven o el más cínico quizá la pasen por alto.
Jesús Usero.
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