Crítica de Entre valles
Crítica de la película Entre valles
Una pequeña maravilla llegada desde Rumanía.
La filmografía de Radu Muntean ha sido lo suficientemente importante como para haber sido capaz de salir de las fronteras de su país de origen, con películas más que interesantes como Alice T. o Martes, después de Navidad. Su nueva película anda a caballo entre la comedia surrealista, el drama rural y el cine de terror ambiental. Sólo hay que ver el póster original para darse cuenta de que hay algo terrorífico en la propia historia, y tiene algunos detalles en esa dirección, aunque sea casi más como nuevo giro humorístico. Porque lo que hace Muntean con brillantez es reflejar una remota región de Rumanía, Transilvania, y sus pequeños pueblos, paisajes y paisanaje. Que es lo más importante en realidad. De eso habla Entre valles…
Un grupo de ayuda humanitaria que se encarga de entregar sacos con comida y bebida entre los pequeños pueblos de Transilvania, cuando se acercan las navidades. En ese grupo hay tres personas que acaban en un mismo coche, Maria, Ilinca y Dan, quienes se llevan bastante bien y tienen pensado acudir a la barbacoa nocturna. Claro que no esperan encontrar a un peculiar personaje en el camino. Uno que cambiará todo su viaje… Es curioso como una región tan alejada de nuestro país puede tener tanto en común con nosotros. En muchas cosas, podemos identificar nuestros pueblos y gentes, porque a fin de cuentas es una cultura mediterránea y es hermana nuestra en muchos sentidos (esos pastores, esos valles, esa anciana en la casa, esos vecinos…).
Maria Popistasu es una de las habituales en los repartos de Muntean, quien ha colaborado con ella en múltiples ocasiones y a la que podemos considerar la heroína de la historia o el personaje más importante. La actriz está brillante mostrando las distintas peculiaridades de su personaje, sus virtudes y defectos, y casi lo mismo podemos decir de Ilona Brezoianu y Alex Bogdan, los tres habitantes de este peculiar coche. Perfectos y con una magnífica química. Pero el gran héroe de la película, el hombre que va a conquistar nuestros corazones es Luca Sabin como Kente Aron. Un hombre que debuta en esta película, y que es capaz de robar la película con una naturalidad que desarma. Es, sencillamente, sensacional. El resto de habitantes de los valles son similares, gente corriente que nunca había actuado y son geniales, pero lo de Sabin… vayan a verlo.
Muntean monta un relato sencillo aparentemente pero con un estilo muy poderoso, especialmente el uso del paisaje y de las localizaciones, de la luz y la oscuridad que habitan los personajes, pero sobre todo del ritmo, que mezcla ese humor a ratos desternillante, con el drama de esta gente sencilla que vive en una región del país que parece anclada en el pasado. Elegante y sutil, el problema de Entre Valles radica en escenas artificialmente alargadas (el baño, el carnero, el aserradero…) que no generan lo que el resto de la película. Pero en conjunto, se trata de una historia muy humana, muy cercana y universal, divertida, como un viaje de aventuras en mitad de Transilvania. Muy recomendable.
Jesús Usero
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