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domingo, diciembre 1, 2024
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Hércules ***

Hércules ***Hércules. Una de las mejores y más divertidas versiones del mítico personaje que se acerca a Conan.

No es Conan, pero lo parece. En esta película, Dwayne Johnson ha demostrado que quienes le postulaban como el mejor heredero de Arnold Schwarznegger en el papel de Conan no estaban equivocados. Queda además claro que Johnson  es el mejor Hércules posible, batiendo sin dificultad la versión de este mismo personaje que llegó hace unos meses a nuestra cartelera dirigida por Renny Harlin. Reconozco que para mí ha sido una sorpresa porque el cine del director de Hércules, Brett Ratner, nunca me ha convencido. Me lo he pasado mucho mejor viendo incluso las peores películas de Harlin que cualquiera de los trabajos de Ratner. Pero aquí le han dado la vuelta a la tortilla y esta versión de Hércules de Ratner es mucho mejor que Hércules, el origen de la leyenda de Renny Harlin. Lo más curioso es que, volviendo a lo que decía de Conan, me ha parecido además que refleja muy bien el espíritu de las aventuras del héroe bárbaro creado por Robert E. Howard. De hecho, es un ejemplo perfecto de las claves del género de fantasía heroica, aunque su argumento y sus personajes salgan de la mitología griega.




Creo que la película es ejemplar en un aspecto concreto: su capacidad para darle al público exactamente lo que le ha prometido. Es algo que no siempre hacen las películas hoy en día, muchas de las cuales se resguardan en un trailer más o menos pintón para abrirse hueco en la cartelera y luego, si te he visto no me acuerdo, es decir, que la película tiene poco o nada que ver con el tono de ese avance promocional. No es el caso de este Hércules que cumple lo que promete, esto es: 98 minutos de acción y batallas, con una ligera intriga y sin inventarse romances que no vienen al caso. En ese sentido es un producto de evasión eficaz, puro escapismo a puñetazo, mazazo, espadazo y lanzazo limpio.  Sin demasiada sangre porque, obviamente, no quieren perder la calificación censora para públicos más amplios, pero cumpliendo de sobra con el expediente regulador de acción trepidante . En su clara vocación de darle al espectador evasión pura sin complicaciones argumentales me recuerda mucho a Hansel y Gretel, aunque reconozco que ésta me ha gustado más, creo que está más equilibrada en su ritmo y es absolutamente impecable en su exposición de elementos. Un ejemplo de ello es el reparto elegido para interpretar los papeles principales. Imposible encontrar mejor Hércules que Dwayne Johnson, que además le proporciona un lado más cercano y humano al personaje asociado a pesos pesados de enorme talento como Ian McShane, John Hurt, excelente en su ambiguo papel de socio y antagonista, y Rufus Sewell. Estos actores, unidos al buen aprovechamiento que hace la película del papel de Atalanta, la amazona, interpretada por Ingrid Bolso Berdal, son los pilares esenciales sobre los que se asienta lo mejor de la película. Más floja es la aportación de Joseph Fiennes en su papel de antagonista, totalmente tópico y con una interpretación de caricatura mala, hecha como sin ganas, sin fuerza, sin sorpresa. Floja es también la subtrama de la madre y el niño, que además es un calco innecesario de una parte del argumento de Gladiator y no tiene ninguna personalidad propia ni está a nivel del tono despreocupado y gamberro del resto de la película. Prescindible es la breve aparición, casi un cameo, de Irina Shayk, hasta el punto de que no entiendo por qué la ponen en el cartel, en lugar de aprovechar el verdadero tema y el mejor acierto de la película, que es el grupo de mercenarios asociados a Hércules. Es el gran acierto porque al final queda claro que el grupo, el concepto de asociados en y por el peligro, tomado de la fórmula argumental de “profesionales unidos en amistad mientras realizan una ocupación de riesgo” que era una de las características habituales del cine de Howard Hawks, es lo mejor de la película y además sirve para dar una imagen distinta, más dinámica, moderna y cercana, menos previsible, del personaje de Hércules. El Hércules al que da vida Dwayne Johnson no goza de esa naturaleza semidivina que le otorgan otras versiones cinematográficas del personaje. El concepto de “Hijo de Zeus” sirve sólo como anzuelo con el que trafican el protagonista y sus compañeros para subir el precio por sus hazañas bélicas. Y es ese tono picaresco y desmitificador el que más me ha gustado de la película, porque introduce no sólo el cinismo y cierto toque de humor, sino también una humanización más completa de los personajes principales. Aunque sé que muchos aficionados a las adaptaciones mitológicas saludan con aplausos y disfrutan las apariciones de dioses en el Olimpo que manipulan la vida de los mortales, esa imagen de Zeus y sus coleguitas olímpicos ataviados con túnicas vaporosas y metiendo mano a los asuntos de los héroes humanos siempre me ha parecido un freno innecesario para una versión moderna de este tipo de historias. En eso me quedo con el Conan que no cree que a su dios Cromm le importe un carajo lo que les ocurra a sus adoradores humanos, símbolo de independencia del héroe. Siempre que he visto Dioses olímpicos en el cine me ha parecido que están desperdiciados, mal utilizados y además frenan la historia, es decir, justo lo contrario de lo que ocurre con Odin y el resto de su corte en el Asgard de las películas de Thor. La eliminación del factor “dioses” en esta visión de Hércules me parece por tanto liberadora. Y además no va en detrimento del enfrentamiento con criaturas míticas, simplemente juega con delicioso cinismo usando esos mitos, como por ejemplo en el caso de las criaturas del arranque y en los centauros…

Miguel Juan Payán

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