Visualmente apabullante y con un reparto magnífico. Un relato basado en hechos reales sobre una muy particular brigada de bomberos que se enfrentan al fuego en la naturaleza, y que fue golpeada por la tragedia en 2013 en el incendio de Yarnell Hill en Arizona. Una historia que con dos horas y cuarto de duración se esfuerza en construir a unos personajes, poco a poco, para hacernos empatizar con ellos, para comprenderlos y admirarlos, hasta que llega el momento de la tragedia. Y lo hace de forma realmente inteligente hasta su tramo final, donde se esfuerza demasiado hasta el punto de convertirse en justo aquello que ha tratado de evitar durante la mayor parte del metraje, un melodrama.
Quizá el problema venga desde detrás de las cámaras. Delante de ellas tenemos un reparto liderado por Josh Brolin, Miles Teller y Jennifer Connelly, pero con nombres como Taylor Kitsch, Andie MacDowell, Jeff Bridges o James Badge Dale, que hacen no sólo un trabajo excelente con sus personajes, sino que tienen donde apoyarse en un guión escrito por Ken Nolan (Black Hawk Derribado) y Eric Warren Singer (La Gran Estafa Americana), que maneja muy bien la historia para hacer crecer a los personajes, como mencionábamos antes. Sus historias pequeñas, humanas y cercanas son de esas con las que uno puede identificarse durante gran parte de la película, aunque flaquee al final de la misma. Especialmente el personaje de Teller, que es el que más miga tiene desde el inicio al final.
Por eso menciono que quizá el problema sea la dirección. Joseph Kosinski es un director brillante en lo visual. No nos quedan muchas dudas de ello después de ver películas como Tron Legacy y Oblivion, donde el despliegue de efectos e inventiva resultaba fascinante. Pero siempre me ha parecido un director que no imprimía ningún tipo de personalidad a sus películas. Que las dejaba, en cierto sentido, sin alma. Frías. Y por mucho que se esfuerce el guión, si un director no le aporta algo de fuerza al drama, no importa lo visualmente maravillosos que resulten los fuegos y la acción, resulta inefectivo. Eso sucede en la película, en la que durante gran parte del metraje no sentimos realmente el miedo, el esfuerzo, la valentía de estos hombres, y cuando llega es tarde.
Es tarde porque quiere emocionarnos deprisa y corriendo, en un último tramo de nuevo resuelto de forma excelente en lo visual, pero no en lo dramático. Para cuando toca sentir lo que ellos sintieron es tarde. Demasiado tarde. Todo llega atropellado y con una sensación de melodrama demasiado forzado, de telefilm de sobremesa, provocando que los últimos 10 minutos de película sean un lastre para lo que hemos visto anteriormente, que son dos horas de gran entretenimiento, excelente estilo visual y magnífico reparto. Por eso nos queda una buena película que resulta imperfecta, poco honesta en su final, aunque por momentos brillante. Otro director podría haber hecho algo realmente excelente con esta película. Aunque esta no es mala en absoluto.
Jesús Usero
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