Crítica de la película Holmes & Watson
Pésima parodia de los personajes. Sin gracia. La peor película en lo que va de año.
Primer problema, construcción de guión. Los chistes no tienen gracia. Ni uno. Bueno sí, uno puede pasar, el primero, la frase con la que abre la película, blanco sobre negro. Después de eso: la nada. No les funciona casi ningún gag. Es más, en algunas ocasiones incluso dejan de completar el recorrido de la broma hasta el final, la dejan a medias, no rematan la faena. Ejemplos de ello: 1.- el chiste de la sala de los acompañantes en el club de genios donde Sherlock se encuentra con su hermano Mycroft; 2.- la broma-guiño a la escena romántica de Ghost en la autopsia… Hay más, pero lo voy a dejar aquí para no hacer más sangre de la innecesaria.
Por el contrario, hay chistes que alargan en exceso hasta que pierden toda la gracia por el camino. Ejemplo 1.- en el juicio, el gag del onanismo; ejemplo 2.- en el parque la tontada de la cocaína y la pelota en clave hiperactiva; ejemplo 3.- la hiperactividad sexual de la señora Hudson, que no conduce a ningún remate realmente hilarante.
Fallan incluso en chistes que casi se hacen solos, como el del selfie (autofoto, mejor en castellano) con la reina.
Para rematar la caída en el inframundo de la falta de gracia, al final meten un supuestamente hilarante número musical que tampoco tiene ninguna gracia.
Esto genera un desequilibrio de ritmo en una película que está falta de chispa en el remate de sus bromas y mal construida en el ritmo general de su trama. No saca partido de ninguna de las propuestas que plantea. Desperdicia sistemáticamente a su reparto: Hugh Laurie como Mycroft Holmes, el hermano más listo, tiene un gag malísimo que no está a la altura del actor. Otro tanto cabe decir de Ralph Fiennes como Moriarty o de Steve Coogan como Klinger, o de Rebecca Hall como la doctora Grace Hart, Kelly Macdonald como la señora Hudson… ¡Caramba, si no le sacan partido ni al Titanic!
Es la falta de ideas sistemática que chafa todas las oportunidades de gag lo que finalmente acaba con las pocas posibilidades de la película. Si al menos fuera entretenida. Pero tampoco lo es. Su propuesta de farsa desde la intriga no resulta operativa porque la propia intriga no funciona, lo que desarma todo el entramado argumental desde los primeros cinco minutos de película, donde por cierto no hay sorpresa alguna en lo referido a la verdadera identidad del antagonista.
Y luego está Will Ferrell cayendo en la peor trampa en la que puede caer un humorista: creerse más gracioso de lo que realmente es o del guión que le ha caído encima. Mal guión, con mala ejecución. Ferrell es puro espasmo constante. Escapa del asunto mejor John C. Reilly, lo que no es una sorpresa porque siempre ha sido mejor actor que su colega de reparto.
Conclusión: los noventa minutos que dura se hacen eternos desde los primeros cinco minutos de metraje.
Miguel Juan Payán
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